Puente Viesgo recupera el espíritu de Padilla, alcalde, juez y caricaturista
Un libro escrito por Pedro de la Vega resucita al polifacético artista viesgueño, que murió en el olvido, cuya casa natal se convertirá en un hotel
No cabe duda de que el espíritu de cada cual es libre y se puede manifestar como bien crea oportuno. Eso es lo que han ... debido pensar muchos vecinos de Puente Viesgo cuando hace unos días han sabido que la casa natal del polifacético artista Ángel López Padilla se rehabilitará para transformarse en un hotel. Y es que el que llegó a ser alcalde de Puente Viesgo no parece cejar en su empeño de no caer en el olvido y de que la historia, por fin, le haga la justicia merecida.
Durante la pandemia el escritor e historiador Pedro de la Vega 'sintió' ese empuje y recogió la vida, obra y milagros de este viesgueño que se libró varias veces de la pena de muerte. El gentilicio, por cierto, se atribuye precisamente a López Padilla.
De la Vega reconoce tener pasión por esa figura poco reconocida y menos recordada. Incluso confiesa haberse sentido empujado a contar esa sensación en el título del libro, 'Espíritu Padilla'.
Por encontrar excusas al nuevo renacer de quien también llegó a ser juez, cumpliendo una de sus aspiraciones, nada mejor que aludir a una llamativa fecha. Mañana, lunes 27 de octubre, se cumplen 130 años de su nacimiento. Así que, a ver quién pone ahora en duda ese 'espíritu' .
Pedro de la Vega cuenta que Ángel López Padilla nació en Puente Viesgo en 1895 y falleció, en el más absoluto anonimato, en Torrelavega, en 1965. Fue un más que notable dibujante, ilustrador y caricaturista, que era su especialidad, y adquirió gran renombre en la escena cultural de Cantabria durante las dos décadas previas a la Guerra Civil y, aunque mucho menos, en las dos posteriores.
Colaboró con sus creaciones gráficas y escritas en prestigiosos periódicos y revistas, algunas de difusión nacional; diseñó portadas para libros de autores importantes, caso de Manuel Llano, y ganó varios concursos de carteles, «todo ello en una época de grandes convulsiones sociales y políticas, tanto en el ámbito nacional como local, que afectarían enormemente a su trayectoria vital y profesional».
Cualquier persona que frecuente o accidentalmente disfrute del bar Chema de Torrelavega podrá ver en sus paredes los murales pintados por el artista. Sus antaño afamadas caricaturas se pueden ver en el libro de De la Vega. Y poco más, porque es prácticamente inútil recurrir a Internet para conocer más en detalle a un hombre atípico.
La rehabilitación de la casa natal como hotel ha permitido recuperar la biografía del artista
Tanto, que no dudó en abandonar el burladero para tentar la suerte. Lo hizo en forma de caricatura de un hombre que tras la Guerra Civil tenía mucha prosapia, el general Millán-Astray. Si a Unamuno le consintió aquello de «venceréis, pero no convenceréis», al cántabro López Padilla el militar no le perdonó su dibujo en forma de merluza escurridiza. Esto sirvió al artista para apuntarse su primera condena a muerte. No fue la única y de todas se libró, para terminar sus días en Torrelavega vagando hasta su fallecimiento.
Él fue tan atípico como lo fue su abuela, Teresa Altuna, adelantada a su tiempo, en el siglo XIX, íntima amiga del padre del filósofo Ortega y Gasset, José Ortega Munilla, asiduo, por esa amistad, a la villa y su balneario. Una abuela que ya vivía en la casa que permite retomar la historia de Ángel López Padilla.
Y ahora todo apunta a que el nombre del hotel hará honor a la trayectoria del homenajeado, Espacio Cultural Casa Velda.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión