
Los puños de hierro de Ucrania
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Los puños de hierro de Ucrania
Viernes, 23 de Agosto 2024
Tiempo de lectura: 10 min
Es un día de calor asfixiante en Kiev y, en una plaza que ahora sirve como museo de vehículos militares rusos capturados, estamos haciendo una sesión de fotos contra reloj. No solo porque hay 37 grados, sino porque Vitali y Wladimir Klitschko son acosados a donde quiera que vayan. Y, con una altura de dos metros, no es fácil pasar inadvertido. En minutos están rodeados de gente que quiere hacerse selfis con ellos. «Es el lugar más seguro de Kiev», dice Vitali, de 53 años, que durante la última década ha ejercido como alcalde de la ciudad.
Hasta febrero de 2022, su hermano, Wladimir, de 48 años, vivía entre Estados Unidos y Alemania, donde había desarrollado su carrera de boxeador, pero con la invasión regresó a Ucrania y ahora forma parte de la Brigada de Defensa de Kiev y ejerce como enviado especial para Ucrania, un puesto diplomático para recaudar dinero y recursos. «Los que vivíamos fuera volvimos para defender Ucrania, para defender el derecho a vivir bajo una democracia», dice Wladimir. Y añade: «Si fracasamos, tú serás el siguiente. Sé que apoyarnos es pesado; sé que es caro. Pero si no haces nada, cuando ellos llamen a tu puerta, será demasiado tarde».
El Dr. Steelhammer y el Dr. Ironfist, sus apodos como boxeadores, son una referencia tanto por sus doctorados universitarios (están titulados en Ciencias del Deporte) como por su dureza en el ring. Son tan parecidos que incluso los lugareños los confunden, pero en realidad son bastante diferentes. Wladimir –que habla con facilidad inglés, alemán, ruso y ucraniano– es irónico pero reservado; mientras que Vitali proyecta una imagen distante, pero rápidamente se muestra cálido e incluso bromista. «Soy famoso por mis chistes», dice.
Vitali reconoce que la suya es «una historia inusual». Dos hermanos, ambos exitosos en el mismo deporte, «que nunca se pelean», dice. «Competimos, pero tratamos de hacerlo para ayudarnos mutuamente. Yo sé que cuando mi hermano está cerca tengo la espalda cubierta».
Los cafés y bares de Kiev están hoy llenos y casi podrías creer que es un día normal en cualquier ciudad europea... Si exceptúas el toque de queda, los agujeros en los edificios, los soldados armados en la calle, los apagones repentinos y las múltiples alarmas de ataques aéreos diarias. «Solo un par de cientos de kilómetros al sur o al este es horrible. Bombardeos, artillería, disparos, asesinatos», cuenta Vitali. Wladimir añade: «Es todo muy frágil. Hace unas semanas (el 8 de julio) fue así. Hermoso día soleado. Boom. A los tres minutos de la sirena aérea, el Hospital Infantil Okhmatdyt fue destruido por los misiles rusos y se llevaron varias vidas por delante. Niños». Todo esto significa que el papel de Vitali como alcalde es curioso.
Él es, por un lado, una figura paterna que aumenta la moral y ofrece consuelo mientras recorre hospitales y asiste a funerales; y, por otro, tiene que lidiar con la mundanidad de la alcaldía: reuniones de planificación, carreteras, parques... Algunos ciudadanos que me encuentro se quejan de su gestión, de todo el dinero que se gasta en la guerra cuando no hay sitios para aparcar y los autobuses están destartalados y, mientras tanto, los grandes promotores construyen relucientes «monumentos a la codicia». «El alcalde es culpable de todo lo que sucede en la ciudad –responde Vitali–. Está nevando, el alcalde es culpable. Hay mucho viento, también responsabilidad del alcalde. Luce el sol, buen tiempo, nadie dice: 'Gracias, alcalde'».
Hace unas semanas, la cumbre de la OTAN en Washington prometió seguir ayudando a Ucrania. «Muchas promesas –dice Wladimir–. De palabra. Tal vez consigamos seis F-16, tal vez treinta... ¡Pero son dos mil kilómetros de primera línea! Sí, estamos recibiendo ayuda, pero nunca es suficiente mientras continúe esta guerra sin sentido».
También la OTAN intentó asegurar que la organización se consolida 'a prueba de Donald Trump' ante su posible reelección en noviembre. Trump, además, ha elegido como vicepresidente a J. D. Vance, que ha declarado: «Realmente no me importa lo que le pase a Ucrania», y que desempeñó un papel clave en el retraso de la ayuda militar de Washington.
Vitali es sorprendentemente optimista sobre el tema. «Una lección que he aprendido del deporte: nunca, nunca hables antes de la pelea de cuál va a ser el resultado. Primero veamos la decisión del pueblo estadounidense sobre quién será presidente», explica. «Si Ucrania pierde, todos perdemos. Y tanto los republicanos como los demócratas necesitan una historia de éxito sobre la paz en Ucrania y sobre la democracia en el mundo», continúa. «Si Trump gana las elecciones, cambiará su posición oficial sobre Ucrania», afirma.
