Un año de la explosión de La Albericia
Los vecinos afectados no han recibido aún solución definitiva y la principal traba es que fue provocado por una de las víctimas mortales, sin seguro
Aunque no son visibles, pesan más las secuelas mentales que las físicas. Y eso que estas últimas no son menores un año después de la ... tragedia. Johan se ha quedado cojo de un pie y sigue en rehabilitación por su hombro; su madre, Doris, necesita una muleta para caminar; y su mujer, María del Pilar, tiene una fisura entre la cadera y la pelvis. En el caso de Carlos y Lines, él no acaba de recuperar la movilidad y sensibilidad de su brazo (las llamas le arrasaron la piel) y probablemente le tengan que someter a una nueva y larga operación de reconstrucción. Pero la peor parte viene cuando se van a dormir. El sonido de la explosión vuelve a sus cabezas como si ocurriera de nuevo; oyen las sirenas de la Policía, los Bomberos y las ambulancias. Vuelven a enfrentarse al salto desde la primera planta en la que vivían hacia el vacío. Los supervivientes de la explosión de La Albericia relatan cómo es su vida 365 días después del suceso. Aunque físicamente se están recuperando, siguen sin soluciones a la pérdida de sus viviendas por parte de sus seguros, ya que la principal traba es que la explosión fue provocada por una de las víctimas mortales –hubo tres–, que había anulado su seguro del hogar poco antes. En medio de la desgracia, una única nota positiva: Johan y María del Pilar tendrán un bebé, un niño, en diciembre. «Es una alegría después de todo lo que nos ha pasado y nos ayudará a empezar de cero», cuenta Johan.
Fue en la madrugada del 26 de octubre de 2024 cuando se produjo la explosión en una de las viviendas del número 24 de la calle de La Albericia. Fue en el piso donde residía Manuel Fernández, quien lo provocó. No era la primera vez que intentaba quitarse la vida. Con la virulencia de las llamas se llevó por delante la vida de un matrimonio, Daniel y Raquel, mientras sus hijas pudieron salir con ayuda de los vecinos. El resto de los habitantes de la planta baja salieron por su propio pie y quienes lo tuvieron más complicado fueron los de la primera planta; Carlos y Lines por una parte y la familia peruana por otra. Por fortuna, y a pesar de las secuelas que aún arrastran, viven para contarlo. Esta semana se reencontraron con el objetivo de dar forma a este reportaje, y Carlos y Johan no pudieron reprimir un abrazo que irradiaba la emoción contenida al recordar lo que tuvieron que vivir. Y al rememorar con palabras lo ocurrido aquella madrugada, resultaba difícil contener las lágrimas.
Donde estaba su casa solo queda el solar. De hecho, da la sensación de que ha pasado más tiempo, ya que ha crecido bastante vegetación en este año. Además de quedarse sin vivienda, los propietarios tuvieron que hacerse cargo económicamente del desescombro y aún tienen que retirar el cableado de los suministros, que cuelga desde el edificio de al lado hasta el suelo. «Hay un problema de concurrencia entre el seguro del hogar y el de la comunidad; pagábamos los dos pero no te pueden indemnizar ambos. Por el contenido nos han pagado; por el continente, no», explica Carlos. Él y Lines viven en casa de su hija Ainhoa. A sus 60 años, no pueden pedir otra hipoteca y los precios de los alquileres están demasiado altos como para acceder a ellos. «Eso, teniendo en cuenta que nosotros ya teníamos una casa y no somos los culpables de haberla perdido. El culpable ya no está», continúa.
«Volver a trabajar fue duro las primeras semanas, lo que más me costaba era respirar»
María de Los Ángeles Salas
Vecina afectada
«Hay un problema de concurrencia entre el seguro del hogar y el de la comunidad»
Juan Carmlos Llata
Vecino afectado
«Por mis problemas en la cadera y la pelvis, me han dicho que igual me tienen que hacer una cesárea»
María del Pilar Cisneros
Vecina afectada
«El bebé es una alegría después de todo lo que nos ha pasado y nos ayudará a empezar de cero»
Johan Samuel Yarlequé
Vecino afectado
«Me canso enseguida y me da pena que no puedo desenvolverme con mi nieta Zoe como antes»
Doris Emperatriz León
Vecina afectada
Lines es la única que ha podido volver a trabajar, aunque pasó una temporada en la cámara hiperbárica. «Fue duro al principio, lo que más me costaba era respirar». Como apunta su hija Ainhoa, le vino bien a nivel mental volver al trabajo para distraerse y dejar de dar vueltas y revivir lo ocurrido. «Hemos llamado a todas las puertas», continúa esta familia, «al Ayuntamiento, al Gobierno, al Icass... Nadie nos ha dado una solución, y es cierto que no son los culpables, pero nosotros tampoco».
En el caso de la familia peruana, ellos vivían de alquiler, aunque están pendientes de una conciliación con el propietario para que les paguen por el valor de sus pertenencias. Se fueron sin nada, dando tumbos entre residencias y habitaciones hasta que en febrero de este año encontraron un alquiler estable gracias a un compañero de clase del sobrino de Johan, Jhordano, cuyo padre tenía disponible un inmueble.
Doris pasó muchos meses en cama y ahora puede andar con muleta. «Me canso enseguida, pero es un avance. Me da pena que no puedo desenvolverme con mi nieta Zoe como antes». En el caso de María del Pilar, su principal preocupación está en el bebé que está por llegar: «Por mis problemas en la cadera y la pelvis, me han dicho que igual me tienen que hacer una cesárea».
Seguros y juicios
Aunque en un primer momento trataron que fuera el consorcio de seguros el que les diera solución, esta entidad no indemniza sucesos provocados, sino que atienden los desperfectos provocados por fenómenos naturales o accidentes. «Todo sería más fácil si el piso donde se originó la explosión tuviera seguro. En ese caso, las compañías habrían hablado entre ellas para dar una solución», explica Ainhoa. Pero quien lo provocó dio de baja su seguro del hogar poco antes del suceso, por lo que todos han quedado desprotegidos. La esperanza que les queda ahora es que la hermana del causante, que era la propietaria del piso, pueda 'reactivar' el seguro, ya que se dio de baja sin consultárselo.
«Aunque ella no ha querido hablar directamente con nosotros y lo hace a través de un abogado, sabemos que está intentando que el seguro que tenían se haga cargo, ya que a ella ni le llamaron ni le mandaron ninguna carta cuando su hermano, que era su inquilino, lo dio de baja». Si este extremo no se resuelve, creen que la responsabilidad recaerá sobre ella. «Las denuncias las tenemos contra ella porque era la propietaria del inmueble y quien realmente tiene que hacerse cargo de lo que nos ha pasado a los demás, pero probablemente no pueda asumir los destrozos de las cinco viviendas que había en el edificio a parte de la suya. Aunque no fue su culpa, porque fue de su hermano, el piso era suyo y allí es donde empezó todo. Además, su hermano ya no está», explican estos vecinos, que lamentan la lentitud con la que avanza la tramitación de su caso.
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