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«Sí, quiero una revolución en Irán y que sea un país libre, democrático y laico»

Entrevista

«Sí, quiero una revolución en Irán y que sea un país libre, democrático y laico»

Reza Pahlaví

Hijo del último Sah de Persia

Cree que puede haber una revuelta que haga caer el régimen de los ayatolás que derrocó al último sah de Persia en la revolución de 1979. Charlamos con Reza Pahlaví, el príncipe heredero de Irán, sobre el gobierno dictatorial de su padre, el trauma del exilio y cómo llevar la democracia a su país. «Yo no soy mi padre. Tengo mi visión y debo ser juzgado por lo que yo propongo».

Viernes, 07 de Junio 2024, 12:00h

Tiempo de lectura: 11 min

El hijo mayor del exmonarca iraní tiene claramente los rasgos de su padre, pero suavizados, y resulta menos enjuto que su progenitor. Pahlaví, de 63 años, tiene una misión: viaja por todo el mundo, Tokio, Seúl, Washington, Europa..., para expulsar del poder a los líderes islamistas de Teherán, los revolucionarios que derrocaron a su padre y expulsaron a su familia del país. Para ello trabaja con destacadas figuras de la oposición, como la conocida activista Masih Alinejad. Hoy está en Londres reuniéndose con políticos, periodistas y consultores. Nos encontramos con él en un exclusivo hotel del distrito de Mayfair.

«Me postulo para liderar la transición. Mi objetivo es garantizar el estado de derecho, incluidos los derechos de las mujeres, los religiosos, los étnicos y los LGTBIQ»

XLSemanal. ¿Contribuirá al cambio político de su país la muerte del presidente Raisi al estrellarse su helicóptero? Después de todo, se le creía el sucesor del líder supremo Alí Jamenei, de 85 años.

Pahlaví. Su muerte cambia poco las cosas. Raisi fue un brutal asesino de masas, un antiguo servidor de Alí Jamenei y de la República Islámica. Los iraníes no lamentan su muerte. Mojber...

XL. ... que acaba de ser nombrado presidente interino...

P. ... es un antiguo funcionario del régimen. Como Raisi, era lacayo del líder supremo.

XL. Usted estuvo en un segundo plano durante un tiempo, pero hoy lucha para derrocar al Gobierno.

P. Han pasado muchas cosas en Irán desde que salí, y nada bueno. Teniendo en cuenta sus enormes recursos y capacidades, debería ser, al menos, la Corea del Sur de Oriente Medio. En cambio, somos como la Corea del Norte. Ya nadie cree en que vaya a haber reformas y los iraníes buscan un escenario de transición. Me postulo para liderar ese proceso.

XL. Los iraníes expulsaron a su padre en 1979 por su autoritarismo e injusticia social. ¿Qué le hace pensar que la gente quiere que usted regrese?

P. La respuesta es abrumadora en las redes sociales de Irán. Los iraníes corean el nombre de mi abuelo en los partidos de fútbol, veo a jóvenes iraníes tatuarse la firma de mi padre. Son signos claros de que muchos iraníes han revisado su posición y que los más jóvenes quieren un cambio, a pesar del adoctrinamiento que han sufrido durante décadas.

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Presión a Occidente. Pahlaví vive en Estados Unidos y desde allí lucha por el fin del estado clerical que derrocó a su padre. Los iraníes, dice, necesitan un mayor apoyo de Occidente. Más arriba, en la imagen que abre este reportaje, Pahlaví en una manifestación por Mahsa Amini, la joven de 22 años que murió bajo custodia de la policía de la moralidad iraní, lo que motivó protestas en todo el mundo. | Getty Images.

XL. Su padre gobernó con mano dura; numerosos presos políticos fueron encarcelados y muchos, torturados y asesinados. Esto también es inolvidable en Irán.

