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Carlos Herrero, relojero municipal, durante la restauración de una de las esferas del reloj de la iglesia de Los Carmelitas, en Santander. DM

La iglesia de los Carmelitas vuelve a dar las campanadas

Arreglo. El relojero Carlos Herrero ha colocado un martillo que hace sonar las campanas, «mudas» desde hace décadas

Laura Fonquernie

Santander

Lunes, 11 de julio 2022, 07:06

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Durante décadas se han mantenido silenciosas. Aunque estaban en su sitio de siempre, nadie las escuchaba porque estaban «mudas». Ahora, las campanas de la iglesia de Los Carmelitas, en la calle del Sol, podrán volver a sonar. Para ello ha hecho falta colocar unos «electromazos» que serán el mecanismo encargado de golpear las campanas y que permitirá «crear toques especiales», explica el relojero Carlos Herrero, que se ha encargado de los trabajos en colaboración con unos campaneros de Navarra y a petición del párroco. Todos coincidían en que «era una pena» que no se utilizaran «unas campanas tan buenas». Por eso hicieron una prueba de sonido para comprobar el estado y funcionamiento de la estructura. Y así descubrieron que no había ningún problema: «Estaban perfectas». El punto que se encontraba en mal estado e impedía su uso eran «los yunques que las sujetan» que estaban mal conservados a la intemperie. Al ser de madera y encontrarse en una zona cercana al mar «estaban podridos», explica Herrero.

Como no pudieron «contemplar la idea de girar la campana», pensaron en la posibilidad de colocar «unos martillos que las golpearan» y así lo hicieron. En concreto, con un «electromazo» que funciona mediante una «señal eléctrica guiada por un reloj patrón y golpea el número de veces y el periodo que se quiera». Este mecanismo permitirá «crear toques especiales y dar las campanadas en varios tonos», cuenta.

«Hicimos una prueba de sonido y estaban perfectas. Estaban mal los yunques y era una pena. Ahora los martillos las golpean con una señal eléctrica»

Carlos Herrero

Relojero

No obstante, para el relojero esta no ha sido la primera vez que sube al campanario de la parroquia santanderina. Ya en 2018 se encargó de restaurar el reloj principal, que también llevaba tiempo parado y se encontraba en pésimo estado. La rotura de una de las esferas junto con el hecho de que se encontrara al aire libre facilitaron la entrada de palomas y el consecuente deterioro de la máquina instalada en el siglo XX. Tras colocar una esfera de «metacrilato translúcido, de tamaño idéntico al original, con 118 centímetros de diámetro» fueron sustituyendo las otras hasta completar las cuatro. Desde entonces su mecanismo lo controla una central por GPS y con memoria en caso de corte de corriente.

Finalizadas esas reparaciones, a Herrero y a su equipo les quedó pendiente en la lista de tareas conseguir también que las campanas emitieran sonido de nuevo y en eso han centrado su trabajo. El siguiente paso que se plantean es bajar el reloj antiguo de la iglesia «por piezas» con la idea de «montarlo en nuestros talleres y exponerlo donde nos digan», cuenta Herrero. El objetivo del relojero es que no se pierde el patrimonio de la ciudad.

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