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El Salón Cortabitarte y el Cine Bretón

El Salón Cortabitarte y el Cine Bretón

La afición de los astillerenses por el baile y el teatro impulsó la construcción de un espacio dedicado a estos fines a comienzos de siglo XX

Jesús María Rivas

Martes, 26 de marzo 2019, 10:28

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Antes de construirse el edificio del Mercado de Abastos, cuya inauguración se llevó a cabo en 1915, existía, en el mismo lugar, otro edificio que cumplía las mismas funciones y que, además, todos los domingos y festivos se convertía en animado salón de baile. Cuenta Ángel Vega, en su librito 'El Astillero', que era amenizado por el organillo de Paco Isart y sus dos hijos, Federico y Luis, que, al parecer, se defendían estupendamente con el instrumento y hacían volar de maravilla las notas que animaban los bailes dominicales del viejo mercado.

No sabemos bien si hubiera podido influir la presencia de veraneantes durante muchos años en Astillero y los bailes de verano que se daban en la Planchada, pero parece clara la afición de los astillerenses por el baile y también por el teatro. Así que, el derribo del viejo local de la plaza de abastos fue una circunstancia más de las que animaron a Ángel Cortabitarte a platearse la construcción de un salón dedicado a estos menesteres e iniciar las obras del local, con una inversión de 100.000 pesetas.

El local, que se denominó 'Salón Cortabitarte', fue inaugurado en junio de 1909 y, a partir de ese momento, se convirtió en un importante centro cultural y de recreo, donde, además de bailes, se combinaba el teatro y el cine, proyectándose, en los años siguientes, las primeras películas mudas de la historia de Astillero. La creciente actividad sindical y política, en torno a los trabajadores de las minas, también llevaron actos al Salón, como el mitin que el dirigente socialista Pablo Iglesias Posse dio el 8 de Febrero de 1911.

En la década de los años veinte, este espacio se denominó Teatro Bretón y, unos años más adelante, pasó a denominarse Teatro-Cine, tal y como consta en la actuación del Orfeón de Torrelavega, en julio de 1927. El nombre de Bretón se eligió como homenaje al famoso compositor español de ópera y zarzuela, Tomás Bretón, visitante habitual de los veranos de Astillero.

Llenos absolutos

A partir del final de la década de los años cincuenta queda únicamente con la denominación de Cine Bretón y su actividad se centra, exclusivamente, en las proyecciones cinematográficas que tanto éxito tuvieron en nuestro municipio. El cambio de nombre como Cine Bretón coincide, con dos o tres años de diferencia, con la inauguración de un nuevo cine en Astillero, el Cinema PAX, promovido por la parroquia astillerense en 1951.

Durante veinte años, los dos cines que convivían en Astillero contaban en sus sesiones dominicales llenos absolutos, pues era enorme la afluencia de espectadores a las salas de proyección cinematográficas. Los domingos se emitían películas de estreno en tres sesiones; los lunes se repetía la función; los jueves era día Fémina y se proyectaba cine romántico, mientras que los sábados tocaba «una del Oeste». Este criterio fue, en líneas generales, el que se mantuvo durante estas dos décadas.

El enorme desarrollo urbanístico, que se produjo en el núcleo urbano de Astillero entre los años sesenta y setenta del siglo pasado, acabó con muchos edificios históricos, entre ellos el viejo Bretón que desapareció en 1972, siendo derruido para construir nuevos edificios de viviendas, en cuyos bajos, dos años después, reapareció como Cine Beatriz. Este, al parecer, era el nombre de la hija del nuevo propietario y que no gustó nada a los astillerenses.

La llegada del nuevo Cine Beatriz coincidió, aproximadamente, con la crisis de asistencia al cine en las salas de proyección que comienzan a perder espectadores, pasando a ocupar la pujanza del cine, la televisión y, posteriormente, el video. Sin embargo, este nuevo modo de ver cine no tendrá nunca el encanto de aquellas salas oscuras, que trasmitían las imágenes con un potente chorro de luz sobre nuestras cabezas, mientras la oscuridad nos sobrecogía ante los acontecimientos más insospechados.

En estas circunstancias la nueva sala de proyecciones cinematográficas se vio abocada al cierre por falta de expectativas comerciales. Poco tiempo después, el Ayuntamiento de Astillero, encabezado entonces por Ignacio Diego, a través de un proyecto de escuela taller cofinanciado con el Gobierno de Cantabria, puso, de nuevo, en funcionamiento el espíritu del viejo Salón Cortabitarte, ahora con el nombre de Sala Bretón.

A partir de 1999, la nueva Sala Bretón recuperó sus orígenes y se convirtió en escenario habitual de teatro, poesía, cine, música, mítines, etc... volviendo a constituirse como centro de la actividad cultural de los astillerenses.

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