P. Hubo una crisis política, hubo deficiencias. Ningún sistema es perfecto. Pero los iraníes han reconocido que el objetivo de la dinastía Pahlaví era la modernización: la creación de infraestructuras, la educación, la reforma agraria, la atención sanitaria y la igualdad de derechos para las mujeres. En cierto sentido, Irán era entonces un país de vanguardia; las mujeres obtuvieron el derecho al voto ocho años antes que las suizas.

XL. Nunca se ha distanciado de la violencia del servicio secreto Savak de su padre.

P. Hay críticas legítimas. Abordo estos temas abiertamente en mis libros. Sin embargo, también ha habido una exageración de los hechos, en especial de islamistas y marxistas, que querían denigrar un Gobierno que era, en gran medida, prooccidental y contrario a sus ideologías. Los historiadores dirán la última palabra.

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XL. Bueno, ya se sabe mucho.

P. Pero yo tampoco soy mi padre. Tengo mis propios planes, mi propia visión, y debo ser juzgado por lo que yo propongo.

XL. ¿Y qué propone?

P. En este proceso de transición a una nueva era, me ofrezco a los iraníes como intermediario honesto. Estoy tratando de decirle a la gente que no solo confíe en que lleguen tiempos mejores, sino que le hago un llamamiento: empecemos a creer que realmente podemos hacerlo. Mi objetivo es garantizar el Estado de derecho para todos, incluidos los derechos de las mujeres y los étnicos, religiosos y LGTBIQ.

XL. El Gobierno autocrático de Teherán usó brutalmente la fuerza durante el último levantamiento, tras la muerte de Mahsa Jina Amini, de 22 años, bajo custodia policial. ¿Cómo piensa acabar con ese Gobierno?

P. Cualquiera que analice este régimen ve que no va a reformarse. Incluso personas radicales y amigas del régimen están dándole la espalda, como el antiguo editor jefe del periódico Kayhan, el más conservador del país. El hombre era muy cercano al líder revolucionario Ruhollah Jomeiní y en la actualidad vive en Toronto porque quiere un cambio.

XL. El último levantamiento ha costado la vida a más de 500 iraníes, y decenas de miles de manifestantes han sido torturados y algunos, ejecutados. ¿Quiere una nueva revolución?

P. Sí, quiero una revolución. Los iraníes todavía están dispuestos a hacer sacrificios. Saben que su país está condenado si no nos deshacemos de este régimen.

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El heredero. Mohammad Reza Pahlaví (1919-1980) —sah de Irán entre 1941 y 1979— posa con su tercera esposa, Farah Diba, y su hijo Reza en traje ceremonial delante del trono hacia mediados de los sesenta. El heredero, dice, no quiere restituir el reino de su padre, sino facilitar una transición hacia un Irán secular, democrático y libre. | Getty Images.

XL. Llamar a la revolución desde el vestíbulo de un hotel de lujo en Londres es fácil.

P. El último levantamiento ya fue una revolución, y no tuvo lugar porque yo la pidiera. Los manifestantes corearon «muerte al dictador». Alí Jamenei es rechazado por más del 80 por ciento de la sociedad iraní. El régimen aplastó el levantamiento con represión. Pero está mucho más débil que nunca, dividido. En sectores del Ejército y paramilitares ya hay desertores.

XL. El régimen todavía tiene partidarios. Muchos iraníes muy ricos se benefician de él y también cientos de miles de partidarios del aparato de seguridad. ¿Por qué van a cambiar de bando?

P. La clase dirigente del régimen es la que más se beneficia. Los rangos más bajos solo reciben un sueldo, que a veces ni les alcanza para el alquiler. Están desilusionados. Para maximizar las posibilidades de éxito de una revolución, tendríamos que ofrecer al mayor número posible de ellos la oportunidad de la reconciliación.

XL. En caso de golpe de Estado, ¿propondría una amnistía general en aras de una transición pacífica?

P. Por supuesto, algunos tendrán que responder por sus acciones y rendir cuentas. Sin embargo, debemos detener el ciclo de venganza y represalias. Nosotros creemos en los derechos humanos.

