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El viaje en el tiempo de María José Mínguez
La modista cántabra exhibe su personal colección de trajes de época en el Hotel Real, el Santemar y el Silken Río hasta el domingo
Los ojos de María José Mínguez se iluminan ante la idea de conversar acerca de lo que más le apasiona en esta vida: la confección de vestidos y trajes que abarcan gran cantidad de épocas e hitos históricos, las noches en vela entre botones y tela, y la creación de una comunidad en torno a su profesión. Está nerviosa, se nota en su tímida sonrisa y en la manera en que estrecha la mano a los visitantes. «Una se pone nerviosa cuando algo le preocupa», confiesa. O cuando algo le emociona. Y deja escapar una risa, invitando con un gesto a su pequeño mundo.
Con una renovada seguridad guía a los curiosos a través de los pasillos del Hotel Santemar, explicando cada una de las piezas que forman parte de la exposición que permanecerá hasta el domingo en este establecimiento y que se completa con las muestras ubicadas en el Hotel Real y en el Silken Río.
No es su primera exhibición. La modista cántabra lleva cuatro décadas dedicándose profesionalmente a la costura, habiendo tenido la oportunidad de compartir su talento con el público de Santander, Comillas, Solares y Asturias, entre otros destinos. Aun así ella sostiene que le encantaría salir de Cantabria y conquistar Madrid con su arte. Por ahora, María José cuenta con su propia academia de corte y confección en Cazoña, donde guarda su colección e instruye a nuevas generaciones.
La sastra toma como inspiración trajes de la realeza española que halla en revistas antiguas, y esta semana ha estado más cerca de la corona que nunca, porque da la casualidad que Felipe VI ha estado en la ciudad con motivo de su participación en un congreso.
Las palabras de Mínguez, así como el ambiente regio y elegante construido a partir de su refinado escaparate y el mármol del Santemar, transportan a principios del siglo XX, cuando Isabel II popularizó los 'Baños de Ola'. Precisamente, esta iniciativa se enmarca en la celebración de la popular fiesta santanderina.
Mientras las telas relucen bajo los fluorescente del hotel, María José narra cómo Santander se convirtió en un destino clave para la alta sociedad durante las vacaciones estivales. Los turistas acudían a la ciudad motivados por la idea de que las aguas del mar gozaban de propiedades curativas, y permanecían aquí durante meses. «Los veranos no duraban dos semanas como ahora. Antes se extendían hasta septiembre, por lo que llegados a ese punto las mujeres comenzaban a vestir mangas de tres cuartos y pieles» comenta. Estas modas se ven reflejadas en algunos de los trajes expuestos. Ella misma, junto a su familia, lucirá algunos modelos a lo largo de este fin de semana por las calles de El Sardinero y participará en el desfile del domingo (18.00 horas).
María José subraya en más de una ocasión la importancia del sombrero y la sombrilla. No solo por su función protectora, sino también por su capacidad para denotar alto estatus social. Asimismo, hace hincapié en el valor de los bolsos de la época y en su nombre de aquel entonces: los conocidos como 'ridículos'.
Paciencia y arte
La muestra fue inaugurada el miércoles en el Hotel Silken Río en un acto conducido por el periodista Juan Carlos Flores-Gispert, que atrajo a un gran número de personas, incluidas alumnas de Mínguez, que dedicaron palabras de apoyo a su maestra. «Tiene mucha paciencia y es una verdadera artista», afirman.
Pese a los nervios del momento, María José conversa afablemente con Flores-Gispert y, entre risas y miradas cargadas de ilusión, ilustran al público sobre la historia del Silken Río, uno de los primeros hoteles de la ciudad en ser construidos con el turismo de baño en mente. Ella muestra orgullosa las piezas ahí exhibidas mientras las comenta. Predominan los bordados y el encaje, los accesorios llamativos y los sombreros de intricados diseños. La pasamanería, el brocado y la puntilla artesana son algunas de las especialidades de la modista, y enseguida captan la atención de la audiencia por su belleza, detalle e indiscutible calidad.
Una vez más, el tiempo se contorsiona en torno a la exhibición de María José Mínguez, y la costurera consigue transportar al visitante a otra época. Una oportunidad que estará abierta al público de forma gratuita hasta el domingo.
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