La iglesia de Peñacastillo, rodeada de andamios para reparar goteras
El templo se sometió a una rehabilitación integral hace dos años, cuando se aprovechó también para pintar las fachadas del inmueble
La altura a la que está y el color de su fachada ya llaman suficiente la atención sobre la iglesia de San Lorenzo, en Peñacastillo. ... Pero ahora, rodeada de andamios, mucho más. Aunque la estampa es llamativa -la estructura metálica lleva varias semanas rodeando el inmueble-, el templo no se enfrenta a ningún contratiempo especialmente grave. Como explican fuentes de la Diócesis, «es un arreglo rutinario de la torre».
Esta iglesia, en lo alto de la peña, se sometió hace dos años a una rehabilitación integral. Desde la Diócesis aprovecharon los arreglos para pintar las fachadas del inmueble, que ya lucían un tono apagado y con algunas marcas de humedad. Desde entonces, el color amarillo de sus paredes es visible desde todo el entorno, ya que al estar en lo alto es uno de los elementos más representativos de la zona.
El origen de la iglesia de San Lorenzo se remonta al siglo XI, aunque entonces distaba mucho de lo que es actualmente. Entonces, era el monasterio del barrio de Lluja. No fue hasta cuatro siglos después cuando el edificio sufrió cambios y se construyó un templo, aunque aún distaba de lo actual. Al inicio del siglo XVIII se llevaron a cabo importantes reformas que dieron forma, entonces sí, a una iglesia: una edificación con pórtico, la capilla de Pascual de Estrada Muñoz, se remató el campanario, se trazó la capilla de las Ánimas y se construyó otro pórtico que sustituyó al primero. A pesar de todas las actuaciones, dicha iglesia se demolió a finales del siglo XIX por el mal estado que presentaban sus materiales. Y ya fue en 1897 cuando se inauguró la iglesia de San Lorenzo tal y como se conoce hoy en día, obra del arquitecto Alfredo de la Escalera.
Un año antes de la rehabilitación integral, se tuvo que reparar el muro que está ubicado justo delante. Debido a unas fuertes lluvias, parte de la estructura se derrumbó en diciembre de 2021. Los bomberos de Santander se trasladaron a la zona para determinar la gravedad y concluyeron que el templo no corría ningún peligro, por lo que su actividad no se vio afectada. Para evitar que los viandantes se acercasen demasiado a la zona caída, colocaron balizas a su alrededor hasta que se reparó, ya en 2022, para advertir desde lejos de lo ocurrido y que la gente no se acercase más de la cuenta al área afectada.
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