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Fotograma de la película 'El libro de la selva' que representa al Rey Louie como lo que podría haber sido el extinto Gigantopithecus.
Un gigante entre los antepasados más remotos del hombre

Un gigante entre los antepasados más remotos del hombre

Una nueva técnica de análisis de proteínas despeja dudas sobre la naturaleza de un simio de tres metros y media tonelada de peso que vivió entre China y la India hace dos millones de años

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Miércoles, 13 de noviembre 2019

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El linaje humano no es una fila india en la que los primates cambian y se transforman en el hombre moderno. A pesar de que esta imagen haya calado en el imaginario colectivo, lo cierto es que la gran familia humana se asemeja más a un frondoso árbol compuesto por unas 25 especies que existieron en los últimos seis o siete millones de años. Las teorías sobre la historia de la evolución abundan y la investigación a partir del análisis de ADN de restos óseos ha ayudado a reconstruirla. Pero ahora una nueva técnica -la denominada paleoproteómica-abre una nueva vía para ir más allá. O mejor dicho, más atrás. Permite recabar información genética de nuestros antepasados más lejanos allá donde el análisis de ADN no llega.

Esta nueva técnica consiste en la reconstrucción de las proteínas. En este caso ha sido aplicada en los restos de un simio del pleistoceno y han sido obtenidas del análisis del esmalte de uno de sus dientes fósiles.

El antepasado en cuestión es el Gigantopithecus, una especie de orangután gigante herbívoro que habitó los bosques del sudeste asiático y que se extinguió hace 300.000 años. Medía aproximadamente tres metros y pesaba alrededor de media tonelada. Esto es, el doble que un gorila actual.

En los años 30, sus muelas se vendieron en China como un remedio tradicional bajo el nombre de 'dientes de dragón'. Fue en 1935 cuando el paleontólogo Ralph von Koeningswald identificó uno de los molares, de más de 2,5 centímetros de ancho, y propuso que fuera la pieza de un enorme primate al que bautizó como Gigantopithecus.

«Se trata de la evidencia molecular más antigua obtenida hasta la fecha, que ilumina la historia» de este primate extinguido, valora el equipo de investigación del Instituto de Biología Evolutiva (IBE, PPF-CSIC) y el Globe Instituto de la Universidad de Coopenhagen que firma este logro, publicado hoy en la revista Nature.

El análisis de ADN revolucionó la comprensión de la historia humana tal y como la conocíamos. Todo el material genético obtenido de los fósiles ha permitido reconstruir los últimos 50.000 años de evolución. «Pero los restos con ADN más antiguos son de hace 400.000 años, lo que dejaba un vacío en la historia», reflexionan desde el IBE.

Molar inferior de Gigantopithecus blacki, de la cueva Chuifeng, de 12,97 milímetros.
Molar inferior de Gigantopithecus blacki, de la cueva Chuifeng, de 12,97 milímetros. Imagen: Prof. Wei Wang; Edición: Theis Jensen.

Ahora, por primera vez, se obtiene información con un resto que tiene dos millones de años. Esto aclara dudas que existían en la comunidad científica sobre el simio gigante y cómo encajaba en el linaje antiguo del hombre. «Gigantopithecus era ambiguo con respecto a su posición filogenética. Buena parte de la comunidad defendía que no formaba parte directamente del linaje humano, pero otros lo rebatían, debido a algunas inconsistencias anatómicas. Ahora en este estudio confirmamos que el Gigantopithecus pertenece al linaje de los orangutanes, pero con una divergencia muy profunda con los orangutanes actuales y muy cercano al ancestro humano/orangután, explicando por qué era tan difícil de clasificar», explica Tomàs Marquès-Bonet, investigador que colidera el novedoso estudio y con doble afiliación en el Centro Nacional de Análisis Genómico y el Institut Català de Paleontología Miquel Crusasfont. El orangután actual y el Gigantopithecus divergieron hace más de dos millones de años. Una separación muy lejana que explica la confusión anterior en este campo.

La técnica que ahora se ha aplicado sobre el esmalte del diente fósil abre la puerta al estudio de la evolución escondida en fósiles demasiado antiguos como para conservar un ADN válido. «Podría utilizarse con muchos otros restos óseos para revelar la vasta antigüedad de la evolución humana, que aún desconocemos en gran medida», apunta Marquès-Bonet.

Hasta ahora, todo lo que se sabía de esta especie de simio gigante estaba basado en la morfología de sus dientes, propios de un herbívoro. Estudios recientes revelaron que su gran especialización en combinación con sus grandes dimensiones y necesidades alimenticias precipitaron su extinción en alguna de las glaciaciones durante el pleistoceno o era del hielo. Sin embargo, hasta ahora nada se sabía a ciencia cierta sobre este gran simio con el resto del linaje humano.

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