La ermita de San Cayetano de Potes, restaurada
La intervención de la Fundación Santa María de Toraya incluyó la renovación de los retablos y las pinturas de uno de los santuarios más emblemáticos de la villa lebaniega
La ermita de San Cayetano, en Potes, luce retablo y pinturas renovadas. Un lavado de cara a una de los principales santuarios de la villa ... lebaniega. La restauración ha corrido a cuenta de la Fundación Santa María de Toraya, que dirigida por la doctora en Bellas Artes, Lydia Quevedo, ha dado una segunda vida a este patrimonio de Liébana. La ermita está situada junto al puente que lleva el mismo nombre, en el casco antiguo de Potes, y sobre su retablo y pinturas se ha llevado a cabo un trabajo organizado en varias fases desde finales del mes de mayo.
El reacondicionamiento se enmarca en el proyecto Murales Ocultos, que viene desarrollando la organización de Quevedo en Liébana de la mano de la Fundación Camino Lebaniego. El objetivo del proyecto es recuperar las diferentes obras murales que se encuentran en diversos lugares de la comarca. Y la ermita de San Cayetano, dentro del proyecto, cuenta con una peculiaridad. Es propiedad privada, por lo que, ha sido la familia Bustamante Prellezo, propietarios de la capilla y de la vivienda anexa a la misma, quienes han corrido a cargo del mecenazgo de la rehabilitación.
«Las obras de restauración del retablo y de los murales comenzaron las dos últimas semanas del mes de mayo, trabajando también en varias semanas de junio, y finalizando los trabajos el pasado mes de julio», explicó la directora de la Fundación y restauradora, Lydia Quevedo. El primer paso fue desmontar el retablo del interior de la sacristía, donde pudieron comprobar que la pintura mural «presentaba zonas con bastante deterioro». Incluso, permitió que el equipo de restauración detectara que en la zona central «se apreciaban restos de pintura de banderas y rocas de un Calvario, así como motivos geométricos y flores con hojas alargadas que tienen formas de hojas de roble». Tras este paso inicial, dio comienzo el trabajo para rehabilitar el retablo principal de la capilla.
Era el reto mayor. La restauración principal ha consistido en «actuar sobre los dos retablos de nogal y las pinturas murales de la sacristía. El de la sacristía se desmontó para poder intervenir el mural. Además, se han fumigado, tanto la capilla, como la sacristía por la existencia de xilófagos (insecto que roe la madera)», explicó Quevedo.
El oro fijado
En ambos retablos «se fijó todo el oro desprendido, se procedió a su limpieza, porque estaban muy ennegrecidos como consecuencia del humo de las velas y los depósitos de las mismas en las partes inferiores; se estucó con coloreado y se reintegró el oro». Pero no es todo el trabajo que ha requerido el retablo. «Las pinturas sobre tabla se han limpiado y reintegrado, tal y como ha ocurrido con las cortaduras superiores; que también se han tenido que abrillantar».
Las pinturas en la capilla, por su parte, requirieron de un método diferente. Para comenzar «se fijaron los restos existentes y se completaron las escenas a través de las sinopias –trazados iniciales a modo de guía– de huella existentes en la pared. Para, una vez localizados, poder reintegrar el color». También se ha actuado en «las pinturas sobre tabla, que se ha limpiado y reintegrado, así como las cortaduras superiores, que también se han tenido que limpiar».
Durante los trabajos, recordó la directora de la Fundación, «se ha protegido toda la restauración con un acabado de protección» para facilitar el mantenimiento. Y el resultado final «ha sido un trabajo de gran calidad, dado que tanto los retablos, como las pinturas, estaban prácticamente completos». Algo que «muchas veces es muy difícil de ver en estas restauraciones».
Mantener su esencia era clave para la restauración. Este templo fue fundado en la villa de Potes por Antonio de Prellezo. Es un edificio conformado por una nave, con bóveda de nervios y cuenta en su interior con un magnífico retablo barroco central del siglo XVIII.
En él, se pueden apreciar los escudos de La Canal y de Prellezo pintados sobre lienzo en el frontal del altar, así como otro escudo de la Orden del Carmelo. En el interior del retablo destaca una imagen de San Cayetano y en el resto de la pieza, cuadros que representan a Beato de Liébana, San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier, todos ellos del siglo XVIII. Mientras que el retablo de la sacristía, del siglo XVIII, que también ha sido restaurado, contiene tallas de la Inmaculada, y de San Miguel Arcángel.
Por eso, la actuación que se enmarca en Murales Ocultos requiere de «un experto restaurador», que pueda mantener la esencia principal de una «reliquia» como la ermita de San Cayetano. Además, el proyecto recoge en toda la comarca de Liébana diferentes actuaciones que, de la mano de la Fundación Santa María de Toraya, pretenden «conservar el patrimonio histórico y material», específico de Cantabria, y en este caso, «concretamente también de la zona lebaniega».
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