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El comercio, de temporal en temporal
Los efectos del Covid y de 'Dora' destruyen la actividad comercial durante la primera jornada de un puente atípico. «No se vende nada»
NACHO GONZÁLEZ UCELAY
Domingo, 6 de diciembre 2020, 07:44
Una superborrasca se llevó ayer de una andanada las escasas esperanzas que tenían los comerciantes de la región de recuperar durante este puente tan mal construido una parte de lo que la pandemia les ha robado el resto del año. Por si no tenían ya suficiente con las consecuencias del covid, catastróficas en el mejor de los casos, aniquiladoras en el peor, los que subieron sus persianas a la colorida luz de la Navidad también tuvieron que hacer frente a la terquedad del calendario, que les sisó uno de los festivos, y a los nocivos efectos de 'Dora', que se presentó sobrada de frío. En semejantes circunstancias resulta muy difícil permanecer «al pie del cañón, trabajando, innovando y haciendo lo posible per salir adelante», que es como su presidente, Agustín Ordejón, quiere ver a los empresarios y no hundidos como están.
Entrar en un comercio y preguntar qué tal marchaba el día era ayer un ejercicio de riesgo que mejor no convenía correr. A diferencia de otras ocasiones, en las que es habitual que unos digan que bien, otros digan que mal y otros digan que regular -eso depende mucho de la zona-, en esta concreta lo más normal era que a quien entrara haciendo esa pregunta se le tomara por ignorante o, peor aún, por tonto. Sobre todo en tiendas semivacías, que era lo que más abundaba por el centro de Santander. De manera que mejor dejar fluir la conversación.
«Mire, entre las restricciones de movilidad, que nos reducen la clientela a vecinos de Santander, las medidas sanitarias, que impiden que completemos el aforo, el miedo que tiene la gente a salir, que, oiga, es comprensible, y la que está cayendo ahí afuera... No se vende nada».
El mal tiempo reinante volvió a trasladar la actividad comercial a las grandes superficies situadas en el extrarradio
Los responsables de 'Leyenda', una tienda de regalos ubicada en la calle Burgos de la capital, resumen así de bien las razones por las que, a media mañana, ya habían tomado la decisión de que no iban a abrir por la tarde. «En otras condiciones sí lo hubiéramos hecho. Por supuesto, Ya tenemos encima la Navidad. Pero en estas de ahora, no. No. ¿Para qué?».
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Arrastrados por igual motivo, incapaces de enfrentarse a la pandemia y al temporal al tiempo, otros establecimientos ubicados en pleno centro de Santander también sopesaban apurar las horas que diera de sí la mañana y bajar la persiana hasta el lunes obviando el sábado por la tarde e incluso el domingo íntegro en una época en la que, en circunstancias normales, es decir, muy distintas a estas actuales, abrir les hubiera reportado interesantes beneficios.
Comercios de ropa, de calzado, de complementos, de regalos, de telefonía... Daba igual el producto que ofrecieran, la mayoría, exceptuando a las franquicias, era incapaz de facilitar con exactitud información de sus planes de aquí a estos próximos días, lo cual ya hablaba por sí solo del desánimo en el que ha decaído el comercio.
El mercadillo navideño instalado en Santander también sufrió los efectos provocados por el virus y el temporal
Incluso los despachos loteros tenían dudas. Excelentes medidoras de la actividad turística de una región, las administraciones de lotería estaban ayer, a tres semanas del tan esperado sorteo del Gordo, prácticamente vacías por las medidas restrictivas impuestas por las autoridades sanitarias. Sus agencias despachan suerte a clientes de aquí y de afuera. «A la gente de aquí, de Santander, ya la hemos vendido prácticamente todo lo que la teníamos que vender», explica una lotera. «Y a la gente de afuera no podemos venderla nada sencillamente porque, ahora mismo, no hay gente de afuera», recordaba otra. En este raro escenario, en la 5 «vamos a abrir todos los días aunque con escasas perspectivas»; en la 11 «no vamos a abrir durante el puente porque creemos que no merece la pena»; en la 15 «no vamos a abrir el martes, aunque normalmente sí lo hacíamos»; y en la 21 «no vamos a abrir ningún día porque no nos compensa, aunque el año pasado sí lo hicimos».
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Grandes superficies
Esa indefinición del pequeño comerciante y, muy en particular, el pésimo tiempo reinante ayer como consecuencia de la irrupción de Dora en la comunidad, trasladaron el trasiego comercial hasta las grandes superficies, que, como de costumbre, se convirtieron en los lugares elegidos por numerosos ciudadanos para pasar un día en familia más allá del sofá de casa.
'El Corte Inglés', uno de ellos. Activo desde muy primera hora de la mañana, cuando la gente empezó a concentrarse en secciones propias de estas fechas -juguetes, adornos navideños y supermercado-, el centro comercial, que a mediodía registraba un aforo bastante considerable, dio sin embargo un pequeño bajón a media tarde para acabar cerrando con una afluencia se diría que aceptable.
Ofreciendo este mismo modelo, otras grandes superficies comerciales también fueron recogiendo en el transcurso del día clientela llegada de Santander, donde ni siquiera la apertura del tradicional mercadillo navideño, levantado en la Plaza de Farolas, consiguió parar ayer esa masiva fuga al extrarradio. En una ubicación que por las quejas oídas no satisface prácticamente a ninguno de ellos -se sienten «escondidos», dicen- los comerciantes allí instalados se presentaron puntuales al primer fin de semana de ventas. Quienes no lo hicieron, sin embargo, fueron sus compradores. O al menos no en la medida en que ellos lo hubieran querido. Cómo estaría la situación de mal, que el aparato contador de personas que la empresa de seguridad ha instalado en el recinto para controlar el aforo ni siquiera funciona aún.
«No sé, no lo veo nada claro», admitía una de las comerciantes refugiada del frío en su caseta. «Entre el covid y el temporal... esto se nos está viniendo abajo. No sé cómo vamos a sobrevivir, pero desde luego que así, no. No. En estas condiciones sanitarias y en estas condiciones meteorológicas es imposible sobrevivir. Imposible, imposible, imposible», repetía al borde del llanto la mujer, que hoy se dejará ver otra vez «al pie del cañón, trabajando, innovando y haciendo lo posible per salir adelante», que es como su presidente, Agustín Ordejón, quiere ver a la chica y no hundida como está.
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