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L. Palomeque
Hasta que el cuerpo aguante

Hasta que el cuerpo aguante

En un sector en el que la crisis parece que llegó para quedarse, hay comerciantes que no piensan en la retirada y lo que más les preocupa es dejar sus negocios en «buenas manos»

José Ignacio Arminio

Torrelavega

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Lunes, 11 de marzo 2019, 07:13

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En unos tiempos en el comercio de Torrelavega en los que la crisis parece que llegó para quedarse, llama la atención que los propietarios de algunos establecimientos no piensen en el cierre o la jubilación, como hace la mayoría, y sí en mantenerse al frente de sus negocios mientras el cuerpo aguante. Todos tienen el mismo objetivo: dejar el establecimiento en buenas manos y si son de la familia, mejor. Son orgullosos representantes de un sector que alcanzó fama a mediados del siglo pasado, cuando el dinero cambiaba de manos con facilidad y a la capital del Besaya se la conocía como la 'Ciudad del dólar'. Ahora, cuando la economía se encuentra en el polo opuesto, aguantan detrás del mostrador ofreciendo calidad y cercanía frente a la frialdad de las grandes superficies e internet.

Un ejemplo de ello es Mari Santos, de 'Confitería Santos', uno de los referentes del famoso hojaldre de Torrelavega, una de las señas de identidad de la ciudad. A sus 72 años, ella no piensa en otra cosa que no sea en arrimar el hombro a diario, como empezó a hacer cuando era niña, para sacar adelante el negocio familiar de la calle Consolación. Dice que está «encantada de la vida» de seguir «al pie del cañón», algo que también heredó de sus padres, que «trabajaron hasta muy mayores». Su madre, Emilia, falleció recientemente cuando iba a cumplir 100 años.

Santos abrió su primera tienda, con obrador incluido, en 1953. Con ese negocio se quedó su hermano y ella abrió otro, en la misma calle, en 1982. Ambos se apoyan en sus hijos para seguir con la tradición, con una diferencia importante: «Él se jubiló y ahora no para de decirme que cuando lo dejo yo». Pero Mari no tiene prisa, todo lo contrario, en noviembre de 2017 abrió una segunda confitería, esta vez en Madrid, que gestiona su hija. Al preguntarla por el éxito de su hojaldre, ella responde que «no hay ni trampa ni cartón» porque «es fresco del día y la gente ve como se hace». Sobre la crisis en el comercio tradicional tampoco tiene dudas: «La situación es mala, pero veo a la gente desmotivada y lo que hay que hacer cuando las cosas vienen mal dadas es todo lo contrario, no rendirse y trabajar más».

«Me sigue gustando»

Tampoco piensa en la hora del adiós María Jesús Malagón, de 66 años, propietaria de la perfumería Liza en la calle Argumosa. «Sigo aquí porque todavía me sigue gustando, así de sencillo», afirma sonriente. Trabajó como empleada durante 31 años y se hizo cargo del establecimiento en el año 2000. «No me supone ningún sacrificio venir a la perfumería todos los días porque, además, tengo clientas fieles -explica-. Eso sí, ya saben que hago mi vida y que lo mío no es la puntualidad a la hora de abrir o cerrar».

María Jesús cree que no tardará mucho en jubilarse, pero teme el día porque todavía no ha encontrado el relevo: «Tengo dos hijos y les gusta el negocio, pero Torrelavega está tan mal que no se lo recomiendo. Las mañanas las voy salvado, pero por las tardes no ves a nadie por la calle y las dedicó a limpiar, colocar, organizar un poco esto». Nada que ver con los inicios de la perfumería, cuando había colas y eran tres empleados. «En Torrelavega ha habido épocas buenas y otras malas, pero como esta última ninguna. La gente sigue comprando, pero no aquí. Busca precios, artículos y no le importa tanto la confianza, el trato cercano», concluye.

Otro comerciante veterano, Rodolfo del Barrio, propietario de 'RDB Peluqueros' en la calle José María Pereda, también ha alcanzado al edad del jubilación (65 años) y, de momento, no se retira. «Seguiré hasta que el cuerpo aguante mientras no vea una continuidad para mi negocio. La busco en la familia y personal de confianza, y voy a seguir atendiendo a los clientes hasta que no esté seguro. Además, me gusta mi profesión y tengo pila para rato», sentencia.

Él empezó a trabajar hace 42 años y también ha visto en Torrelavega «seis o siete tendencias económicas, unas hacia arriba y otras hacia abajo, pero tan negativa como esta ninguna». «Esta es la crisis que lo ha arrastrado todo -agrega-, parece que ha venido para quedarse. Mientras otras ciudades ya la han superado, nosotros seguimos en la diana, sin adaptarnos a los cambios. Los negocios cierran porque todo está cambiando con la llegada de las grandes superficies, internet...».

Sin embargo, Rodolfo, una persona comprometida, sigue creyendo en el futuro de Torrelavega como «eje» de Cantabria. Es presidente de la asociación de comerciantes de Torrelavega (Comvega) y pronto entrará a formar parte de la nueva dirección de la Cámara de Comercio. «Si no trabajamos juntos esto se va al garete. Seguimos siendo el eje central de esta región, pero los tiempos están cambiando y no se ha ejecutado ninguno de los planes para dinamizar el comercio», concluye.

Visión empresarial

También en el centro de la ciudad (calle Francisco Díaz) se encuentra otro negocio señero, 'José Luis Guerra Moda', que puso en macha en 1955 el padre de quien ahora lo regenta, Lola Guerra, junto a su marido, Carlos Villarino. Son un matrimonio que se encuentra al borde de la edad de jubilación, pero tampoco piensan en ella porque, aunque su hija Ana está preparada para coger el relevo, quieren ayudarla en los primeros años. Lola recuerda los buenos tiempos: «Mi padre empezó con una sastrería pequeña y, gracias a su visión empresarial, terminamos haciendo los uniformes para las grandes fábricas». Y Carlos define la situación actual: «Tenemos que aprender a vivir con la crisis, adaptarnos a la nueva situación fidelizando más a los clientes, estando más al día con las nuevas tecnologías». «Renovarse o morir», apunta su hija. «Seguimos aquí -añade Ana- porque ofrecemos lo que no tienen las marcas internacionales o internet, el tramo al cliente, algo que está haciendo volver al público al comercio de toda la vida».

Frente a estos casos, están los muchos comerciantes que preguntan en la Seguridad Social cuándo pueden jubilarse, y eso cada vez es más difícil. La edad y los años de cotización se están incrementando de forma gradual desde 2013, de tal manera que este año, para jubilarse con 65 años, hay que tener cotizados 36 años y 9 meses o más, y de no alcanzarse ese tiempo de cotización, la edad requerida es de 65 años y 8 meses. La escala de la edad y periodos cotizados culminará en 2027, año en el que se exigirán 38 años y 6 meses o más cotizados para jubilarse con 65, y de no cumplirse ese tiempo cotizado, tendremos que esperar a los 67. Para los que quieren seguir al frente del negocio sin importar la edad, la Seguridad Social les ofrece algunos beneficios.

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