En medio de las dos orillas
Escenas de Estío ·
El puente sobre el río Deva que une Unquera y Bustio es transitado a diario por visitantes, peregrinos y, sobre todo, por vecinos de los dos pueblos que se consideran uno soloSAMIRA HIDALGO Y ALEXANDER AGUILERA
Unquera
Jueves, 31 de agosto 2017, 07:53
Por todos son conocidas sus famosas corbatas, también que por allí pasa el Camino del Norte y que es zona de tránsito para aquellos que ... quieren visitar Liébana, antes de pasar por Asturias y conducir por el Desfiladero de La Hermida. El río Deva sirve de frontera natural entre las dos comunidades; aún así, muchos visitantes desconocen que Unquera es el último pueblo de Cantabria.
Cruzando el puente que lleva por nombre 'Travesía Don Manuel Peláez López', se encuentran paseando Fernando Rodríguez y su mujer, que vienen desde Madrid y están pasando unas vacaciones en Colombres. «Es muy curioso, ¡no imaginábamos que Cantabria estaba tan cerca!», indica sorprendido el madrileño y añade: «Desconocíamos que el limite estaba en el puente y sin darnos cuenta hemos dado paseos por las dos regiones».
Desde el puente que cruza la corriente del Deva se puede comprobar la gran actividad deportiva que hay en la zona, sobre todo relacionada con el río, como bajada de cañones, paddle surf y piragüismo. Asomada a la barandilla de la pasarela está una madre gaditana esperando el descenso en canoa de sus tres hijos con el objetivo de tomar algunas fotos. Esta familia está de vacaciones en Pechón y también desconocía que, pasando el centro del puente, se encontraba en territorio asturiano: «No sabía que eran dos pueblos diferentes, pensé que todo era Unquera; ni idea que la frontera estaba aquí», reconoce.
De esta confusión es testigo Begoña Gestera, que es de Unquera, pero trabaja en Bustio en su establecimiento familiar, abierto desde 1891. Se trata del primer ultramarinos que se encuentra al pasar a esa localidad asturiana. «Mucha gente no sabe que al llegar aquí ha cambiado de pueblo y de provincia; de hecho, la mayoría piensa que es una prolongación de Unquera», señala Begoña, quien manifiesta que no hay ninguna señal visible que lo indique. El mojón original se encuentra aún en el puente, pero con la ampliación de las pasarelas peatonales tuvieron que adaptarlo a las barandillas.
Antiguamente, para unir ambas localidades se usaban barcas, más tarde se construyó un puente, que sería dinamitado en 1936. Un año más tarde se volvió a erguir y hace unos ocho fue remodelado. «Antes de esa remodelación era muy turístico, la gente se hacía fotos y se distinguía la frontera, pero desde que no se ve bien la piedra, pasan menos», dice Begoña. «Debería haber una delimitación clara porque cambia el prefijo, los papeleos hay que hacerlos en el ayuntamiento que corresponde y cada uno tiene su patrón y sus fiestas, aunque nos llevamos muy bien», concluye.
Peregrinos cargados con sus mochilas y enseres cruzan este puente a todas horas. El Camino del Norte se adentra en Asturias gracias a la pasarela que lleva a los feligreses a Bustio. A la entrada del puente se encuentra un cartel con el mapa del Camino y observándolo está Begoña Mendiolea y su pareja, que vienen de Bilbao. Este matrimonio sí conocía que el límite se encuentra en el centro del puente. «Hoy no pasaremos, pero ya lo hemos hecho otras veces porque es curioso. Siempre que vamos o venimos de Potes paramos aquí», indica.
La cercanía entre Unquera (Val de San Vicente) y Bustio (Ribadedeva) es tanta que sus vecinos se consideran un solo pueblo. La asturiana María Dolores Álvarez, que vive desde hace 43 años en Unquera, pasa todos los días el puente «para respirar los aires de Asturias», pero asegura que en tierras cántabras también está contenta. Al revés, Jesús Mújica es un cántabro que vive en Asturias. «Mi mujer es asturiana y me llevó donde quiso», bromea. «Paso varias veces al día por el puente. Si voy a pasear o a por compra lo hago andando, y si voy a trabajar, en coche». Jesús asegura que ambos pueblos están muy mezclados y que hay familias que están repartidas entre Bustio y Unquera, por ello indica que son pueblos muy hermanados y que no hay piques, excepto si se habla del deporte rey: «Yo soy del Racing y vivo en Asturias y hay gente que es del Sporting o del Oviedo y vive en Cantabria», algo que tiene fácil solución. Sólo hay que cruzar el puente para ir al bar que convenga.
En este puente tan transitado se encuentra Alejandro Suero que, aunque es natural de Molleda, lleva 48 años viviendo en Bustio. «Vengo a tomar los vinos a Cantabria y después me vuelvo a Asturias. La verdad es que hago más vida en Unquera», y cuenta que el único letrero que hay que delimita es el del mojón de piedra en el que pone provincia de Oviedo y provincia de Santander, de la época en la que «antes Santander no se decía Cantabria y a sus gentes se les llamaba montañeses», recuerda.
Por la plataforma camina María Ángeles Posada, asturiana, pero residente en Bustio desde hace veinte años. «Estamos muy hermanados. Tal es así que cuando se celebran las fiestas del Carmen el 16 de julio en Bustio, se va en procesión hasta la estación y participan los dos pueblos. Lo mismo sucede en los Santos Mártires en Unquera». La cartelería de ambas fiestas es una prueba, pues indican que son las fiestas de Bustio-Unquera, y viceversa, celebrándolas como si fuese una.
Y paseando por el puente hacia Unquera viene José Velarde, donde nació hace 93 años, en las casas enfrente del colegio. Vive en Asturias, pero va a Unquera a diario por el periódico y a comprar unas corbatas: «Todos los días estoy en Cantabria y en Asturias. Voy hasta el muelle. Me hago una hora y media de paseo por la mañana y otro tanto por la tarde, porque el médico no me manda pastillas, sólo caminar», comenta apoyado en su bastón.
En el puente se nota ese buen ambiente entre vecinos de ambos pueblos del que todos hablan. En cuanto a los jóvenes, los lugareños cuentan que chavales cántabros y asturianos conviven y hacen actividades juntos como piragüismo o fútbol. Los puentes se construyen para acercar distancias, unir y conectar. Buena muestra de ello es esta travesía, testigo de una convivencia ejemplar entre vecinos de distintas regiones que viven su día a día proyectando un buen ambiente del que toman nota los más jóvenes del lugar.
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