Fallece un motorista de 56 años por el impacto de un buitre cuando viajaba de Santoña a Madrid

Según la información recabada por este periódico, el fallecido es Raúl Martín Ruiz, que actualmente trabajaba como inversor en una empresa de Madrid, donde tenía establecido su domicilio habitual. La Guardia Civil de Tráfico lo halló muerto este miércoles, sobre las tres de la tarde, después de que su familia hubiera recurrido a las redes sociales para dar con su paradero.

La familia acompañó su publicación de una fotografía del fallecido con su motocicleta. En ella informaban de que Martín Ruiz salió a las 16.00 horas del pasado martes desde Santoña rumbo a Madrid con su moto, una BMW negra, pero no había llegado a su destino. En el momento del desplazamiento vestía con ropa de moto negra y un casco amarillo. Tenía previsto circular por la nacional 629 o la N-623.

Al ver que Raúl no había llegado a la capital de España y no daba señales de vida, sus familiares llamaron a los hospitales de la zona para ver si se encontraba en alguno de ellos, pero todas las respuestas fueron negativas. Tampoco tuvieron constancia de alguna señal que indicara que había sufrido un accidente.

Preocupados por la falta de noticias se pusieron en contacto con la Guardia Civil, que desplegó dotaciones tanto en Cantabria como en Burgos, ante la posibilidad de que se encontrara en algún punto de ambas comunidades autónomas. Minutos después de que los allegados de Raúl requirieran la colaboración ciudadana para dar con su paradero, recibieron la información de su fallecimiento en un accidente.

Según han contado sus allegados a El Diario Montañés, fue el mismo martes, sobre las seis de la tarde, cuando Raúl recibió el impacto de un buitre que se encontraba comiendo carroña junto al arcén en el kilómetro 42 de la carretera autonómica CL-629 de Burgos, en Quecedo de Valdivieso. El golpe provocó que se saliera de la vía y falleciera por el impacto. En el momento del accidente, la víctima se dirigía a su vivienda de Madrid.

Raúl veraneaba en Santoña desde hace 30 años y era un «enamorado» de este pueblo, donde tenía una casa familiar. Primero venía con sus padres y hermanos y ahora él pasaba el mes de agosto en esa casa con su mujer y dos hijos adolescentes.

Su pérdida se ha sentido «enormemente» en el municipio donde tenía una nutrida cuadrilla de amigos. Todos tienen en torno a cincuenta años y alternaba con ellos por los bares de la villa. Hubo un tiempo en el que también tuvo una embarcación de recreo y salía por la bahía. Sus amigos de Santoña le definen como un hombre «bueno, tranquilo, de restar importancia a los problemas, con buena conversación y muy amigo de sus amigos».