Los franciscanos Juan Manuel Núñez y Óscar Solloa se despiden del monasterio de Santo Toribio
En una misa de acción de gracias presidida por el obispo de la diócesis
Desde el año 1835 en que los benedictinos abandonaban el monasterio de Santo Toribio debido a la Desamortización de Mendizabal, y durante más de un siglo, el obispado de León se hizo cargo del mismo y de la parroquia, colocando al frente a un párroco. Así fue hasta que el 16 de abril de 1961, festividad de Santo Toribio, la Provincia Franciscana se hacía cargo del mismo. Así ha sido durante 64 largos años, donde han sido custodios de la Reliquia de la Cruz, han mantenido costumbres centenarias como la tradición de la «Vez» o la bajada anual de la Cruz a la villa de potes, y han atendido tanto el culto en el monasterio como las parroquias a su cargo. Ahora, debido a la avanzada edad y a la falta de vocaciones, abandonan el monasterio, recibiendo el testigo tres franciscanos llegados desde México, que serán los que se hagan cargo del monasterio y de su culto.
En una misa de acción de gracias celebrada al mediodía de hoy en la iglesia del monasterio, que estuvo presidida por Arturo Ros, obispo de la diócesis, que concelebró junto a los franciscanos y Elías Hoyal, arcipreste de Liébana, el Padre Guardián, Juan Manuel Núñez, y Óscar Solloa, los dos últimos franciscanos que aún quedan en el monasterio, de los más de cincuenta que han pasado por el monasterio a lo largo de estos 64 años, han recibido de los lebaniegos un agradecimiento muy emotivo por todo lo que la comunidad franciscana ha significado para los vecinos de los diferentes localidades de la comarca.
Entre las autoridades presentes, Pilar García Bahamonde, directora de la Fundación Camino Lebaniego y Eva Cotera, teniente de alcalde del ayuntamiento de Potes, junto con José Redondo, presidente de la Cofradía de la Santísima Cruz e integrantes de la Junta Directiva.
Durante la ceremonia religiosa, tomó la palabra José María Arregui, Provincial de los franciscanos de Arantzazu. «Hoy los franciscanos de la Provincia de Aránzazu decimos adiós y nos marchamos después de 64 años en este monasterio tan singular, situado en este paraje tan maravilloso, con los lebaniegos que habéis sido tan acogedores, tan cercanos, tan solidarios».
Reconoció en su intervención que «nos marchamos porque estamos cerrando nuestra presencia en todas partes donde estamos, porque no llegamos a poder atender debidamente nuestros compromisos, ya que no hay jóvenes que quieran venir con nosotros, y por eso nos hemos visto obligados a cerrar también esta presencia tan querida para todos nosotros».
Arregui, dijo sentir pena por tener que dejar este monasterio ya que «casi cerca de 50 hermanos han pasado por aquí, que se han sentido al igual que nosotros queridos, agradecidos y acogidos por la buena gente que sois. Aquí quedan muchos años buenos de presencia, de trabajo, de entrega, y mucha gente colaboradora que ha hecho posible estar aquí a gusto sirviendo en este monasterio del Lignum Crucis».
Pidió perdón, «con humildad franciscana y en nombre de mis hermanos, ya que seguro que en más de una vez nos hemos equivocado» y para finalizar formuló un deseo: «Desde hace más de un mes están aquí estos hermanos franciscanos, Jesús, Felipe y Rafael. Son hermanos franciscanos mexicanos. Os ruego que los acogéis, acompañéis y colaboréis con ellos, como lo habéis hecho siempre con nosotros. Nuestro tiempo de los hermanos de la Provincia de Aránzazu ya pasó. Ahora viene otro tiempo nuevo, un nuevo ciclo, para seguir difundiendo el Evangelio de Jesús. Es ley de vida. Nuestro tiempo ya pasó aquí. Seguir amando a este monasterio y a los que lo habitan».
Seguidamente, tomó la palabra, José Redondo, presidente de la Cofradía de la Santísima Cruz, que recordó la llegada de la comunidad franciscana en el año 1961, después de que varias órdenes religiosas se negaran a llevar el monasterio, y manifestó que «después de 64 años los franciscanos de Arantzazu nos dejan definitivamente. La edad y la falta de vocaciones puede más que los deseos».
Ante esta situación la Cofradía de la Santísima Cruz acordó «en nombre propio y en el de todos sus cofrades, así como de los lebaniegos en general, dar nuestras más expresivas gracias a la comunidad franciscana, y este agradecimiento lo hacemos hoy constar en las personas que serán los últimos en marchar, Juan Manuel Núñez y Óscar Solloa».
A continuación, les hizo entrega del carnet de Cofrades de Honor, así como de una cruz, símbolo de la cofradía «que seguro llevarán como tantos otros, llenos de orgullo y satisfacción».
Al finalizar la misa, los lebaniegos, emocionados se despidieron de los dos franciscanos, agradeciéndoles su labor durante todos estos años.