De hoteles de familia a hoteles para viajeros
Los empresarios hoteleros dan nueva vida a las antiguas residencias familiares. La primera fue Las Brisas. La última, Royal Luxury Suites
JUAN CARLOS FLORES- GISPERT
Domingo, 6 de enero 2019, 19:47
En sus tiempos fueron residencias familiares, lo que en los primeros años del siglo XX se llamaron 'hoteles de familia'. En Santander se conservan muchos ... de los que estuvieron repartidos por El Sardinero, una vez consolidado este barrio como zona de expansión de la ciudad, en especial en el verano. Y también quedan muchos en el paseo de Menéndez Pelayo y varios en el Paseo del General Dávila. Quién les hubiera dicho a aquellos propietarios que, siglo y medio después, sus casas serían hoteles de viajeros. Un negocio que está recuperando para el patrimonio cultural de la ciudad varios de sus edificios más distinguidos. Desde Las Carolinas, en General Dávila, a dos elegantes chalés en la calle El Sol, próximos a ser convertidos en hoteles.
Las Brisas
En El Sardinero, a pocos metros de la Segunda Playa, está la imponente casa de indianos de alrededor de 1900 que acoge el Hotel Boutique Las Brisas, que fundaron en el año 1986 el matrimonio formado por Jesús García Muñoz y la empresaria catalana María Teresa de Noguera. Fue la primera joven empresaria que se instaló en Cantabria. Adquirieron el edificio a a Jesús Salazar del Río para abrir un hotel, por que García Muñoz ya venía de padres hoteleros, con su Hostal del Cantábrico, en la calle Panamá. «Lo compraron para transformarlo en un hotel con encanto tipo hoteles bed and breakfast ingleses, que mi padre había conocido durante los muchos inviernos que pasó en el Reino Unido», dice Sergio García de Noguera, hijo del matrimonio fundador y que hoy está al frente del negocio. El hotel tiene trece habitaciones y una de ellas es dúplex, «en la torre del inmueble que caracterizaba a las casas de indianos», acaba. El mantenimiento de un edificio como éste «es costoso, porque intentamos tenerlo siempre actualizado y vamos cambiando y reformando espacios. Recientemente renovamos el comedor y hace unos años restauramos toda la fachada, manteniendo las molduras originales. Lo que no hay son muchas ayudas por parte de las administraciones para mantener este tipo de edificios singulares, que son parte del patrimonio histórico de la ciudad. El nuestro, en concreto, está protegido. Ofrecemos a los clientes ese toque personalizado que no pueden ofrecer los grandes hoteles. Aquí mimamos al cliente, ofrecemos una experiencia diferente donde alojarse, en un hotel que queremos que sea su casa», acaba.
Muy cerca está el Hostal Carlos III, frente a La Concha, que ocupa un edificio que fue proyectado a principios del XX por el arquitecto cántabro Lavín del Noval. Tiene 28 habitaciones y dos estrellas y cierra en invierno. Está dotado de todas las comodidades a pesar de ser un edificio veterano.
Las Carolinas
En el paseo del General Dávila está la que fue residencia de la familia Gutiérrez Cortines-Corral hasta el año 1993, cuando vendieron la que era finca de sus antepasados desde el año 1864 a Caja Cantabria. La entidad de ahorro, por su parte, la vendió en 2001 a la Asociación Empresarial de Hostelería de Cantabria, que rehabilitó el edificio, construyó otro para oficinas y restauró el parque, con una inversión de 2,4 millones de euros, de las que 400.000 aportó el Gobierno regional. El proyecto de rehabilitación fue del arquitecto Clemente Lomba que respetó los elementos originales adaptándolos a sus nuevos usos. En este inmueble, que se enmarca en el denominado estilo Brittish, por sus elementos de la arquitectura tradicional británica, se puso en marcha en el año 2004 el Hotel Escuela Las Carolinas, que acoge trece habitaciones, comedor para 30 comensales, cafetería, sala de estar y salas de recepciones. El jardín de la finca tiene destacados árboles, algunos de ellos centenarios. Este año 2019, será restaurado por segunda vez, para adaptarlo a las nuevas necesidades pero, como explica el presidente de la Asociación, Ángel Cuevas, «sin perder nada de su categoría señorial».
