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Retrato de Antonio Revuelta. Colección José Javier Gómez Arroyo
Historias pasiegas

Eficacia probada

José javier gómez arroyo

Vega de Pas

Viernes, 18 de junio 2021, 20:05

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El protagonista de nuestra historia, don Antonio Revuelta Pérez, nació en Vega de Pas en 1823 y donde con tan solo 26 años ya entró a formar parte de la gobernabilidad del pueblo como regidor quinto y procurador síndico, con la facultad legal para ejecutar gestiones económicas y diligencias en nombre del propio Ayuntamiento. Heredero de buena hacienda y cabaña de vacas por parte de su padre, que figura en el registro pasiego como uno de los mayores contribuyentes a principios del siglo XIX, pronto destacó como próspero comerciante de tejidos y potentado vaquero, conservándose en su archivo particular algunos diplomas que avalan los magníficos resultados obtenidos en los diferentes certámenes ganaderos celebrados en la provincia de Santander y que demuestran haber estado en posesión de los primeros premios en numerosas ocasiones, además de habernos dejado uno de los edificios más hermosos del conjunto arquitectónico de la plaza de su villa y que es conocido como Casa de don Guzmán en consideración a su nieto, el prestigioso ingeniero pasiego Guzmán de la Vega Revuelta.

El 1 de enero de 1859 don Antonio Revuelta fue nombrado alcalde de villa por el gobernador provincial, con el compromiso de velar por la seguridad de sus vecinos en una España sumergida en la subsistencia propia del período de entreguerras carlistas y paupérrima situación que había provocado un incremento de la delincuencia que se extendió a su vez a los tranquilos Montes de Pas. Los pasiegos, que ya habían solicitado en numerosas ocasiones el establecimiento de un cuartel de la entonces recién creada Guardia Civil y que aún tardaría varios años en conseguirlo, se veían en la obligación de actuar ante este auge de criminalidad en su territorio y donde el pillaje y robo de ganado se estaba convirtiendo en algo frecuente, por lo cual la corporación:«... hizo presente la necesidad que había de establecer una ronda de mozos armados que vigilen y celen por las noches en averiguación de malhechores que según indicios vehementes se ocultan en este distrito municipal...» por lo que acordaron facultar al nuevo señor alcalde «... para que se valga de las personas que juzgue necesarias y que crea de confianza para que desde hoy las comunique las órdenes oportunas sobre el particular...» ( Sesión de 17 de abril de 1859, Archivo Histórico de Vega de Pas.)

Lo referente a las «órdenes oportunas sobre el particular», la verdad sea dicha, no sabemos a ciencia cierta si lo entendieron muy bien los dos brillantes centinelas seleccionados, pero el travieso azar hizo que fuera el mismo regidor el que comprobase en sus propias carnes la eficacia de la fuerza de seguridad ciudadana por él creada, pues confundido con un bandido le fueron propinados unos estacazos por parte de la precitada ronda de mozos en una oscura y lluviosa noche cuando regresaba de Santander a lomos de su yegua, dejándonos constancia del hecho su esposa doña Liberata en una carta enviada a su prima, fechada el 23 de junio de 1859 y en la que se lamentaba del estado en que dejaron a su marido: «... muy dolorido y con convulsiones y aún en cama de los golpes que le dieron Manuel y el otro idiota, que creyéndole un ladrón casi lo matan...» (Archivo del ingeniero Guzmán de la Vega.) Don Antonio, después de este desgraciado incidente que por poco le cuesta la vida, abrazó la fe y se inclinó con más ahínco hacia el voluntario propósito de dotar de prosperidad a su villa para «... proporcionar a sus subordinados mejoras en ella de conveniencia y utilidad que les inspiren a la vez mayor religiosidad al contemplarlas concluidas...», piadosa introducción que sirvió para comunicar su aspiración por elevar la espadaña de la iglesia y así poder acoger una nueva campana para el recién estrenado reloj de la villa, colocado sobre ella en el año 1857 y porque la que se le adecuó en origen «... no llena ni ha correspondido como se esperaba a los deseos del vecindario en general por carecer del diámetro y altura suficientes para que a doble o mayor distancia se comuniquen las horas...» (Acta de 9 de julio de 1859.) Antonio Revuelta volvería a regir el destino político de su pueblo entre los años 1869 y 1872 y posteriormente en la década de 1877 a 1887, demostrando haber sido, a pesar de su aparatosa entrada, un buen alcalde durante esta segunda mitad del siglo XIX que supuso el despertar ganadero de las tres villas pasiegas y, por supuesto, la eficacia en su guarda y custodia.

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