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El buque Ángeles Alvariño rastrea las aguas de Tenerife. Reuters

Gimeno asesinó a sus hijas para infligir a la madre el mayor dolor posible

La juez que ha investigado el caso sostiene que el padre concibió un plan para que los cadáveres jamás fueran encontrados

Antonio paniagua

Sábado, 12 de junio 2021, 15:16

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Tomás Gimeno, padre de Olivia y Anna, planificó la muerte de sus hijas para infligir a la madre «el mayor dolor que pudo imaginar» y sumirla en la incertidumbre, pues en su pretensión se hallaba que sus cadáveres jamás fueran localizados. Esta es la tesis que mantiene la titular del Juzgado de 1ª Instancia e Instrucción número 3 de Güímar en un auto dictado este sábado para informar al Ministerio Fiscal sobre la pertinencia de suspender la orden internacional de la detención de Gimeno por un delito de sustracción menores. En su lugar, emite otra orden internacional de detención, esta vez por dos delitos agravados de homicidio.

Olivia, cuyo cadáver apareció en una bolsa atada a un ancla, murió a causa de un edema pulmonar agudo, según el informe de la autopsia. Su hermana Anna corrió el mismo destino, según da por hecho el juzgado que investigaba los hechos. La segunda bolsa que contenía el cadáver de la más pequeña de las hermanas fue encontrada rota y vacía, con solo unos lastres en su interior.

Desde la separación del matrimonio, acontecida hace un año, el exmarido dedicó a Beatriz un trato «vejatorio y denigrante». A diario le reprochaba que hubiera rehecho su vida con una nueva pareja. A Gimeno le sublevaba la sola idea de que el novio de su exmujer conviviera con Olivia y Anna.

Gimeno se llevó a sus hijas el día 27 de abril a las cinco de la tarde, con el compromiso de devolverlas al domicilio materno a las nueve. A los pocos minutos, el padre se dirigió en su coche Audi A3 color blanco a un centro educativo de El Rosario, adonde acudía Olivia dos veces por semana. Allí se vio con su pareja actual, directora del centro escolar, a quien entregó un estuche en forma de lapicero con cinta de embalar. Le pidió que lo abriera a las 23.00 horas. Lo hizo casi cinco horas antes y encontró en su interior un fajo de billetes por valor de 6.200 euros y una carta de despedida.

Acto seguido el presunto asesino puso rumbo al domicilio de sus padres, donde dejó a sus hijas hasta las 18.30 horas. En ese lapso de tiempo acudió solo al puerto de la Marina de Santa Cruz de Tenerife. Se dirigió a su barco e introdujo en el agua el motor y lo arrancó para ver si funcionaba.

Bolsas de deporte

Regresó al domicilio de sus padres a las 19.47 horas y se llevó a las niñas. Fue entonces cuando acudió a su casa de Igueste de Candelaria. «Presuntamente, en dicha finca Tomás dio muerte a sus hijas, envolviéndolas en toallas e introduciéndolas en bolsas de basuras y estas en bolsas de de deporte», que colocó en el vehículo.

Volvió a tomar el coche, ya con los cadáveres de sus hijas en su interior, y se encaminó a casa de sus padres, donde llegó a las 21.13 horas para dejar a escondidas a su perro Oto, dos tarjetas de crédito con sus claves y dos juegos de llaves de su Alfa Romeo negro.

Eran las 21. 27 horas cuando el presunto asesino se presentó en el puerto de la Marina de Santa Cruz de Tenerife, y el vigilante le abrió la puerta. En tres viajes, desde el puerto hasta su embarcación Esquilón, trasladó las bolsas de deporte, donde se encontraban los cuerpos de Anna y Olivia.

Pese a las circunstancia, habló con su mujer a las 21.51 horas para decirle que ya no iba a ver más a las niñas ni a él, que se iba con ellas y que «iba a empezar una nueva vida». «Cuando ya estaba suficientemente alejado de la costa y sobre una zona que conocía profunda, Tomás arrojó al mar desde el barco Esquilón las bolsas de deporte que contenían el cuerpo sin vida de su hija Olivia y presuntamente el de su hija Anna, ambas amarradas a un ancla por medio de una cadena y un cabo», relata la juez.

En la bocana de la dársena pesquera, el barco del asesino se cruzó con una embarcación de la Guardia Civil, que supervisó a distancia la nave por incumplimiento del toque de queda. El resto del relato ya se conoce: la localización del barco en alta mar a la deriva, la sillita de retención de la niña y el hallazgo de Olivia. de plomo para suicidarse tras matar a sus hijas.

Tras once días de rastreo de los fondos marinos con su sónar de barrido lateral, los especialistas del buque detectaron un bulto sospecho en el fondo, a unos 1.000 metros de profundidad. Cuando el robot submarino logró extraerlo, se comprobó que era una bolsa de deportes lastrada con el peso del ancla de la barca de Gimeno, en cuyo interior estaba el cadáver de una niña de unos seis años. Durante la misma operación, según fuentes del caso, se consiguió sacar a la superficie una segunda bolsa de deportes, que estaba vacía, pero los técnicos observaron junto a ella la presencia de un segundo bulto en el fondo, que no pudieron identificar y que, de momento, tampoco han podido rescatar.

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