XL. ¿A quién se refiere cuando dice 'nosotros'?

P. A mí, a mi equipo y a la mayoría de los iraníes.

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Tragedias de familia. Farah Diba Pahlaví, con sus hijos en Teherán en 1976. Reza (el más alto) tenía 15 años; su hermana Farahnaz, 13; su hermano Alí Reza, 10; y su hermana Leila, 6. A sus 85 años, Farah Diba vive hoy en Connecticut (EE.UU.); Farahnaz, de 61, en Nueva York. Leila se suicidó en 2001, a los 31, en Londres. Alí se quitó la vida en 2011 en Boston, a los 44. | Getty Images.

XL. Usted vive en Estados Unidos y se dice que está mucho más cerca de los republicanos que de los demócratas. ¿Ha hablado ya con Donald Trump sobre el cambio de régimen en Teherán?

P. Aún no he conocido al señor Trump, pero he estado en conversaciones con representantes de ambos bandos a lo largo de los años. En los dos encuentro interlocutores que comparten nuestra visión, que básicamente es: cuatro décadas de esfuerzos para lograr el cambio deseado en el comportamiento de los líderes iraníes claramente han fracasado. ¿Qué hacemos?

XL. Pide a la UE que se quite los guantes de seda. ¿Qué desea?

P. Durante décadas, Washington, Londres, Berlín y París han tratado de evitar la confrontación con el régimen. El resultado es que el 60 por ciento de la gente vive por debajo del umbral de la pobreza, el régimen propaga el terrorismo y plantea una amenaza nuclear.

«Déjeme ser claro: no recibo apoyo de Estados Unidos, y de ninguna manera quiero un ataque militar o una guerra contra mi país. Hablo de desobediencia civil»

XL. Hace un año, usted visitó Israel y discutió su posible futuro político en Irán con el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y el servicio secreto. ¿Usted e Israel forman una lucha común contra la República Islámica?

P. El objetivo de este primer viaje era explicar a los israelíes lo que un Irán democrático podría significar para ellos y Oriente Medio. Qué significa que la nación iraní viva en paz y tenga relaciones amistosas con sus vecinos, que el país no sea hostil al mundo árabe y a la existencia de Israel. Nuestra relación con los judíos existe desde Ciro el Grande.

XL. El rey persa que vivió hasta el 530 a. C. y forjó la unión de los pueblos iraníes.

P. ¿Por qué Irán e Israel no pueden ampliar los Acuerdos de Abraham, entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Marruecos? Podríamos llamarlo los 'Acuerdos Kyros'. Irán podría ser parte de la fórmula de paz para Medio Oriente.

XL. ¿Quiere retroceder en el tiempo hasta la época en la que gobernaba su padre?

P. También entonces las condiciones geopolíticas eran complicadas. El Muro de Berlín seguía en pie y estaba la Guerra Fría. Pero Irán desempeñó un papel importante en la estabilización de la región. Teníamos muy buenas relaciones con Occidente, pero también con China y la Unión Soviética. El régimen ha destruido completamente ese equilibrio.

XL. Pero ahora usted está haciendo campaña en las democracias, en Estados Unidos, en Europa e Israel. ¿Defiende una opción militar para imponer un nuevo orden político en Teherán?

P. Déjeme ser claro: no recibo apoyo de Estados Unidos, al menos no del Gobierno actual, y de ninguna manera quiero un ataque militar o una guerra contra mi país. Hablo solo de desobediencia civil.

«A mi hermana, deprimida por lo sucedido, Le dije: 'No te preocupes por el pasado. podemos cambiar el futuro'. Algún día volveremos a casa»

XL. Pero la resistencia no ha tenido éxito. Las recientes protestas lo han demostrado dolorosamente.

P. Se trata de dar el máximo apoyo a los iraníes que quieren el cambio y, al mismo tiempo, brindar una salida a quienes ahora están atrapados dentro del sistema de la República Islámica. Pienso en ejemplos de reconciliación nacional como en Sudáfrica; necesitamos justicia transicional y un proceso constitucional que prepare legalmente la transición.

