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Dácil Vera, con un día de vida. A la derecha, en la actualidad.
Una mujer canaria busca a su familia biológica en Cantabria

Una mujer canaria busca a su familia biológica en Cantabria

Después de enterarse de que pudo haber sido adoptada irregularmente en la clínica del doctor Vela se ha hecho un estudio genético en Estados Unidos que descubre que sus abuelos son italianos y que su linaje materno podría ser de la zona de Santoña

Mariña Álvarez

Santander

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Jueves, 1 de enero 1970

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Se llama Dácil Vera, nació en noviembre de 1976 y reside desde el segundo día de su vida en Las Palmas de Gran Canaria. Hace dos años que se enteró de que no había nacido en la isla y no era hija de su madre. En pleno caos emocional ha conseguido averiguar que es uno de tantos niños nacidos en la clínica madrileña de San Ramón, tristemente conocida por acumular varios casos de supuesta compraventa de bebés entre los años 60 y 80, y que el doctor Eduardo Vela, absuelto hace unos días del robo de una bebé por prescripción del delito, presuntamente estuvo detrás de su 'adopción': Su madre ha confesado a Dácil que todo lo organizó su padre, que pagó por ella 200.000 pesetas y fue ese médico el que le entregó a la niña. Sin papeles de por medio. Una suerte de 'trato' para que el matrimonio la pudiera inscribir como hija biológica.

Dispuesta a conocer toda la verdad sobre su verdadera identidad, se sometió a un estudio genético en la clínica 23andMe de Estados Unidos, que ha arrojado resultados sorprendentes: Su linaje materno procede del Norte de España, concretamente el informe sitúa a su madre y a la madre de su madre entre Cantabria y el País Vasco. Y más aún: el mismo estudio indica que Dácil tiene al menos tres abuelos del sur de Italia, con genes de la región de Calabria. Esta extraordinaria combinación genética lleva a la canaria a considerar la hipótesis de que su familia biológica sea una de tantas italianas, maestros en la técnica del salazón, que a finales del siglo XIX y principios del XX emigraron a Santoña para dedicarse a la naciente industria de la anchoa.

«El final ideal de mi historia sería encontrar a mi madre biológica y que me dijera: te entregué voluntariamente y me alegro de que hayas sido feliz. Pero, ¿y si lleva 40 años llevando flores a una tumba?». Esta duda es la que inquieta a Dácil. Pensar que es una niña arrancada de los brazos de su madre, a la que tal vez hicieron creer que su bebé había muerto.

Tres fotos de Dácil en su infancia.
Tres fotos de Dácil en su infancia.

Un secreto familiar destapado por casualidad

Dácil, licenciada en Historia del Arte, ha crecido en una gran familia y su vida ha discurrido feliz en Las Palmas. En el año 2009 su padre falleció, llevándose su secreto a la tumba. En su lecho de muerte parecía querer decirle algo a su única hija. No lo hizo. Pero hace dos años un hecho casual destapó la mentira: «en una revisión ginecológica el médico preguntó a mi madre cuántos partos había tenido y ella de manera espontánea contestó: ninguno». La madre de Dácil, de 85 años, va respondiendo poco a poco desde entonces a las preguntas que le formula: «Te adoptamos porque no podíamos tener hijos (...) Naciste en Madrid, en una clínica del Paseo de la Habana (...)», le confesó. Por las señas, Dácil interpreta que se trata de la clínica San Ramón. Además, mostró a su madre una foto del doctor Vela, y ella dice reconocerlo: «Sí, fue él. Le pagamos 200.000 pesetas». Una parte de ese dinero iría destinada a la manutención de la madre biológica durante su posible estancia en una residencia para madres solteras en Los Molinos, en la sierra de Madrid.

Se llevaron a la niña a Canarias con el cordón umbilical cortado el día anterior. «Cómo es posible que pudieran viajar en avión con un bebé, supuestamente sin documentos…». Hay una foto de Dácil recién nacida tomada en Madrid. Ella siempre se preguntó ¿por qué había viajado a Madrid siendo tan pequeña…? «A ratos mi madre me cuenta cosas, otros me cuestiona que por qué busco…», relata, entre las muchas dificultades que encuentra para seguir adelante con su búsqueda. Pero partiendo del goteo de información que le ha ido facilitando, va atando cabos.

«Lo cierto es que siempre albergué la sospecha de que yo era adoptada, por la falta de parecido físico con mi familia…», explica Dácil, que ahora que sabe que procede del norte de la Península encuentra explicación para otros detalles que le ocurrieron en su juventud: «Antes de saber nada, una vez en Tenerife un chico me preguntó si era de Cantabria. Me dijo que su familia era cántabra y 'te pareces una pasada'. Luego me lo han dicho más personas. Yo siempre me preguntaba, ¿Cantabria? ¿Por qué?». La canaria, al fin ha podido situar la razón sus rasgos, del color de sus ojos y su fisonomía en este remoto lugar del norte de la península.

De Las Palmas a Santoña

En su vete y ven buscando información, pidió ayuda a la asociación SOS Bebés Robados en Madrid y ahora ella misma es la delegada del colectivo en las Islas Canarias, para ayudar a tantas personas que, como ella, sospechan que son bebés robados en la península y entregados a parejas canarias. Su paso al frente en la defensa de los afectados también la libra en las redes sociales, como herramienta para contactar con padres que buscan a sus hijos e hijos que buscan a sus padres (estos son sus perfiles en Facebook y Twitter).

En estos dos años ha conseguido recabar documentos que podrían demostrar su teoría de que ha sido víctima de una adopción, cuanto menos, irregular. Supuestamente, Dácil Vera nació el 11 de noviembre de 1976. Sin embargo, no la inscribieron en el Registro Civil de Las Palmas hasta agosto de 1977. «Acudí a pedir mi legajo de nacimiento y el auto judicial de la inscripción en el Registro, pero me dijeron que se había perdido». Extrañamente, antes de su inscripción fue bautizada «nada más llegar» a Canarias. En el libro de bautismo hay un tachón. Debajo de 'Las Palmas' se perciben las palabras 'nacida en Madrid'. Las pruebas de ADN confirmaron que no era hija de su madre. De ahí, siguió buceando en Madrid en busca de documentación, con grandes dificultades porque la clínica San Ramón cerró en 1984 «y dicen que quemaron todos los documentos» y porque las peticiones documentales en la oficina del Ministerio de Justicia «están denegadas».

A la izquierda, Dácil de adolescente. A la derecha, su aspecto actual.
A la izquierda, Dácil de adolescente. A la derecha, su aspecto actual.

Su intenso periplo la llevó a solicitar unas pruebas genéticas en la clínica 23andMe de California que van más allá que los análisis de ADN que se pueden realizar en España (que se centran en los marcadores entre padres e hijos), ya que bucean en las raíces del individuo ampliando el campo a hermanos. Así ha sido como Dácil ha descubierto que sus ancestros más recientes -del siglo XX- son del Norte de España. Tal vez de Cantabria o del País Vasco. Y que, más atrás, tiene abuelos italianos. Cotejando los datos científicos con su interpretación histórica ha surgido Santoña en esta historia inconclusa. Dácil Vera sueña ahora con escribir en el epílogo un reencuentro con su madre; quién sabe si en Cantabria.

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