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 Siglo XXI. El actual edificio, construido por el Ayuntamiento en el año 2000

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Siglo XXI. El actual edificio, construido por el Ayuntamiento en el año 2000 ROBERTO RUIZ

139 años de balneario en La Magdalena

El primer edificio fue dedicado a disfrutar de los baños de agua marina, fríos y calientes, de moda por sus beneficios para la salud. El marqués de Robrero construyó la primera casa de baños de agua de mar en este paraje en el año 1878

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Lunes, 9 de octubre 2017

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El cierre del balneario de La Magdalena ha devuelto a la actualidad parte de la historia de esta instalación que desde 1934 está en manos del Ayuntamiento de Santander, por concesión del Estado para explotar este paraje. Pero antes, ya existía instalación (balnearia de verdad) en esta playa santanderina. La primera concesión para establecer una casa de baños de agua marina en esta playa fue para Felipe Quintana, primer marqués de Robrero.

Los datos precisos sobre esta primera instalación balnearia se conocen gracias a la profesora de la Universidad de Cantabria Carmen Gil de Arriba, que estudió con mucho detalle todo el movimiento balneario en la costa de Cantabria. El balneario de La Magdalena se abrió hacia 1878. Las características de este balneario era que tenía una galería de baños de 80 metros de longitud, con depósitos de agua dulce y salada, sesenta cuartos, dieciocho bañeras de mármol blanco con agua salada fría y caliente, además de agua dulce. Desde el balneario se accedía a la playa por cuatro escaleras, una situada a cada extremo de la larga galería y dos en el centro.

El edificio balneario era de categoría pues, como cuenta la citada profesora, tenía fonda con planta baja y tres pisos, contaba con comedor principal de mayor tamaño y otros dos más pequeños, además de salones y 18 habitaciones. Y para llegar cómoda y rápidamente hasta este balneario había una línea de barco a vapor desde la ciudad, también propiedad del marqués. Porque en aquella época las playas estaban muy lejos de Santander y, en ellas, no había nada, salvo los balnearios que se fueron construyendo con el paso de los años y por hacerse famosas las recomendaciones médicas de tomar baños de mar.

La concesión de Costas al marqués caducó en 1931 y, desde entonces, es del Ayuntamiento

La concesión del balneario para el marqués de Robrero duró hasta el 21 de noviembre de 1931. «El 2 de febrero de 1934, el Ayuntamiento de Santander -relata Carmen Gil de Arriba- obtuvo la autorización de la Jefatura de Obras Públicas para la construcción de un establecimiento balneario en La Magdalena. Las obras dieron comienzo, pero se suspendieron a finales de dicho año, por lo que no podemos precisar si en algún momento, entre finales de 1931 e inicios de 1934, existió actividad reseñable» en el edificio.

Desde entonces, el Ayuntamiento ha sido el concesionario de este establecimiento. Desde que se recuerda solo ha estado dedicado a bar y restaurante con terrazas. La concesión al Ayuntamiento acaba en julio de 2018 y aspira a renovarla con Costas a un precio razonable, nada de los 64.632 euros que le pide.

Otro salto en el tiempo, porque Gil de Arriba ofrece otro dato interesante fruto de su investigación: «En 1882, la marquesa de Robrero promovió un expediente en el Ayuntamiento solicitando permiso para construir un edificio balneario en La Magdalena. El informe municipal indica que su marido ya había disfrutado de una concesión en dicha zona, entonces caducada». El Diario de Santander del 21 de mayo de 1882 relata que «La señora marquesa de Robrero en nombre de su esposo, vecina de esta ciudad, ha solicitado autorización para establecer una casa de baños, con carácter permanente, en La Magdalena».

Hubo casas de baños desde Puertochico a la Segunda Playa. Unos flotantes, en barcos, y otros en edificios de los que se conserva (transformado), el balneario de la Primera Playa, del Rhin, o del Maremondo. Hoy no conserva nada de establecimiento balneario, pero hasta hace una década en 'La caracola', espacio para uso de un club de bañistas, se conservaban bañeras de mármol blanco macizas, las que se usaron en el siglo pasado para tomar baños de agua salada.

El marqués de Robrero

Felipe Quintana fue un indiano nacido en Arnuero en 1829 y educado en el colegio de Santoña. Viajó a cuba, donde vivían parte de sus hermanos, en 1834, a la edad de 14 años y volvió de la isla en 1864, enriquecido. El Rey Amadeo I le concedió el título de marqués de Robrero en el año 1873, nombre que hace referencia al lugar de Santoña llamado El Robrero. Fue uno de los más importes propietarios de tierras en Santoña y pagó la rehabilitación de parte de la Iglesia de Nuestra Señora de Puerto. Falleció en Santander el 22 de junio de 1981, en su casa del Muelle 34. La vida de Robrero ha sido estudiada por la historiadora Belén Gómez Acebo y publicada por Ediciones Tantín. El título lo ostenta Vicente Quintana Pombo, tercer marqués de Robrero, bisnieto de Juan Pombo Conejo, primer marqués de Casa Pombo.

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