XL. ¿Quiere hacer ofertas a posibles desertores?

P. Para perder la menor cantidad de vidas posible en este proceso debemos reducir al mínimo la resistencia de quienes tienen las armas. Si quienes están en el poder intentan cometer un genocidio en el último minuto, las fuerzas de seguridad iraníes deben convertirse en un escudo protector para su propio pueblo.

XL. ¿Cómo funcionaría eso?

P. El 90 por ciento de las fuerzas armadas que no se benefician de la corrupción están en una situación insostenible. Y un régimen que solo tiene el 10 por ciento de partidarios no sobrevive.

XL. Pues, de momento, resisten.

P. La cuestión no es si el régimen desaparecerá, sino cuándo y si le hemos dado el máximo apoyo a la sociedad iraní. Específicamente, si podemos acelerar la desaparición de la República Islámica antes de que tenga un arma nuclear. Porque entonces tendríamos una situación completamente diferente. Eso podría suceder en seis meses o dos años. Así que no tenemos tiempo que perder.

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Contrastes en Teherán. El presidente iraní Ebrahim Raisi falleció el pasado 19 de mayo en un accidente aéreo. Una joven iraní camina entre mujeres con velo en un acto en memoria del fallecido. | Getty Images.

XL. ¿Si Irán tiene armas nucleares se acaba la esperanza de un cambio de poder?

P. Un Irán con armas nucleares tendría consecuencias catastróficas. Me gustaría ahorrarles eso a los iraníes y al mundo.

XL. Durante su discurso en la UE el año pasado pidió que se clasificara a la poderosa Guardia Revolucionaria como grupo terrorista, tal como hizo Estados Unidos.

P. Los gobiernos extranjeros deberían aumentar la presión sobre el régimen con nuevas sanciones, sobre todo contra los guardias revolucionarios. ¿Qué otras opciones tienes contra una mafia corrupta que quiere armarse nuclearmente si quieres evitar un conflicto militar? Al mismo tiempo se necesita dar el máximo apoyo a los disidentes y activistas, ayudar a financiar el acceso a Internet en Irán y a las huelgas... Debemos empoderar a todos aquellos que están desilusionados con el régimen. Si esto sucede, cada vez más radicales entablarán un diálogo con nosotros. Debemos causar la máxima apostasía.

XL. Usted nunca ha renunciado a su título de heredero. ¿Qué papel le gustaría desempeñar en Irán: monarca, primer ministro, presidente?

P. Está poniendo el carro delante de los bueyes. Mi objetivo es una nación secular, un proceso democrático que garantice que cada voz sea escuchada, una sociedad justa y transparente. Solo quiero ser un facilitador de esta transición. Eso es todo. No tengo intenciones más allá de eso.

XL. Algunos de sus partidarios piden el restablecimiento de la monarquía.

P. Tienen derecho a exigir eso. Los iraníes deben tener libertad para elegir su forma de gobierno, ya sea una monarquía parlamentaria o una república. Eso se decidirá en las urnas.

XL. La caída de su padre en 1979 también significó una tragedia familiar. Dos de sus hermanos sufrieron depresión y murieron trágicamente.

P. Recuerdo una conversación con mi hermana, que estaba deprimida por lo que estaba pasando, y le dije: «¡No te preocupes! No se puede cambiar el pasado, solo el futuro». Con eso en mente, nunca miré hacia atrás. El resultado de la Revolución Islámica fue una catástrofe. Pero sobreviví a todo eso y continué porque tengo una misión para mi país, porque Irán merece algo mejor. Creo que podemos hacerlo y algún día regresaremos a casa.


© Der Spiegel


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