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La emoción de lo de siempre
Las nuevas propuestas se combinan con las más asentadas en una mezcla festiva perfecta
Rodrigo Campos
Santander
Domingo, 21 de julio 2019, 08:17
Cada año de fiestas en Santander es diferente. Aun así, hay muchos elementos que se repiten y hacen que esta Semana Grande sea siempre un momento especial para santanderinos y visitantes. La jornada de ayer fue un ejemplo perfecto. La ciudad amaneció con la resaca del chupinazo y el confeti en la Plaza del Ayuntamiento como prueba de lo que sucedió en ese lugar la noche anterior, y acabó repleta, con un gentío llenando las calles, los paseos, las terrazas y las casetas. Era sábado. Buen tiempo. Fiesta. Atope. A primera hora el ambiente se mostraba más tranquilo. Los mayores, que ocupaban los bancos que rodean la plaza, y las familias, que paseaban, eran los más madrugadores. Los caseteros ponían todo en orden y se preparaban para empezar el servicio, sin dejar de mirar de reojo a las nubes que cubrían el cielo y amenazaban lluvia. Algo que finalmente no ocurrió para alivio de los hosteleros y satisfacción de la concurrencia.
Un taller medioambiental y el carrusel ecológico sensibilizaron a los más pequeños en Juan de Herrera
En la calle Juan de Herrera comenzaba el programa del sábado con dos actividades sensibilizadas con el cuidado del planeta. El taller de sostenibilidad medioambiental, que se podía disfrutar entre las 11.00 y las 13.00 horas, y en el que se producía una imagen más que curiosa, pues no todos los días se ve a los niños jugar con latas a modo de bola de petanca o de balón de baloncesto. Y el carrusel ecológico, que participa un año más con el mismo éxito de siempre;desde las once de la mañana, cuando se levantaban las lonas que lo cubren, los más pequeños intentaban convencer a sus padres para montar en la atracción. Carlota, al final, lo consiguió tras mucha insistencia, y Jimena, su madre, comentaba:«Todos los años se sube y elige siempre la jirafa», una de las figuras del tiovivo. Todas ellas están hechas con materiales reciclados de ruedas de camión.
Carnaval en las fiestas
De ahí a la Plaza de Porticada. Unos carteles a los lados del escenario anticipan los espectáculos que se podrán disfrutar durante la Semana Grande. María José, una cordobesa que visita Santander junto a sus padres, pregunta: «¿Hoy qué día es?»;una vez que resolvió la duda levantó la vista y leyó en el letrero que a las 12.00 horas comenzaba el espectáculo de las comparsas ganadoras del Carnaval 2019. «¿Serán como las de Cádiz?», comentaba en voz alta María José. Pero uno de los participantes en el espectáculo, de la Asociación en Marcha, advirtió de que «ni un punto de comparación con las gaditanas». Ni mejor, ni peor, pero con otro acento.
Las comparsas ganadoras del Carnaval 2019 actuaron en la Plaza de la Porticada
Se iba acercando la hora de la puesta en escena y la plaza se llenaba de personas disfrazadas de muñeca, de bufón, de gato... todo confeccionado por las propias asociaciones participantes. Todo mientras los curiosos, que paseaban por la zona, iban ocupando asientos. Y comenzó la función. Representaciones simpáticas, con música, mucho color y, sobre todo, buen rollo que acabó contagiando a todos los presentes, mientras daban palmas al ritmo de las canciones.
En la Plaza Alfonso XIII había más actividades infantiles. Colchonetas, columpios y viajeros al tren. Este último llenaba sus vagones de familias. Se encontraban muy bien situadas, ya que a pocos metros los mayores tomaban el aperitivo en las casetas de la Feria de Día y eso «se agradece», apuntaba Tomás, un padre de familia madrileño fiel veraneante en Santander: «Venimos siempre esta semana y los niños participan en todas las actividades».