Los Klitschko son medio rusos: su madre es de Siberia y su padre, ucraniano, Wladimir, sirvió siempre en el Ejército soviético. Era un hombre muy estricto. «Cada día nos asignaba unas tareas y por la noche teníamos que reportar», recuerda Vitali. «Si no habíamos hecho algo, siempre era yo el culpable, y mi trasero lo sufría». Vitali, como hermano mayor, se llevaba la peor parte de los castigos, a lo que Wladimir asiente. Pero esa disciplina les ha sido útil, creen. «Cuando te acostumbras, cuando lo haces desde la infancia, no puedes hacerlo de otra manera –dice Wladimir–. Ser disciplinado es un hábito».
Su padre murió en 2011. Fue uno de los enviados para contener el desastre nuclear de Chernóbil, uno de los llamados 'liquidadores', y desarrolló un cáncer, vinculado a la radiactividad. Cuando eran adolescentes bajo el régimen soviético, los hermanos aprendieron a manejar granadas y disparar AK47, pero las artes marciales y el boxeo estaban prohibidos, lo que, atestiguan los Klitschko, solo los hizo más atractivos.
Vitali tenía 12 años cuando boxeó por primera vez. En 1996, con 25 años, iba a representar a la recién independiente Ucrania en los Juegos Olímpicos de Atlanta, pero dio positivo en una sustancia prohibida y fue expulsado del equipo nacional. Siempre ha defendido que tomó la sustancia sin saberlo, un medicamento recetado para una lesión en la pierna. Vitali propuso que su hermano fuera en su lugar. Wladimir ganó la medalla de oro.
Después de Atlanta, las carreras de boxeo de los Klitschko despegaron en tándem. Se mudaron a Alemania y dominaron el boxeo en la categoría de pesos pesados durante una década. ¿Echan de menos el boxeo? «En absoluto –responde Wladimir–. Empecé cuando tenía 14 años y lo dejé cuando tenía 41. Está lleno de desafíos y alegrías, pero también de dolor». «Yo echo de menos la competición y la adrenalina; soy adicto a la adrenalina –añade Vitali–. Pero fueron 25 años sin restaurantes, sin discotecas, sin fiestas... Esa tortura ha terminado».
Vitali se pasó a la política. Fue candidato a alcalde de Kiev dos veces sin éxito, y en 2010 fundó el partido Alianza Democrática Ucraniana para la Reforma, con el que consiguió un asiento en el Parlamento. Vehemente proeuropeo, cuando en noviembre de 2013 el entonces presidente, Víktor Yanukóvich, presionado por Putin, frenó un acuerdo de acercamiento a la UE, Klitschko lideró las multitudinarias protestas del Maidán, que provocarían la caída de Yanukóvich (y un centenar de muertos). En mayo de 2014, Vitali logró su objetivo: ser alcalde de Kiev.
Me pregunto si siente que ha sido subestimado en la política. «No solo en política –dice–. En el boxeo, al principio, nadie me tomaba en serio. Todos decían que un tipo alto sin coordinación como yo no lo lograría». Es cierto que los comentaristas fueron crueles y tachaban su estilo de «robótico y feo de ver». «Cuando entré en política, pasó lo mismo, pero eso me motiva». Ha sido reelegido alcalde dos veces, cada vez con una mayoría más amplia.
Pero su popularidad ha tensado su relación con el presidente Volodímir Zelenski (pertenecen a facciones distintas, aunque ideológicamente defienden posiciones similares). Zelenski acusó a Vitali de no mantener los refugios de Kiev en buen estado, y el alcalde ha replicado que Zelenski está mostrando «tendencias autoritarias».
De adolescente, Vitali Klitschko tenía un póster de Arnold Schwarzenegger en su habitación. Resultó premonitorio. Cuando el actor se convirtió en gobernador de California pasó a ser su referente político. «Si un culturista podía…».
En lo ideológico son afines. UDAR, el partido de Klitschko, se define como «de centro y defensor del liberalismo»; la misma definición, por cierto, que el partido de Zelenski. Ambos se... Leer más
Hoy reconoce que Zelenski tiene «el trabajo más difícil del mundo». «Honestamente, le deseo que tenga éxito porque de ello depende el éxito de todo el país». Y añade: «La unidad es clave para la paz y la libertad en nuestra patria».
¿Pero considera Vitali presentarse a la presidencia? «El mayor error es soñar con algún cargo –afirma–. En este momento, la cuestión es cómo sobrevivir, cómo detener esta guerra, salvar la democracia y hacer de Ucrania una parte de la familia europea».
Entonces, ¿es un 'no, de momento'? «Hoy debemos tener éxito en esta guerra, y solo después de eso podremos hacer planes para el futuro», concluye. Las elecciones de Ucrania estaban previstas para el 31 de marzo de este año, pero la invasión las ha hecho inviables. No hay fecha prevista, pero hay dos protagonistas seguros: Zelenski y Klitschko.