Ver fotos
Cariñosa despedida, notable presentación
La terna de matadores aprovecha las opciones que ofrecieron los 'santacolomas' de La Quinta
ALFREDO CASAS
Miércoles, 24 de julio 2019, 07:23
Al finalizar el paseíllo, los jóvenes de la Asociación Taurina de Cantabria desplegaron en el tendido 3 una pancarta que decía: «Manuel Jesús 'El Cid', ... gracias maestro». No se hizo esperar la unánime respuesta del respetable: una rotunda y sentida ovación. Los aficionados puestos en pie. Manuel Jesús asomó por la tronera del burladero de matadores para recoger el cariño del público cántabro. Aún habría más momentos para la nostalgia.
Cornidelantero, bajo, reunido y apretado el primer cárdeno de la tarde. Suelto de salida. De templado son. Que colocó la cara a su altura natural y repitió los viajes sin entrega ni empuje. Cumplió 'Jabonero' en varas. Continuó el toro sin descolgar la gaita tras el capote de brega. Brindó Curro Díaz a 'El Cid'. Al aire del toro el sutil inicio de faena; saliéndose con torería hacia los medios. Ni la más mínima apretura. Calibradas las dos primeras series en redondo. Largo el tiempo muerto entre una y otra serie. El animal, noble y soso, venido a menos. Cogido con alfileres, falto de vida y acobardado. No le quedó a Curro más remedio que montar la espada.
Estrecho de sienes, enmorrillado, algo despegado y musculado el segundo; una pintura. Quiso tomar los vuelos de la capa de 'El Cid'. Por blando y entregado, perdió las manos. Bajo el peto, 'Palomo' no hizo más que zascandilear. Mucho ruido y pocas nueces. Se llevó un segundo picotazo y salió del caballo rendido. Desentendido y echando las manos por delante durante el segundo tercio. Después de brindar a la presidenta de su peña en Santander, Manuel Jesús sacó al toro al tercio. La muleta en la mano izquierda. Los naturales de uno en uno. Más que pulseados, acariciados. Imposible ligar las series. El desrazado ejemplar no repitió los viajes; además salió con la cara por las nubes. Con la mano derecha, más de lo mismo. En un abrir y cerrar de ojos, el toro echó la persiana definitivamente.
El astado del debut de Emilio de Justo fue un morlaco ligeramente brocho, bajo y bien comido. Con más pies y codicia de inicio. Su comportamiento en varas fue de bravucón; terminó defendiéndose. Recargó en un par de ocasiones sin que Mario Benítez se defendiera con la puya. Bien por el varilarguero. Escupido de las suertes, 'Bombero' tuvo poder pero lo reservó para mejor vida. Brindó Emilio al público. Puesta la muleta para que el 'quinto' no encontrara la salida. Sitio por delante y ajustada la altura del engaño. Aseo y pulcritud. Llegó la hora de no dejar pensar al toro y de ganar un paso al rematar los muletazos para trenzar las tandas de naturales. Los viajes cada vez más largos gracias a que Emilio tiró del toro. Y bien que pesó. Brillante el trasfondo técnico y la puesta en escena. Hubo de ponerle el torero mucha expresión y fibra. Él se lo guisó, él se lo comió. Entregada estocada desprendida y un pitonazo que desgarró la taleguilla. Oreja de ley.
El toro de la merienda no consintió que Curro Díaz se estirara con el capote. Engatillado, degollado, bajo y más largo de viga, 'Matajaca' se defendió en varas y salió del caballo encogido. Por la razón que fuera se soltó a galopar en el transcurso del tercio de banderillas, aunque punteó los capotes y apretó para tablas. Con desmayo y empaque sacó Curro al toro hasta el tercio. La primera serie con la derecha fue todo delicadeza. Y la segunda rezumó hondura. Lástima que el toro cantara la gallina. Convencido de las virtudes del astado, sobre todo de su templado ritmo, Curro compuso dos nuevas tandas. Sin perder un solo paso la primera; algo que el toro no agradeció. Buscando hueco por delante la segunda; lo que propició que el torero pudiera relajarse, torear desde el pecho y soltar los flecos del engaño. La baja estocada restó fuerza a la petición. Se enfadó el jienense.
El quinto fue el astado de más cuajo del encierro. También engatillado; de generoso cuello, esqueleto y romana. Menudo son tuvo de inicio. Aunque descolgó la cara, le costó ir para adelante. Apenas castigado por Juan Bernal, 'Timonero' distrajo su atención y buscó los terrenos de toriles. Al respetable brindó 'El Cid' su último toro en Cuatro Caminos. Pronto, pero aún sin ahormar, al de La Quinta le faltó ritmo. Encima le enganchó las telas a Manuel. Consciente de ello, el de Salteras le apretó las tuercas en la siguiente tanda. De mejores inicios que finales, el toro mantuvo su comportamiento. Dos series de naturales recordaron al mejor Cid. Por su exigente embroque, sometido trazo y profundidad. Y un desplante marca de la casa. Dos últimas tandas en redondo, de recreada composición y barrocos remates, antecedieron a media estocada letal. Dos orejas unánimemente demandadas por el público soberano. Las despedidas ablandan los corazones. Sentimos, luego existimos.
Aún con los ánimos por las nubes, se hizo presente el sexto, un toro estrecho de sienes, de buen cuello y largo. Cuando 'Pies de Plata' sintió la puya no hizo más que lanzar derrotes. Quitado por chicuelinas, el toro fue magníficamente banderilleado por 'Morenito de Arles'. Ajustados de inicio los terrenos, las distancias y las alturas, Emilio de Justo no tardó en encajarse y ponerse a torear en la siempre difícil media altura. Fenomenales fueron los abrochados pases de pecho con los que remató las series en redondo. Encunado sin consecuencias en la tercera tanda, el extremeño regresó a la cara de su descastado oponente hasta exprimir la última de sus orientadas, desentendidas y cortas arrancadas. Vaya mérito el suyo. Tras soberana estocada paseó otra merecida oreja. Acompañó a 'El Cid' en la salida a hombros.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión