Un empresario costeará el motor que robaron a una joven de su silla de ruedas
El donante, padre de una hija con una enfermedad rara, prefiere mantener su anonimato para conservar el fin solidario de su gesto
María José Díaz Alcalá
Martes, 29 de julio 2025, 12:05
Con la difusión mediática, María José (27) reconoce que solo pretendía que al ladrón se le ablandara el corazón y le devolviera el motor de su silla de ruedas que le sustrajo la semana pasada en el garaje de su casa, cuyo valor ronda los 5.000 euros. De momento, eso no ha ocurrido. Pero, la vida ya le ha recompensado poniéndole un ángel en su camino. Eran las siete de la tarde de este lunes cuando a la joven, con una tetraplejia que le impide caminar tras sufrir un accidente de tráfico, le sonó el teléfono; al otro lado de la línea, un empresario anónimo dispuesto a costearle la pieza.
Diario Sur contacta con María José tan solo un par de horas después de que recibiera la llamada de la solidaridad. Aún «en shock», la joven confiesa sentirse «agradecida no, lo siguiente». «Igual que hay personas malas, como la que ha hecho lo que ha hecho, hay otras con buen corazón que lo compensan todo», comenta su madre, también notablemente emocionada.
El empresario explica que, nada más leer la historia de María José en SUR, se puso en contacto con el director de este periódico para ofrecerle a la afectada un nuevo motor. «Nada más que por su reacción ha merecido la pena. No se lo esperaba, incluso se ha puesto a llorar», cuenta el donante, que prefiere mantenerse en el anonimato para que el acto conserve su fin solidario y no se malinterprete con uno comercial.
Padre de una hija con una enfermedad rara, este hombre de negocios trata de restar importancia a su demostración de bondad y empatía durante la conversación: «No tiene ningún mérito. Lo reseñable sería no hacerlo teniendo la posibilidad». Aunque cree que la joven habría encontrado la fórmula antes o después para financiar el motor, lamenta que este «habría sido tiempo de calidad perdido». Y es que, a su juicio, «ser empresario es algo más que hacer negocios».
Gracias a estos valores, María José tendrá tan pronto como quiera un nuevo motor para su silla de ruedas que le permita volver a recuperar la autonomía que le deja la lesión medular que padece desde hace seis años, cuando su vida dio un giro de 180 grados. Era 21 de julio y tenía 21 años. Por la noche salió con unos amigos en su pueblo, El Borge, y a primera hora de la madrugada decidieron continuar la fiesta en la vecina Yunquera, a nueve kilómetros de distancia.
El día que a María José le cambió la vida
María José no recuerda el accidente, pero retiene algunos flashes. Se acuerda de una recta que termina en una curva. Ella iba en el asiento de atrás. Delante, dos amigos, el copiloto y el conductor. Sus acompañantes resultaron prácticamente ilesos, pero ella sufrió gravísimas lesiones. La trasladaron al hospital de Ronda y de ahí, en helicóptero, al Regional, donde ingresó directamente en la Unidad de Cuidados Intensivos. Permaneció cinco días en coma inducido. «Cumplí los 22 en la UCI», recuerda.
La lesión de María José es para siempre. Se dañó la zona cervical a la altura de la C4, pero la inflamación fue bajando y le alcanzó hasta la C6. «Necesito una silla de ruedas el resto de mi vida. No puedo mover las piernas y en los brazos no tengo apenas tríceps y no soy capaz de hacer pinza con las manos ni utilizar los dedos, por lo que necesito una adaptación».
El pasado martes 22 de julio acababa de bajarse del coche en el garaje de su casa, en Carranque, y su madre sacó el motor de la silla, lo dejó junto a la puerta, por dentro, y le ayudó a entrar. Tardó el tiempo justo de ponerle el ordenador en la mesa y regresar de nuevo para cerrar la cochera. Cuando su madre volvió para cerrar la puerta, se encontró con que la batería ya no estaba. «Fue visto y no visto, menos de un minuto. Tuvo que ser alguien que ya le tenía echado el ojo o que pasó por allí y se paró en un semáforo, pero tuvo que cargarlo en un coche porque eso pesa casi 14 kilos».
La «bate», como lo llama ella, es el motor que propulsa la silla de ruedas. Su nombre comercial es Batec Mobility y cuesta unos 5.000 euros. «Es una pieza especial para una silla. Como yo no puedo mover el manillar, necesito esa adaptación», explica. Desde que se la robaron, reconoce, se sentía atrapada, «como en una cárcel». Pero, la pesadilla ya ha acabado.