Somo, una playa con cada vez menos barreras
Más de cien personas con necesidades especiales han practicado surf adaptado en Somo los últimos años gracias a una red de más de cuarenta monitores y surfistas voluntarios
Si hay un lugar en el que no tendría que haber ningún tipo de barrera y en el que todo el mundo debería poder sentirse ... completamente libre, ese es el mar. Y para alcanzar esa utopía llevan años remando en Ribamontán al Mar, donde existe la posibilidad de que las personas con diversidad funcional puedan practicar surf adaptado gratuitamente gracias a la red de voluntarios de la Federación Cántabra de Surf. Es todo un reto que todavía se está rozando, puesto que además de metodologías de enseñanza faltan materiales específicos para las singularidades de cada uno. En ello se va a trabajar mediante el proyecto europeo 'Inclusea (IN=SEA)' que se va a liderar desde Somo en los próximos años.
Isma Escalada, de Castañeda, llega al Centro de Surf de Somo en su coche adaptado, que conduce gracias a que todos los controles están en el volante. Pese a que un accidente de moto le dejó parapléjico a los 21 años, a él nada le ha parado. «Nunca he tenido miedo. Respeto sí, pero miedo no», y recuerda que estuvo «seis meses en el Hospital de Toledo con gente que estaba peor que yo y me di cuenta de que yo ahí era el capitán general, que no tenía excusas para no hacerlo». Ese arrojo le ha llevado a probar «todo lo que me han puesto por delante»: esquí, tiro con arco, baloncesto... aunque prefiere deportes acuáticos «porque ahí no dependo de la silla».
Una vez que Isma ha estacionado en una de las plazas azules del Centro de Surf, de forma completamente autónoma, saca la silla, la monta y se sube a ella. Va a los vestuarios, donde se pone el neopreno, y seguidamente se dirige a la playa hasta donde le permite la pasarela que hay sobre la arena. Una vez ahí, ya sí que necesita que le echen una mano para que le acerquen a la orilla en una silla especial llamada anfibuggy. «Sé que nunca voy a poder bajar hasta el agua sin un apoyo, pero sí que llegará el día en el que no necesite de nadie dentro del mar», atisba animoso.
Ese es precisamente el horizonte, que personas como Isma o con cualquier tipo de necesidad especial ganen en autonomía durante la práctica del surf. Para ello, dentro de este programa los propios voluntarios se encargan de adaptar y desarrollar material para estos surfistas. De hecho, es el día en el que Isma va a probar una nueva tabla acondicionada especialmente para él de cara a su participación en el próximo Campeonato de Surf Adaptado de España, del 22 al 26 de septiembre en Nigrán, Galicia, evento que los últimos años aconteció en Somo. «Para entonces necesita una tabla más performance, así que estamos haciendo pruebas y preparándole una con una pechera que le permita levantar la cabeza mejor», explica Thomas Heller, surfista francés afincado en Somo, que colabora con esta iniciativa.
También han creado una especie de tobilleras unidas que permiten tanto a Isma como a otra gente sin movilidad en las piernas mantenerlas juntas cuando están en la tabla. Es un artilugio del que igualmente hace uso Leire Areitio, una joven de 15 años de Baracaldo que comenzó hace cuatro veranos a surfear en Somo. «En mi caso, al tener tan poca movilidad siempre me ha dado mucho miedo el agua», recuerda ella, igual que tampoco olvida cómo un día su padre, pensando en actividades adaptadas que pudiera hacer ella, le animó a tomar unas clases. «Es un hecho que todo el mundo necesitamos dar movimiento al cuerpo y yo siempre estoy dando vueltas a lo que puede hacer mi hija», explica el padre de Leire, Javier Areitio, que el otro día se animó a surfear por primera vez con ella. Pese a todo, la joven sigue «siendo más de tierra», y por ello prefiere deportes como la hípica, el baloncesto o el skate.
Lo que es un hecho irrefutable son los beneficios que, como a todo el mundo, reporta el deporte. Para comprobarlo sólo hay que ver al madrileño Héctor Salgado, de 41 años, que veranea en Loredo y a lo largo de este verano se animó con el surf. Él tiene una enfermedad congénita que cada vez le va privando de más movilidad, pero el ejercicio frena el avance. «Hace cuatro meses, antes de surfear, no llegaba a las rodillas, ahora casi me puedo poner los zapatos», apunta. Una mejoría que también aprecia su madre, Esperanza Rodríguez, que cuando su hijo le explicó que, animado por Thomas, quería ir con una tabla al agua, sólo le puso una condición: «Me parece muy bien, pero no te ahogues», recuerda entre risas.
Tanto Isma, como Leire y Héctor valoran que Somo «es una playa muy adaptada» para ellos, con un acceso fácil. Algo que también sostiene Pedro Gutiérrez, secretario de la Federación Cántabra de Surf, que apunta a que «habrá pocos arenales en el mundo tan accesibles y donde puedan aprender a hacer surf de forma gratuita todos los días de la semana». Motivo por el cual Ribamontán al Mar ha sido seleccionado para liderar un proyecto europeo en el que participan cuatro países junto a España (Portugal, Irlanda, Francia y Alemania) para avanzar en lo que respecta al surf adaptado. La labor que se está desarrollando en Somo no sería posible sin el apoyo de voluntarios como Thomas, que ceden su tiempo y experiencia para «compartir su pasión por el mar». Algunos son monitores y otros aficionados, como es el caso de Nancy Rojas, vecina de Somo, que confiesa que su única recompensa con la ayuda que presta es llevarse una lección de vida, «el poder compartir tiempo con personas que pese a las circunstancias que tienen no encuentran límites y encaran cada día con una sonrisa».
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