Las obras del museo Faro Santander incluyen microvoladuras en el suelo
El banco asegura que transmiten «menos vibración y ruido que una máquina», pero vecinos alertan de que tienen grietas en sus casas y comerciantes lamentan los cierres de calles completas
Las obras del recién nombrado Faro Santander, el museo que el Banco Santander abrirá a principios de 2025 en su emblemático edificio del ... centro, ya ha entrado en su última fase y, con ella, han empezado a realizar microvoladuras en el suelo, ya que bajo la planta baja habrá sótanos. Algo que ha sorprendido a los vecinos más próximos, que aseguran que en sus casas están apareciendo grietas. Por su parte, los comerciantes lamentan que esto afecta aún más a sus ventas. Si el ruido habitual de las intervenciones ya ha disminuido notablemente el número de clientes que entran a sus locales, cuando se realiza una microvoladura sus ventas bajan directamente a cero, ya que cierran la calle durante horas.
Desde el Banco Santander quitan hierro al asunto y afirman que estas microvoladuras transmiten «menos vibración y menos ruido que una máquina». También garantizan que «son inocuas para los vecinos, tenemos sismógrafos conectados que demuestran que la vibración es muy inferior a la producida por una máquina y muy por debajo de los límites legales». Tras las quejas de los vecinos, avisan cada vez que tiene lugar una de estas microvoladuras. Hoy mismo realizarán una entre las 11.30 y las 14.30 horas, como han advertido desde Ferrovial, empresa que está desarrollando las obras, a los vecinos y comerciantes.
No le parecen tan «inocuas» a Juan Nicolás Fernández, vecino de la calle Bailén que, desde su ventana, prácticamente puede tocar la lona que cubre el banco. Lleva dos años aguantando el ruido de las obras, pero últimamente ha observado que han aparecido grietas en su casa. Hay en el salón, en la cocina, en las habitaciones y en el baño. Prácticamente en toda la vivienda. «Y llegan desde el techo hasta el suelo. Antes había alguna, pero no tan profundas y largas». A esto se suma el ruido de la maquinaria de día y de las bombas de achique cuando llega la noche. «Vibra hasta la almohada».
En los comercios que hay justo detrás no tienen grietas, pero sufren las consecuencias de las microvoladuras de otras manera. «Cierran la calle. Si ya cuesta que venga la gente hasta aquí con el ruido constante de la obra (no pueden dejar la puerta abierta), imagínate si encima nos cierran la calle durante toda la mañana. Nos dicen que cuando acaben las obras pasará mucha más gente por aquí y repercutirá en los negocios, pero la pregunta es: ¿Resistiremos abiertos hasta entonces?», se cuestiona Alejandro Arroyo, dueño de una peluquería de caballeros ubicada justo detrás del banco.
Una situación similar vive José Manuel Agraz, quien regenta un estanco a pocos metros de Arroyo. «Cuando cierran por microvoladuras o porque entran camiones, aquí no viene nadie». Explica que los comerciantes de la zona se han puesto en contacto con el Banco Santander para pedirle algún tipo de solución. Y la respuesta no les ha gustado nada.
Aunque desde el banco agradecen «el tono conciliador» de los comerciantes, también apuntan que «el proyecto ayudará a situar a la ciudad como un nuevo referente cultural y permitirá fomentar el turismo, el empleo, el comercio y la economía de la zona», dando a entender que las obras les beneficiarán. «Si sobrevivimos», apunta Agraz, coincidiendo con Arroyo. Desde el banco también apuntan que han mantenido conversaciones y reuniones con representantes del Ayuntamiento con la finalidad de buscar soluciones que impulsen el comercio de la zona, como la colocación de carteles publicitarios y de un árbol de Navidad.
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