El cuarto continente
El santoñés Juan de la Cosa fue el primer cartógrafo que presentó como continente la tierra que habría de llamarse «América» y que tanto ha influido en la evolución de la Cantabria moderna
El concepto de Cristóbal Colón era llegar a las islas de las especias, China y Japón atravesando el océano limpiamente, o encontrando acaso alguna isla por el trayecto, pero sin tener que circunnavegar África como los portugueses. Esta idea no fue en principio defraudada al topar en 1492 con algunas islas caribeñas. Sin embargo, la gran dimensión de Cuba resultaba enigmática. ¿Sería una isla? Entonces, ¿dónde quedaba la buscadísima costa más oriental de Asia? Cuba, cavilaba el descubridor, no podía ser isla.
Colón se empecinó en su sofisma y durante el segundo viaje, el 12 de junio 1494, tras haber hallado Jamaica, hizo jurar a sus tripulantes que Cuba era una larga península asiática: «que ciertamente no tenía dubda alguna que fuese la tierra firme y no isla; y que antes de muchas leguas, navegando por la dicha costa, se fallaría tierra adonde trata gente política de saber, y que saben el mundo». No solo las islas, sino también el estado político y cultural de los indígenas, chocaban con la tesis asiática y contradecían los relatos medievales sobre Extremo Oriente.
Uno de los marinos que compartieron disciplinadamente el obcecado juramento era el piloto santoñés Juan de la Cosa, quien, tras nuevas exploraciones en los sucesivos años, produjo en 1500 en el Puerto de Santa María, por encargo y con asesoría del delegado de los Reyes Católicos para controlar el descubrimiento, el obispo Juan Rodríguez de Fonseca, un mapa o «carta» en el que por vez primera se representa como masa continental lo que luego recibiría un nombre derivado uno de sus compañeros de navegación, el florentino Américo Vespucci. Aquel fue el primer mapamundi de la historia con cuatro continentes («Mundos Novus», Europa, Asia y África), y lo dibujó un hijo de la Montaña.
De la Cosa, pues, enmendó la plana a Colón, de quien fue estrecho cooperador en los tres primeros viajes y de quien aprendió conceptos avanzados de cartografía, aunque acabó irritándolo. En uno de los pleitos colombinos, se cita a un testigo que «vyo y oyo al dicho almirante cómo se quexaba de Juan de la Cosa diziendo que por que le avia traydo consigo a estas partes la primera vez e por hombre abile, él le avia enseñado el arte del mar e que andava diziendo que sabia más quel».
Además, Cosa se convirtió en hombre de confianza de los Reyes a través de Fonseca. Este se rebotó definitivamente hacia 1498 cuando Colón informó haber descubierto el Paraíso Terrenal. Se montó para verificar los informes del Almirante una doble expedición: en la primera (1499) navegaron Alonso de Ojeda, De la Cosa y Américo. Se trataba de comprobar si existía el «Paso» hacia China y las islas de la Especiería. Y gracias a Cosa y otros exploradores de esos años, que dibujaron la costa norte de Sudamérica (Colombia, Venezuela, las Guayanas, Brasil) y el contorno sur de América central, fue quedando claro que no había tal «Paso» y que estaban ante una tierra firme completamente novedosa. América se descubrió buscando Asia.
El navegante montañés radicado en Puerto de Santa María fue un destacado agente de confianza de la monarquía e incluso llegó a trabajar para ella como espía en Lisboa
En 1503 recibió Cosa una buena suma de dinero para viajar como espía a Lisboa y averiguar secretamente información sobre los viajes de los portugueses, que, ayudados por Vespucci, al parecer habían traído esclavos indios y palo de Brasil. Encarcelado, fue pronto liberado. Pasó con mujer e hijos a La Española, donde tuvo hacienda y repartimiento de indios. Fue nombrado alguacil del gobernador de Urabá (Colombia), cargo que heredó su hijo Pedro.
Cosa es bien conocido no solo por su cartografía (fundamental entonces para evaluar las pretensiones de Colón y de Portugal, Francia e Inglaterra), de universal significación y con representaciones típicas de la época, como los tres Reyes Magos o el Preste Juan, sino también por haber aportado en 1492 la nao (que no carabela) «Santa María» a la flota del Descubrimiento del 12 de octubre. Fue posiblemente construida en el Cantábrico (se cree que en Colindres), aunque Cosa realizaba su labor profesional, como otros marinos norteños tras la conquista castellana de Andalucía, en torno al golfo de Cádiz, y era vecino de Puerto de Santa María. La amistad con los hermanos Pinzón fue clave para su incorporación a la histórica expedición colombina.
Esta nao, antes «La Gallega», fue la capitana y ello supuso una cercanía entre Colón y el navegante santoñés. La «Santa María» naufragó en la Nochebuena de 1492 en la isla de La Española, frente al Cabo Haitiano. Con sus restos se construyó el Fuerte Navidad para los marineros que no podían ser recogidos por las carabelas «Pinta» y «Niña». Cuando los españoles regresaron al lugar en el segundo viaje, los indígenas habían exterminado a los habitantes del fuerte.
Los Reyes Católicos reconocieron a Cosa en 1494 el derecho a ser resarcido por la pérdida de la nao (con 18 toneladas de trigo de Jerez y alrededores, y permitiendo que las llevase a los puertos de Vizcaya o Guipúzcoa prácticamente libres de impuestos). Las fuentes de época mencionan a Cosa como «vizcaíno». Hemos de recordar que, en torno al Renacimiento, «Cantabria» se solía asignar a Navarra (como en Fray Antonio de Guevara, por ejemplo) y «Vizcaya» tenía un uso muy general para referirse a toda la costa del cantábrico oriental. Por tanto, las fuentes no contradicen la información sobre el origen santoñés, montañés, de este navegante, que murió en 1510 combatiendo en Colombia contra indios («caribes flecheros») que se resistían a la captura. Así, pereció como sus tripulantes de la «Santa María»: a manos indígenas.
En 1496, la reina Isabel había recibido en Laredo a la esposa del piloto, Juana del Corral, quien solicitó ayuda para los herederos de los marineros fallecidos en los viajes de exploración. A la propia Juana, cuando enviudó, se le concedió una compensación regia de 45.000 maravedís para los gastos de casamiento de una hija. «Xoan» de la Cosa, como le decía la reina Isabel, fue protagonista muy destacado del inicio un proceso que cambió la historia mundial, y específicamente la española. Sin él, la Cantabria de hoy no podría explicarse en su profunda raíz ultramarina.
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