Suite Home Los Pinares
Un palacete de 1893 en la Avenida de Los Infantes fue el año pasado reconvertido en hotel por la empresa Inycon, con una inversión de dos millones de euros, incluida la compra del edificio, del terreno y la total transformación del chalé. Poco imaginó en el año 1893 Antolín G. de Rozas que la casa que mandó construir en la avenida de Los Infantes número 23 se convertiría en el siglo XXI en un pequeño hotel de quince habitaciones en una finca de 642 metros cuadrados, denominado Suite Home Pinares (está a pocos metros del pinar de la iglesia de San Roque). Está distribuido en tres plantas de habitaciones y dedica la baja a comedor, oficina, recepción y salones para los clientes, «con las calidades de un hotel de dos estrellas español del siglo XXI», dice un portavoz de la empresa.
Villas Carmina y María Rosa
El anunciado hotel en dos palacetes de la calle El Sol será una realidad en el año 2020 y tendrá 19 habitaciones dobles y categoría de cuatro estrellas. El nuevo uso para estos dos edificios del siglo XIX le transportará al XXI plenamente operativos y con todas las comodidades, eliminando añadidos que desvirtuaron sus fachadas originales y dotándoles de una nueva estructura interior para adecuarlos a los nuevos usos hoteleros.
La inversión necesaria para la reconstrucción y adecuación interior y exterior de los dos inmuebles será de 1,2 millones de euros y la llevará adelante la empresa Inversiones Gubo S. L. Los dos veteranos edificios, denominados Villa Carmina y Villa María Rosa son obra de Emilio de la Torriente, fueron levantados en el año 1898 y adquiridos en 2017 por unos indianos de Villacarriedo. Tras la reforma, estos dos conocidos edificios de la calle El Sol, a pocos metros de la iglesia de Los Carmelitas, volverán a la vida para la que fueron proyectados en origen: un hotel de viajeros. «Un proyecto que luego derivó en dos viviendas», explica el médico e historiador José María Cubría. El acondicionamiento interior de los dos señeros edificios será completo, para crear las zonas comunes y las habitaciones, éstas en las tres plantas de los dos inmuebles y en el torreón.
Le Petit Boutique Hotel
En la Avenida de Los Castros, con una decoración inspirada en distintas ciudades del mundo, está Le Petit Boutique Hotel, cuyas habitaciones llevan nombres tan evocadores como París, Estocolmo, Tokio, Nueva York, Bali, Nairobi y Siena. En una casa de los años cuarenta la familia propietaria (la misma que durante años llevó el Hotel París), pensó instalar su residencia pero, finalmente, se decantó por un hotel, que abrió hace siete años y a cuyo frente está Pilar Álvarez de Miranda, tataranieta de hoteleros. «Vimos que había negocio para un hotel como el nuestro, en el que se cuidasen los detalles». Y las previsiones se cumplieron en base a una idea familiar que han desarrollado durante décadas en sus negocios hoteleros: «Para que tenga éxito un negocio hay que mimarlo y cuidarlo. Y también mimar y cuidar al cliente».
Royal Luxury Suites
Una apuesta muy fuerte de los empresario Juanjo Montiel y Yolima Sierra han convertido un elegante palacete del siglo XIX del Paseo de Menéndez Pelayo número 63 en diez apartamentos. La reforma del edificio, uno de los clásicos de este paseo santanderino, ha consistido en conservar todo lo original del inmueble y toda su fachada. Como explica Yolima Sierra, «vimos en este elegante edificio una gran oportunidad de convertirlo en hotel con encanto, un hotel boutique único en una zona importante de la ciudad». Los apartamentos reciben nombres de personalidades cántabras: Augusto González de Linares, María Banchard, Sixto Obrador, José María de Pereda, Ataúlfo Argenta, Jesús de Monasterio, José Villa del Río (Tonetti), Severiano Ballesteros, Menéndez Pelayo y María Sanz de Sautuola.
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