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«Estamos indignados porque parece que lo único que tiene valor en Laredo es la Puebla Vieja y el resto parece que hay que ... arrasarlo». Luis Gutiérrez Cueva, presidente de la Asociación Falgote, para la defensa y la difusión del patrimonio de Colindres, lamentó ayer, en nombre del colectivo al que representa, el derribo de la Casa del Doctor Wenceslao López Albo (el primer director del Hospital de Valdecilla), situada en la calle que lleva el mismo nombre del edificio, frente al Tanatorio de La Luz, en Laredo.
La encrucijada de este colectivo colindrés por salvar una parte del patrimonio laredano -el edificio no estaba protegido por el Plan General- llegó ayer a su fin tras comprobar con sus propios ojos como el edificio y los árboles que le rodeaban fueron derribados. «No es cuestión de lo que supone para nosotros, es lo que supone para la pérdida de identidad histórica y cultural de la comarca y de toda Cantabria».
Hay que recordar que hace algo más de un año Falgote presentó una alegación ante el Ayuntamiento de Laredo para evitar el derribo. «Sería una aberración que en una calle llamada Wenceslao López Albo, se tirase la casa de este ilustre medico; el valor histórico, arquitectónico y patrimonial de esta casa no puede ser defraudado por un futuro derrumbe, y debe ser transmitido a las futuras generaciones como legado patrimonial de finales del siglo XIX», señaló en su alegación el colectivo.
Falgote consideraba que las posibilidades de poner en valor esa casona y sus 3.000 metros cuadrados de terreno eran «inmensas» y «se inscriben en la lógica de estas últimas décadas de conservación y divulgación del patrimonio a través las normativas europeas, nacionales o regionales». «Pertenece a esta asamblea proteger su patrimonio y su historia de la especulación inmobiliaria».
Al presidente de Falgote le resultaba «sarcástico» que el PSOE, que promovió en su día el que se destacara la figura de la persona que pone nombre a la calle en la que se encuentra la casona, «sea ahora el que conceda la licencia de derribo». Según señala Gutiérrez, desde el Ayuntamiento nunca se contestó a su alegación y es más, «creemos que la licencia de derribo estaba caducada».
Pero no quedó aquí la lucha de Falgote por salvar la casa. En vista de que desde el Consistorio pejino no atendían su reclamación, a finales del pasado mes de abril el colectivo solicitó a la Consejería de Educación, Cultura y Deporte la incoación de expediente para que la casa familiar del doctor Wenceslao López Albo en Laredo fuese declarada Bien Cultural de Interés Local con la idea de favorecer su protección.
Una semana después de esta petición y ante el inicio del desmantelamiento de los ventanales del edificio, Falgote se dirigió de nuevo a la Consejería de Educación, Cultura y Deporte, sin éxito, para que paralizase cautelarmente las obras de derribo. La respuesta de Cultura a las sendas peticiones de Falgote fue negativa. Por su parte, fuentes del Ayuntamiento pejino señalaron que si los propietarios poseen licencia para la demolición, no podían proceder a su paralización.
De su lado, los propietarios señalaron en su momento a este periódico que querían derribar el inmueble, para el que ya en 2018 contaban con el pertinente permiso del Ayuntamiento de Laredo, debido el estado de deterioro que presenta. Según señalaron, el edificio no está habitable, se están metiendo okupas y quieren evitar cualquier problema.
Uno de los informes que en su momento aportó Falgote para salvar el edificio fue redactado por Celestina Losada Varea, Doctora en Historia del Arte, Máster en Patrimonio Histórico y Territorial y profesora en la Universidad de Cantabria y en el Ciese-Comillas.
«La casa de los López Albo (situada en el límite entre Colindres y Laredo, un ejemplo de arquitectura doméstica de estilo historicista -neoclásico- propio del periodo fin de siglo en el que se construye en 1891), su verja y su jardín constituyen el testimonio tangible de un legado familiar, un bien Cultural de Interés Histórico-Artístico que hemos heredado y que estamos obligados a proteger, conservar y difundir, como parte integrante de nuestra identidad y nuestra memoria colectiva», apuntaba.
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Ana del Castillo
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