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La Eurocopa Femenina: más que una competición
Más allá de los goles y las jugadas, la Eurocopa Femenina se ha convertido en una plataforma que refleja el crecimiento, la visibilidad y el cambio cultural que está viviendo el fútbol femenino en toda Europa y el mundo.

La Eurocopa Femenina se ha consolidado como un punto de inflexión en la historia del deporte femenino. No se trata solo de un torneo, sino de un fenómeno social que refleja un cambio profundo en la percepción, la valoración y la presencia de las mujeres en el fútbol y, por extensión, en el deporte profesional.
Este cambio queda patente en cifras contundentes año tras año. La Eurocopa de 2022, celebrada en Inglaterra, reunió frente a las pantallas a 365 millones de espectadores a nivel global, más del doble que en la edición anterior. La final entre Inglaterra y Alemania, con 50 millones de espectadores, se convirtió en el partido femenino más visto hasta la fecha. Además, la interacción en redes sociales alcanzó niveles inéditos, con más de 453 millones de interacciones y un crecimiento explosivo en plataformas como TikTok, donde el hashtag #WEURO2022 superó los mil millones de visualizaciones.

Este auge en la atención pública va acompañado de un incremento paralelo en la base de chicas que lo practican. En España, el número de licencias federativas femeninas alcanzó las 107.853 en la temporada 2023/24, superando por primera vez la barrera de las 100.000 y registrando un crecimiento del 23% en solo un año. Desde 2012, el aumento es aún más notable: un 191% de crecimiento que refleja la consolidación del fútbol femenino como una práctica deportiva masiva. La Comunidad de Madrid destaca como motor de este crecimiento, con un alza del 41% en cinco años y casi 15.000 licencias activas.
El respaldo institucional, los programas de fomento y las campañas de visibilización han sido fundamentales, pero no menos decisivo ha sido el impacto social y cultural. El ‘Barómetro de Ídolas del Deporte Español’, primer estudio que mide el índice de admiración hacia las deportistas nacionales sitúa a las actuales campeonas del mundo de fútbol —Alexia Putellas, Aitana Bonmatí, Jennifer Hermoso, Olga Carmona y Salma Paralluelo— entre las deportistas más admiradas. Este fenómeno no solo confirma el poder mediático de estas atletas, sino que subraya su papel como referentes para miles de jóvenes que ahora sueñan con pisar un terreno de juego.

La Eurocopa femenina, por tanto, es mucho más que un campeonato: es un espejo que refleja la transformación social en tiempo real. Cada pase, cada gol y cada parada no solo cuentan puntos en un marcador, sino que suman a la construcción de un relato colectivo sobre igualdad, visibilidad y derechos. En un mundo donde el deporte femenino ha permanecido demasiado tiempo al margen, este torneo funciona como plataforma para debates esenciales sobre igualdad salarial, condiciones profesionales y oportunidades de futuro.

La selección española, campeona del mundo, llega a Suiza con una generación que no solo ha aprendido a ganar, sino también a liderar. Con nombres como Alexia Putellas, Aitana Bonmatí, Olga Carmona o Salma Paralluelo al frente, el equipo representa algo más que talento: encarna un modelo, una inspiración, una nueva manera de estar en el mundo.
Porque la verdadera victoria no se mide solo en títulos ni en cifras de audiencia, sino en cada niña que se calza unas botas convencida de que también puede estar ahí. En cada conversación que deja atrás los prejuicios. Y en cada pequeño avance que nos acerca a una idea más justa del deporte: una donde el talento no tenga género y los sueños no necesiten permiso. Si el balón rueda sin distinción, ¿por qué seguir poniendo barreras nosotros?