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El Bitcoin ha atraído el interés de bancos, especuladores, criminales y reguladores. REUTERS
Criptomonedas para el crimen

Criptomonedas para el crimen

Por primera vez, la Guardia Civil desvela, de principio a fin, cómo se usa el bitcoin para el blanqueo y es un ejemplo en la Europol

doménico chiappe

Madrid

Sábado, 12 de mayo 2018, 19:50

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La información llega de forma anónima y por correo electrónico a la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil: se identifica a un hombre con antecedentes como parte de un entramado de transferencia de dinero del narcotráfico desde España hacia Colombia, a través de varias cuentas de ING. En el despacho del Grupo de Blanqueo de Capitales leen las acusaciones apócrifas y hacen las primeras comprobaciones sobre la fiabilidad del 'soplo'. Acuden al juez para luego tocar la puerta a la entidad bancaria. De esta manera empieza la operación 'Tulipán Blanca', la primera que sigue el rastro de principio a fin del lavado de dinero con criptomonedas. Tan importante que la Europol la incluye como caso de estudio en un informe confidencial publicado en diciembre de 2017, cuando todavía estaba en curso. «La técnica del pitufeo se ha actualizado y ahora utiliza Localbitcoins para sus transferencias internacionales», dice el documento. «Dividen y depositan en numerosas cuentas bancarias bajo su control. Después de varias transferencias a otros bancos, las cuentas se utilizan en última instancia para la compra de bitcoins».

Cuando recibe el requerimiento de la Guardia Civil, el banco colabora: el patrón del sospechoso se vincula a otros tantos que han abierto sus cuentas en fechas similares y tienen un movimiento parecido. Por ejemplo, a las 11 h recibe un ingreso de 2.500 euros en efectivo desde un cajero automático de Madrid; una hora después, otro del mismo monto. Unos minutos más tarde, en cajeros automáticos de Cali, se iniciaba la extracción de dinero en montos sucesivos e idénticos: el máximo que permite la tarjeta en el exterior. A principios de enero, 198 euros al cambio en pesos. Con diferencia de minutos, diez retiros. Al día siguiente, el mismo método, que se repite, además, en 39 cuentas. «Detectamos coincidencias», explica el teniente del Grupo de Blanqueo de Capitales. «Montos, horarios, cajeros. Muchos indicios».

La organización cuyo capital proviene de la venta de cocaína ha logrado captar a personas dispuestas a ceder su identidad para la apertura de cuentas corrientes. A cambio de 500 euros, en ocasiones mil, entregan tanto la tarjeta de débito como la de coordenadas que ING, con sede en Holanda y de allí el nombre de la operación, entrega a sus clientes. La mayoría son inmigrantes, muchos jóvenes. La ventaja de este sistema: la depositar dinero no hace falta el plástico, basta con el pin. Para retirarlo de cualquier parte del mundo, la tarjeta y el pin. Las tarjetas viajaban con 'mulas'. Más fácil mover el dinero así que a la antigua usanza, en fajos de billete ocultos en el cuerpo o en maletas de doble fondo. El banco ha hecho lo que debía ante la sospecha y la nula justificación: bloquear las cuentas que han movido casi dos millones de euros desde su apertura. Los «malos», como los llaman en la UCO, montan un nuevo entramado en mes y medio. «Se crea una burbuja por zonas, debido al boca a boca», asegura el sargento del grupo.

Bitcoin materno

Empieza el seguimiento. «Un trabajo policial de calle», dice el teniente. «Con vigilancias y seguimientos encontramos un hilo y tiramos de él». Un español que trabajaba en un banco, que se movía en vehículos de alquiler, que se comunicaba con mensajería encriptada. Pero el banco bloquea al segundo equipo de testaferros, como dicta el protocolo. Deben volver a empezar, mientras en Colombia detienen en el aeropuerto a un portador de nueve tarjetas de débito y lo dejan seguir, para ver a dónde les lleva. El hombre bajo vigilancia, que sigue estrictas medidas de seguridad, dignas de una película de espías, sospecha y rompe el sistema. Pero en España sigue ingresando dinero. Y aquí viene la novedad: las criptomonedas entran a escena.

El dinero virtual se entrega a los narcotraficantes en cualquier parte del mundo, convertido en efectivo

El sospechoso, ya detenido, cuyo nombre permanece en reserva, empieza a mover cantidades mayores entre varias cuentas. De una a otra, las transacciones van y vienen hasta acabar en una única cuenta, de la que salían transferencias de 25.000. «Salían a Finlandia, pero no se veía nada más», recuerda el teniente. «Hasta que encontramos a un intermediario en la compra-venta de criptomoneda, de nombre 'localbitcoin'. Como también necesita testaferros, hace operaciones con su madre, su socio y la madre del socio». Empieza un seguimiento más experimental, con caras herramientas de Europol, para seguir el rastro, siempre público pero casi inabarcable, del dinero virtual. Todos los caminos conducen a Colombia.

Allí había dos 'modus operandi', resume el documento de Europol: uno, debido a lo volátil del dinero, lo comprado en Europa se vende en Colombia en minutos, por transferencia bancaria o en efectivo. «En internet hay anuncios de gente que compra criptomonedas en efectivo», mantiene el sargento. Una búsqueda en Google le da la razón. Dos, los bitcoins se guardan en el «monedero» virtual, se entrega a los narcos, que pueden usarlo en cualquier parte del mundo. La apertura de estos 'wallet' requieren muy poca información del suscriptor e incluso pueden convertirse en euros en 7.000 cajeros automáticos de España. El circuito se rehace.

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