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El Fuerte de San Martín, asentado en la base del monte Buciero, en una imagen desde El Pasaje de Santoña.

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El Fuerte de San Martín, asentado en la base del monte Buciero, en una imagen desde El Pasaje de Santoña. Antonio 'Sane'

Una península al gusto de Napoleón

Las fortificaciones de Santoña, declaradas Bien de Interés Cultural desde 1992, reproducen la historia de la villa desde el siglo XVII

JAVIER GANGOITI

Santander

Jueves, 16 de agosto 2018, 08:21

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Santoña, 1639. Varios barcos de la armada francesa se aproximan a las cercanías de la península. Están a punto de perpetrar uno de los ataques que sufrirán las localidades costeras de España desde la declaración de guerra, cuatro años antes. El asalto galo, al que asisten decenas de santoñeses desde la bahía, será la ofensiva enemiga más grande en su historia. No hay nada que hacer. La armada de Henri d'Escombleau de Sourdis arrasa con todo a su paso. Los españoles apenas cuentan con un pequeño grupo de voluntarios y unas endebles estructuras cerca de la playa de San Martín. El ataque se consuma en poco tiempo.

La feroz ofensiva fue un punto de inflexión en la defensa de Santoña. La villa pesquera no podía permitirse otro episodio similar, y cincuenta años después sus habitantes levantaron los fuertes de San Carlos y San Martín, en las faldas del monte Buciero. Cuatro siglos después, basta con acercarse un poco a estas grandes protecciones para recrear la defensa de la bahía durante los tiempos de guerra. La Torrecilla (así se llamaba antes de homenajear al rey Carlos II) significaba la primera barrera para aquellos que quisieran entrar por el sur. Sus cañones, situados en una amplia terraza en la parte inferior, llaman la atención de muchos de los turistas. Los más pequeños emulan a los protagonistas de la época al grito de «¡fuego!» mientras papá y mamá hacen fotos de la costa. No es para menos. Desde aquí se disfruta de una de las mejores vistas de la península.

En corto

  • 1811. fue el año en el que se construyó el Fuerte de Mazo o de Napoleón, aunque su obra nunca fue terminada.

  • Fuertes, y mucho más, Las batería de San Felipe, de la Cueva y Galbanes culminan la herencia defensiva de la villa pesquera

  • Localidad de récord. Santoña posee la mayor concentración de fortalezas de toda España

La segunda defensa se encuentra apenas unos pasos más adelante, todavía en la base del monte santoñés. El Fuerte de San Martín, una de las estructuras más llamativas e imponentes de la visita, está formado por dos pisos en forma de herradura y con un edificio anexo para los oficiales santoñeses, atentos a cualquier ataque inminente que amenazara la villa. No fue suficiente, sin embargo, cubrir la entrada sur de la península. En 1719, Francia asestó otro golpe y se adentró por la playa de Berria, destruyendo y desvalijando todo cuanto encontró a su paso. Consecuencia de ello, Santoña volvió a fortalecer su defensa y construyó la batería de San Felipe en 1741 (al sur del Faro del Caballo).

Caminando unos dos kilómetros hacia lo alto del Buciero se encuentra el Fuerte de Mazo (o de Napoleón). Su origen se remonta al tercer ataque sufrido en suelo santoñés, ya en el siglo XIX durante el mandato del militar revolucionario. Fue precisamente él quien ordenó construir esta defensa. Esta fortificación es mucho más pequeña que el resto de estructuras del monte, pero su posición la hace ideal para defender El Dueso y la playa de Berria (su cometido durante la ocupación gala). Aunque los invasores ni siquiera terminaron la obra, la estructura permite una visión inmejorable de los accesos a la villa. Imagínense desde la garita de vigilancia. También conserva los dos edificios que sirvieron como alojamiento para los oficiales y la tropa. Sin duda, uno de los destinos más afortunados para cubrir en la armada napoleónica (puestos a elegir). No queda ahí el legado bonapartista. La batería de la Cueva (o de Rouget) se levantó por orden expresa del propio mandatario sobre la playa de Berria, en 1811. Su cautela estaba fundamentada. Este enclave defensivo evitó la entrada de los españoles en la península durante la primavera de 1814. Lo mismo que la batería de Galbanes, construida el mismo año que la anterior y reforzando la seguridad muy cerca del Fuerte de San Martín. Volviendo ya al pueblo (salvo que pretendan ir derechos al Faro del Caballo y cansarse como nunca, ustedes mismos) pueden tomar un camino distinto. La senda de Salticón conduce a Santoña en apenas 15 minutos. Esta bajada está cubierta por los árboles y la vegetación, por lo que es ideal si ya están hartos del sol. Cuidado con los resbalones.

Los fuertes de San Martín, San Carlos o Mazo dan vida a la historia de Santoña. Por eso todos fueron declarados Bien de Interés Cultural (BIC) en 1992. No en vano completan la mayor concentración de fuertes de toda España y una de las rutas más atractivas de toda Cantabria. Casi nada.

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