Los daños colaterales por el cierre del Ferial
Los negocios junto al Mercado de Ganados de Torrelavega sufren una caída de sus ingresos con la clausura del recinto por la nueva enfermedad de las vacas
El bullicio habitual de los martes y miércoles en Nueva Ciudad se ha desvanecido. El parón temporal de la feria del Mercado Nacional de Ganados, ... decretado por el Gobierno de Cantabria frente a la amenaza de la dermatosis nodular contagiosa, ha dejado las calles del barrio torrelaveguense más silenciosas que nunca. Donde antes había camiones, cafés a media mañana y vecinos entrando y saliendo de los comercios, ahora solo queda la calma forzada de un barrio que vive del ferial.
En el bar Sina, que cada día de feria sirve decenas de desayunos y pinchos, su propietaria, Sina Ruiz, admite resignada que el golpe ha sido inmediato. Cuenta que desde el martes pasado la caja apenas se mueve y que «se nota muchísimo» la ausencia de los ganaderos. «Gran parte de nuestra actividad son los días de feria», explica. No solo los bares lo sienten, asegura: «Vivimos de eso todo el barrio. La tienda de animales, la Administración de Lotería, la pescadería, el supermercado... Todos».
Ruiz describe cómo muchos aprovechan su paso por el Mercado de Ganados para hacer las compras semanales, arreglar papeles o probar suerte en la lotería. «Hay quien no tiene ni tiempo de comer y se lleva un bocadillo al vuelo. Sin ellos no vivimos aquí», resume.
En la tienda de productos para sanidad animal Pyasa, Juan José Buendía habla con la voz de la experiencia. Lleva años viendo cómo las ferias van perdiendo afluencia, pero teme que esta suspensión sea mucho más grave. «Aunque cada vez venga menos gente, esos días nos siguen salvando. Imagínate ahora, con el parón total», lamenta. Dice que oficialmente son dos semanas de suspensión, aunque no lo cree: «Esto va a ir como en la pandemia, que al principio eran quince días y luego se fue alargando. Además no solo lo pienso yo, lo comento con muchos vecinos y clientes. Toco madera, pero me temo que no habrá feria en lo que queda de año».
El pesimismo se repite en Maquinaria Palencia-González, donde Belén González apenas ha atendido clientes en los últimos días. «Los lunes por la mañana solía haber bastante lío con la gente que venía a sacar guías para traer los animales el martes, pero ahora no hay nada», comenta. Los días de feria eran los más fuertes, cuando los ganaderos aprovechaban para encargar reparaciones o recoger pedidos: «'Belén, afílame estas cuchillas, prepárame un pastor'... Todo eso ha desaparecido». Tampoco confía en que el parón sea breve: «El periodo de incubación de la enfermedad es de veinte días, así que con quince no van a saber si hay casos o no. Me temo que se va a ir prorrogando».
En la Administración de Lotería Nº4, Lidia Gutiérrez coincide: la caída de actividad es general. «En el barrio vivimos de la feria y del mercado, da igual el gremio. La gente aprovecha para hacer todos los recados sin salir de aquí», explica. Aunque su local mantiene clientela estable entre semana, nota mucho la ausencia del bullicio de los martes y miércoles. «Esperemos que dure poco, porque el barrio se mantiene por eso», afirma, recordando que al menos los jueves de mercado –el dedicado a ropa, alimentación, complementos...– siguen siendo «fuertes».
Incluso sectores que podrían parecer ajenos a la actividad ganadera han notado el parón. En la farmacia Mercedes Cacho, Alicia Escudero reconoce que las ventas también han bajado: «Los días de feria se nota más movimiento de gente, y eso que siempre tenemos lío, sobre todo los lunes. Pero sí, se nota».
Silencio e incertidumbre
El parón ha dejado al descubierto hasta qué punto el tejido comercial de Nueva Ciudad depende del pulso del Ferial. Los bares abren a medio gas, los mostradores esperan clientela y los dependientes se asoman a la puerta con la esperanza de ver a algún conocido. La imagen recuerda a los primeros días de la pandemia: calles tranquilas, terrazas vacías y la sensación de un tiempo suspendido.
Mientras se espera la decisión de la Consejería de Ganadería sobre cuándo podrá retomarse la actividad, los vecinos temen que el parón se prolongue. «El barrio está apagado», resume una de las hosteleras. Y en Nueva Ciudad, donde la feria de ganados marca el ritmo de la semana, ese silencio pesa tanto como la incertidumbre.
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