A pesar de las nubes, la temperatura era la idónea para pasear. Y, por lo concurrido que estaban los jardines de Pereda y el paseo marítimo, eso debió pensar mucha gente. Entre el Centro Botín, adornado con flotadores por la iniciativa 'Como pez en el agua', y Puertochico se producía un ir y venir de personas que disfrutaban de las maravillosas vistas que dejaba la bahía. El pañuelo era un complemento más en muchos de los paseantes e, incluso, había algún perro que lucía el trapo azul en el cuello. Pasado el mediodía empezaban a sumarse a ese marea humana más grupos de jóvenes, que se habían repuesto después de una noche larga.
Santander a rebosar
Esta imagen del centro de Santander, a rebosar de transeúntes, podía dar a entender que las nubes habían vaciado las playas. Pero nada más lejos de la realidad. Los autobuses hacia El Sardinero iban abarrotados. Igual que las pedreñeras, tanto de ida como de vuelta, un medio de transporte muy utilizado para acercarse a las fiestas los que se encuentran al otro lado de la bahía.
Las nubes y la inicial amenaza de lluvia no evitaron que las calles se llenaran de vecinos y visitantes
En La Magdalena eran pocos los bañistas, pero aprovechaban para practicar actividades deportivas, como el voley. En la playa del Camello se celebraba desde primera horas el Maratón de Palas, la música ambientaba el encuentro y se utilizaban las vallas del Ayuntamiento y cinta de plástico para limitar las pistas. En total, doce horas consecutivas de este particular deporte. En La Primera de El Sardinero eran muchos más los atrevidos que se adentraban en las aguas del Cantábrico.
A la salida de la playa tocaba un grupo de música; a su lado, en un cartel, se podía leer 'Si te gusta sonríe'. Y por las caras de las personas, se podía adivinar que gustaba. En La Segunda, torneo de rugby playa, algo que empieza a ser habitual en la Semana Grande y que tiene mucho éxito, no solo entre los participantes, sino también entre las personas que acuden a ese arenal.
Por entonces las casetas del Parque de Mesones presentaban una imagen más pobre, pero esperaban la hora de comer para recibir un mayor número de clientes. Los primeros que habían dejado la arena para tomar unos pinchos y bebidas fueron un grupo de italianos que había venido por primera vez a Santander para celebrar una despedida de soltero, aunque no sabían que estas fechas coincidirían con las fiestas de la ciudad. Habían podido disfrutar del chupinazo y de una primera noche con mucho ambiente. «Estamos muy contentos», dijo uno de ellos.
Todo preparado en el Circo Quimera, que por la tarde inauguraría su función, 'Tropical'. También ponían todo a punto en el aparcamiento de los Campos de Sport del Sardinero para las ferias, que comenzaron a las seis de la tarde y funcionaron hasta las 02.30 horas, horario que se repetirá los próximos viernes y sábado, así como el miércoles, 24 (víspera de Santiago); el resto de días finalizará a las 00.30 horas. Los feriantes probaban el funcionamiento de las atracciones y limpiaban los asientos y mesas de los puestos de comida. Al lado contrario del estadio se inauguraba la Feria de gastronomía y folclore regional. Las casetas de los diferentes territorios presentaban sus platos típicos y también esperaban a «la vuelta de la playa, que es cuando más clientes tenemos», decía una de las empleadas.
Este paseo desde el Ayuntamiento hasta el Sardinero da una idea de todo lo que da significado a la Semana Grande. Unos factores que se repiten, pero que no pueden faltar o las fiestas no serían lo mismo.
El chupinazo El pañuelo, las actividades infantiles, con los más pequeños tirando del brazo de sus padres. La incertidumbre meteorológica, el no saber si uno de los planes tendrá que ser cancelado por unas inoportunas lluvias. Las terrazas –como barras de los demás establecimientos– repletas, los pinchos y las bebidas en las casetas de la Feria de Día. La gaita, los tambores y los pitos, los trajes y la gastronomía regional. La música en los altavoces de las plazas y en los escenarios de la Porticada y de La Campa. Y, sobre todo, la gente, que llena y da mucha vida a Santander a lo largo de toda la semana.