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Momento en el que el helicóptero saca del acantilado al pescador. Uno de los agentes grabó con su teléfono la delicada operación 112

El agónico rescate del pescador: «Temí por la vida de aquel hombre y por la del policía»

Dos agentes de Noja se ven envueltos por segunda vez en un dispositivo extremo para salvar a un hombre precipitado por los acantilados de Joyel | Uno de ellos arriesgó su vida para sacarlo de las rocas

Mariña Álvarez

Santander

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Martes, 24 de septiembre 2019, 07:16

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El agente Fernando Cerro estaba librando y el domingo por la tarde fue a las dependencias de la Policía Local de Noja a hacer una visita a su compañero José Luis Revuelta. Casualmente estaban allí dos guardias del Seprona. De pronto el 112 llamó para avisar del grave accidente de un pescador, que se había precipitado por los acantilados de la peña de Suaces. El azar había juntado a estos cuatro hombres en el momento justo. Si no fuera por ellos, hoy probablemente se hablaría de un hombre muerto en la playa de Joyel.

Cerro, Revuelta y otro policía, Manuel Parejo, que ahora está destinado en Santander, ya habían protagonizado un rescate muy similar en el mismo sitio, en abril de 2017, cuando un niño francés de 13 años cayó por el acantilado, una labor por la que los tres agentes recibieron la medalla al mérito profesional y una carta del niño dándoles las gracias meses después, cuando al fin se recuperó de las graves lesiones que hasta le mantuvieron un tiempo en coma.

Tras la acción de este domingo, el Ayuntamiento de Noja ha hecho público su agradecimiento y ya estudia una fórmula para realizar un reconocimiento meritorio por esta actuación. Destacando sobre todo el papel de Fernando Cerro, que «se jugó la vida en una zona muy peligrosa de esta playa» y fue «determinante para lograr sacar con vida a la víctima».

Los tres policías condecorados en 2017 por el rescate de un menor francés que cayó por el mismo acantilado y una imagen de aquel dispositivo.
Imagen secundaria 1 - Los tres policías condecorados en 2017 por el rescate de un menor francés que cayó por el mismo acantilado y una imagen de aquel dispositivo.
Imagen secundaria 2 - Los tres policías condecorados en 2017 por el rescate de un menor francés que cayó por el mismo acantilado y una imagen de aquel dispositivo.

Esto es lo que pasó, según han contado los protagonistas a este periódico. Domingo, 19.50 horas. Un hombre joven que pescaba en la zona vio con sus propios ojos cómo otro pescador, de edad avanzada, caía por el escarpado peñasco media docena de metros hacia las rocas, en una zona de muy difícil acceso y surcada de afiladas aristas. La marea estaba subiendo. Las olas batían contra el hombre, que estaba atrapado entre piedras. Cerro, Revuelta y los dos guardias civiles acudieron a toda prisa mientras se movilizaba al equipo helitransportado del Gobierno de Cantabria. El testigo les indicó el lugar exacto.

«La mar estaba fatal, y ese hombre estaba metido entre rocas, no se podía mover, chillaba y chillaba que le llevaba la mar... Buscamos una zona para acceder a él, pero era complicado de narices», relata Revuelta. Su compañero Cerro se puso a bordear el acantilado para intentar llegar hasta la víctima, descendiendo por paredes de roca. Contando hasta cinco para calcular la pegada de la ola. Cinco, voy. Cinco, me retiro. «Qué inconsciente, cómo pudo meterse en esa zona del acantilado, a su edad, sin conocer el lugar y en el peor sitio que hay», pensaba Cerro mientras trataba de llegar a toda prisa, escuchando los agónicos gritos del accidentado, «decía ¡no aguanto más! ¡No aguanto más!, y que tenía golpes en la cabeza y en la pierna».

Cuando iniciaba el descenso una ola pegó en el pecho al policía, que se vio obligado a subir otra vez. Buscó otra manera de bajar calculando el tiempo entre ola y ola, dio la vuelta a la roca y al fin llegó. «Intenté mover al pescador, pero estaba encajonado en un agujero, con la pierna inmóvil». Las olas batían a los dos hombres, mientras en lo alto del peñasco los otros tres seguían atentos las maniobras del agente. Los guardias civiles llevaban cuerdas en su patrulla y le lanzaron un extremo a Cerro. «Me puse detrás de él, amarré al señor por los brazos y conseguí sacarlo del agujero. Le pude arrastrar poco a poco, mientras ellos tiraban de la cuerda hacia arriba». En ese momento en el que parecía que lograban salvarlo ocurrió algo inesperado: el pescador se desmayó en los brazos de Cerro. Un peso muerto. «Le tuve que reanimar, poniéndole de lado, pasé unos segundos muy jodidos hasta que volvió en sí. Y las olas que batían. Me tiré encima de él para protegerlo», relata. Ya había llegado la ambulancia del 061, que le lanzó al policía unas vendas para tapar las heridas del pescador provocadas por los golpes contra las rocas. «Yo todo el rato le hablaba: No te preocupes, te sacaremos de aquí, de aquí salimos», cuenta el policía local, que dice que en ningún momento sucumbió al desánimo ni temió por su vida, «sabía que el helicóptero estaba de camino y confiaba plenamente en el buen hacer de mi compañero de Revuelta y los dos guardias».

En lo alto, los que veían la escena no pensaban lo mismo: «Sí que temí por la vida de aquel señor, como se meta el mar se queda allí. Y también por la vida de mi compañero, que estaba agarrado a las rocas y le gritaba ¡Tranquilo!, mientras el hombre chillaba ¡Que me ahogo, ayuda!», cuenta Revuelta. Fueron «entre 25 y 30 minutos» eternos hasta que al fin, y justo cuando las olas batían más fuerte, el helicóptero ya estaba sobre ellos. En cuestión de segundos un rescatador descendió hasta el lugar en el que estaban ambos con una operación de eslinga rápida, amarró al pescador y lo ascendieron hasta la aeronave mediante una grúa en doble izado. Cerro se quedó solo, sin saber muy bien cómo salir. «Me dijeron que vendrían a por mí, pero dije que no, que ya salía yo». Desde el 112 aclaran que el equipo de rescate estuvo pendiente del policía en todo momento mientras atendían al pescador en una explanada cercana . « (...) Y la mar seguía subiendo. Había una zodiac también y estuve a punto de tirarme al agua... ¿pero y si me lleva contra las rocas?, pensé», cuenta Cerro. Fue en ese momento cuando el policía sintió más miedo, «la llegada al lugar y la salida fueron los peores momentos para mí. Decidí intentar escalar por donde había llegado, contando los cinco segundos. Viene una ola, a todo correr por la roca contando cinco (...)». De cinco en cinco consiguió llegar a la cima. «Nada más salir, mi compañero me dio un abrazo. Y los dos guardias. Y yo pensé que debíamos estar contentos. Que ese día habíamos hecho algo bien».

El pescador rescatado es un vecino de Bilbao de 79 años de edad que estaba veraneando en Noja. El helicóptero que lo sacó del acantilado lo llevó hasta el camping de Joyel, donde profesionales del 061 le estabilizaron. Presentaba un grave politraumatismo, fractura abierta de tibia y peroné y posible fractura de cadera y pelvis. Una vez realizada la atención de urgencia, el helicóptero se lo llevó otra vez hasta el aeropuerto, donde otra ambulancia de Soporte Vital Avanzado lo trasladó a Valdecilla.

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