
Un trágico accidente que conmocionó a Cantabria
En 1970 ·
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En 1970 ·
Ayer se cumplieron 50 años del siniestro de un helicóptero que se saldó con cinco fallecidosEl reloj marcaba las cinco y veinte de la tarde cuando un helicóptero de salvamento y socorrismo se estrelló frente al Golf de Pedreña, en un arenal que apenas estaba cubierto por diez centímetros de agua. Sólo el piloto pudo salvar la vida. Los otros cinco tripulantes murieron carbonizados como consecuencia del incendio que se produjo al arder el combustible del aparato. Ayer se cumplieron 50 años de esta trágico accidente que conmocionó a toda Cantabria y apareció en todas las portadas de la prensa regional de entonces.
Según relataron José Manuel Jimeno y Manuel Ángel Castañeda, los periodistas encargados de cubrir este suceso para El Diario Montañés, los cinco fallecidos fueron Pedro Avilés, sargento mecánico de Aviación; Juan Gutiérrez Vidal, capitán de la Guardia Civil, que era de Sevilla; Miguel Alonso Cuevas, teniente de la Guardia Civil, natural de Potes; Jesús Cuartas Aguado, un joven de 18 años, vecino de Santander; y Francisco de la Torre Osorio, de 44 años, propietario de la cafetería Montecarlo de Colindres. El piloto que logró salvar la vida era Jesús Puente, hijo del médico de Colindres y de una conocida familia de la localidad, que falleció en 2015, en Madrid.
Un guardia civil de Pedreña que fue testigo del suceso, fue el encargado de dar la voz de alarma. Al parecer, el helicóptero volaba sobre la zona boscosa del Golf de Pedreña, cuando, repentinamente, comenzó a descender ladeándose. Empezaron a salir llamas del rotor y el aparato cayó a un bajío (banco de arena). Tras el primer golpe, el helicóptero rebotó dos veces y se detuvo en un lugar del arenal, donde el agua llegaba solamente a alcanzar diez centímetros de altura. En apenas unos minutos se incendió el depósito de combustible siendo pasto de las llamas todo el aparato.
Inmediatamente, los vecinos de Pedreña salieron en lanchas para acudir al rescate. Al mismo tiempo se movilizaron las embarcaciones de la Comandancia de Marina, el equipo de incendios del aeropuerto y efectivos de la Benemérita.
La primera medida fue el traslado del piloto a la Casa de Salud Valdecilla, ya que era el único que había logrado salvar su vida -aunque estaba muy grave- al salir despedido de la cabina y quedar fuera del alcance de las llamas. Se barajó la hipótesis de que abrió la puerta casi en el momento de tomar tierra y salió despedido de la cabina, en el primer choque del aparato.
Jimeno y Castañeda, que fueron de las primeras personas en llegar al lugar del suceso, apuntaron que las tareas de salvamentos se hicieron con una «precisión absoluta» y «en un tiempo sumamente corto». Y es que una hora después de producirse el siniestro ya estaban rescatados los cadáveres, excepto el del capitán Gutiérrez Vidal. «El espectáculo era dantesco. Los cadáveres estaban carbonizados y se hacía muy difícil su identificación».
El objetivo que tenía la salida de este helicóptero era probar las comunicaciones desde el aparato con los automóviles de la Guardia Civil de Tráfico, motivo por el que se encontraban a bordo dos guardia civiles. La comunicación radiofónica se estableció con normalidad y nada hacía presagiar el fatal accidente. Sobre las causas del siniestro, trascendió que el helicóptero siempre estaba a punto. Cada veinticinco horas de vuelo sufría una revisión y a las cien horas era enviado a Madrid para someterse a otra inspección aún más severa.
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