

Secciones
Servicios
Destacamos
José Ahumada
Santander
Domingo, 26 de enero 2020, 07:39
«Yo veía que tenía las vigas deterioradas, como deshechas. Hasta entonces pensaba que era cosa del albañil que había hecho la obra, porque notaba que no sentaban bien. Cuando se lo expliqué me preguntó que dónde tenía la casa; le dije que en Ruiloba y él me contestó: tienes termitas». Jesús Verduga se ríe al recordar esta anécdota contada por uno de sus clientes, que debió de pensar que estaba delante de un adivino. «Simplemente le dije que tenía termitas porque es una zona en la que trabajo mucho».
Verduga, gerente de Montañesa de Desinfección, habla de una verdadera plaga de estos insectos en la región, ávidos devoradores de madera, capaces de echar abajo una casa. «Quizá la parte más atacada es la oriental: Limpias, Ramales, Ruesga... Es una plaga que ha ido viniendo del País Vasco hacia acá, pero también las tenemos por Reinosa y Valderredible, en Comillas, en Ruiloba... Tenemos áreas de tratamiento en toda Cantabria».
Del País Vasco llegaba recientemente una noticia sobre este problema: el Ayuntamiento de Elorrio acaba de iniciar la batalla contra estos devoradores de madera que estaban atacando una treintena de edificios de su casco histórico. Mucho más grave –y más lejano– es el descomunal problema que tienen en el municipio canario de Tacoronte, que afronta una inversión millonaria para enfrentarse a una plaga que ya afecta a una superficie de 200 hectáreas. «En Cantabria no hay nada parecido: en Canarias es una plaga que está devorando los edificios; aquí se trata de casos aislados de viviendas afectadas, que cada vez son más numerosos». Cerca de treinta casas se suman cada año a la lista de afectados que atiende en la región, aunque el de viviendas con problemas sea mayor.
VORACES
Jesús Verduga achaca este incremento del número de casos tanto a la rápida propagación de la especie como al mayor conocimiento del problema por parte de los ciudadanos. «La gente tenía mucho desconocimiento de este tipo de insecto. Además, como están ocultas, puedes tenerlas en la vivienda y no saberlo hasta que el daño es irreparable. A medida que hemos empezado a hacer campañas, hay quien se ha dado cuenta de que es ese el bicho que tiene en casa. En Cantabria hay termitas en muchísimos sitios, incluso en las ciudades».
La discreción a que obliga su trabajo le impide concretar qué edificios están afectados, aunque admite que han saneado varios «emblemáticos» y muchas iglesias. A veces trasciende algún caso, como el del módulo del Centro de Atención a la Dependencia de Sierrallana, en Torrelavega, que tuvo que ser derribado hace un par de años por la plaga. El temor a que el inmueble se deprecie contribuye a que se desconozca el alcance y magnitud de la plaga, y eso a pesar de que ocultar la presencia de termitas en una vivienda puede constituir un vicio oculto e invalidar una operación de compraventa. «En Francia, para vender una casa con estructura de madera, debe contar con el informe de una empresa de control de plagas: tienen muchísimos problemas con las termitas allí».
CASOS SONADOS
Pero, exactamente, ¿qué hacen las termitas? «Lo primero que hay que tener en cuenta es que las termitas no son una plaga de la madera: son una plaga del suelo; no son como las carcomas. Aunque los dos son insectos xilófagos, que comen madera, hay muchas diferencias entre ellos. Las carcomas no son sociales, mientras que las termitas tienen una organización similar a la de las hormigas, con castas con una labor determinada: hay reinas, soldados, ninfas, obreras... Tienen sus nidos en la tierra, a treinta o cuarenta centímetros de profundidad, que pueden contener 150.000 individuos, y desde ahí avanzan por sus canales de progresión al interior de los inmuebles. Mientras que la carcoma solo ataca a la madera, la termita se alimenta de celulosa, por eso también ataca al cartón, al papel, al aglomerado... Aunque una casa sea de hormigón pueden entrar a devorar los marcos, las puertas, los muebles».
La voracidad con que actúan las termitas también las distingue de las carcomas. «El riesgo siempre aumenta cuando la madera está reblandecida por la humedad. Se pueden comer una viga entera, y empiezan por las zonas más delicadas, las que van empotradas en los muros, provocando problemas estructurales. En un año pueden acabar con un metro de una viga de veinte por veinte –hablo de hacerlo desaparecer–, y provocar un derrumbe».
DISTRIBUCIÓN
Hasta hace no mucho las termitas se combatían por medios químicos, y lo que se conseguía era matar a los individuos, pero no acabar con el termitero. «Ahora se combaten por medios biológicos: se colocan cebos rodeando el inmueble afectado, intentando contactar con alguno de los canales de progresión de las termitas. Una vez que hemos establecido ese contacto, retiramos el placebo, una pieza de madera de álamo, y lo sustituimos por un producto inhibidor del crecimiento. Lo van ingiriendo, lo van trasladando a su colonia y así vamos eliminándolos sin que sepan relacionar la causa y el efecto. De esa manera acabamos con el nido, que puede estar a noventa metros del inmueble atacado, y así garantizamos el total exterminio de las termitas».
El tratamiento es complicado y costoso: tiene una duración de unos cinco años y un coste de unos 3.000 euros –fraccionados a lo largo de ese periodo–, pero no parece que haya mucha alternativa. «Los casos van a ir a más», afirma categórico Jesús Verduga. «Esto es un cáncer que si se coge a tiempo tiene solución, pero si no...».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Zigor Aldama y Gonzalo de las Heras (gráficos)
Antonio Paniagua y Sara I. Belled
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.