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Alejandro Pérez e Iván Martínez, concejales de ACPT, en el solar donde han creado el Espacio Argumosa en Torrelavega.
¿Qué hacemos con los solares vacíos?

¿Qué hacemos con los solares vacíos?

La polémica rehabilitación ciudadana de una parcela en Torrelavega abre un debate entre el derecho a la propiedad privada, y el derecho a una ciudad limpia y saludable

Marta San Miguel

Miércoles, 11 de noviembre 2015, 07:37

Luis Fernando Montero vive en un edificio que le falta algo. Como si le hubieran despegado un velcro, la pared lateral del numero 7 de la calle Argumosa está cubierta por esa espuma amarilla que no se adhiere a otra fachada. Todo empezó en 2009 cuando derrumbaron el inmueble aledaño, el número 9 de Argumosa. Ahí comenzó el deterioro del solar rodeado por tapias que no impedían ver su decadencia sino tan solo limitarla. Llegó la suciedad, la maleza y los nuevos vecinos; "las ratas", dice Montero para referirse a los nuevos moradores del suelo donde durante años estuvo el mítico local Ave Turuta de Torrelavega.

Todo esto cambió el pasado mes de septiembre, cuando la asamblea ciudadana ACPT se metió en el terreno vallado, lo limpió y le puso nombre: Espacio Argumosa. 53 personas del colectivo retiraron seis toneladas de basura durante 13 horas y media de trabajo; sustituyeron las ortigas y las piedras por palés de colores, y hasta una pantalla de proyección que se ha usado para ver películas gracias, precisamente, a Luis Fernando Montero, o mejor dicho, a la toma de corriente eléctrica que les presta cuando se lo solicitan. Porque este vecino no sólo vive en el edificio colindante sino que también es el responsable del bar La Braña, que ocupa los bajos. "Estoy muy contento con el cambio no solo porque vivo aquí sino por mi negocio", dice. Pero si todos son parabienes, ¿por qué el Espacio Argumosa ha puesto al concejal responsable de la iniciativa a los pies de la justicia?

La titularidad privada del terreno y la oposición de parte de los dueños no solo han desatado una polémica en Torrelavega, sino que han prendido un debate al poner la propiedad privada en una balanza que enfrenta este derecho con el que tienen todas las personas a disfrutar de una ciudad limpia y habitable. Si el primero es un principio constitucional, el segundo está protegido por la Ley del Suelo de Cantabria, que obliga a particulares y administraciones a mantener en buen estado las calles.

La polémica está servida y en la reivindicación del espacio público, ¿quién tiene razón, los dueños del solar que estaba en condiciones deplorables o la de los vecinos que intervienen en el mismo sin permiso para hacerlo?

Suelo: uno para todos

Intereses, derechos, deberes y sentido común. Todo confluye aunque, según se mire, la intervención de Argumosa destapa una paradójica situación: "Está mejor limpio, eso sin duda", dice el concejal de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Torrelavega, Pedro Pérez Noriega. Si la ley obliga a la Administración a mantenerlo así, otra en cambio no les permite entrar y cumplir con sus obligaciones de cualquier manera: "El consistorio no tiene que hacerse cargo de los terrenos de titularidad privada; lo que hacemos es reclamar a los titulares del solar que lo mantengan. En caso de que el propietario no lo haga, el Consistorio lo limpia y luego se le pasa el cargo". Esto es; se abre un expediente, un proceso largo que cumple con toda la burocracia necesaria para no salirse del marco legal.

En Santander no se han dado casos como el del Espacio Argumosa, aunque eso no quiere decir que no existan lugares que requieran la implicación tanto privada como pública para su recuperación. Barrios enteros demandan una intervención constante y profunda como puede ser el Cabildo de Arriba, pero en el caso de solares particulares, hasta la fecha, en la capital solo se ha intervenido con "el consentimiento de los propietarios", dice Carmen Ruiz, concejal de Participación Ciudadana, que habla de "recuperación de espacios degradados" no solo como limpieza de cara sino "para crear espacios más vivibles".

Para ello cita como ejemplo actuaciones como el solar de la Paz, la zona de Peñas Redondas, el barrio de Santiago o el espacio de la calle Somorrostro, que hay junto a la Catedral. "Son espacios privados en los que el Ayuntamiento hace una pequeña intervención de jardinería y limpieza, y cambian totalmente el aspecto del barrio", dice. En este caso, el consistorio solo actúa si cuenta con el apoyo del cien por cien de los propietarios, lo que no siempre es así. Y entonces se frena la actuación. Pero, y si hablamos de dejación de responsabilidades particulares, ¿hasta dónde puede entrar la administración en las propiedades privadas? "Cada vecino debe ser responsable de cumplir con las leyes y ordenanzas, y si no lo hace, el Ayuntamiento les obliga a cumplirlo a través de expedientes, o a través de una ejecución subsidiaria siempre que lo autorice un juez", explica María Tejerina, concejal de Salud y Servicios Sociales. Hasta la fecha, en Santander se han abierto 94 expedientes por solares en estado de abandono. Y no sólo se actúa sobre solares; también se han abierto 16 a propietarios de viviendas, 8 por locales en mal estado, 5 por patios y 27 por fugas de aguas fecales; cifras que evidencian que la responsabilidad individual es un derecho colectivo.

Rehabilitar con arte

Simbiosis en la ciudad

  • tú sin ibi, yo con parking

  • La situación de abandono o en desuso de algunas propiedades privadas se convierte a veces en una oportunidad para ambas partes. Por ejemplo, Torrelavega va a invertir 25.000 euros en acondicionar un solar en la calle Novalina y crear plazas de aparcamiento. Esa superficie no cae del cielo. Después de que las políticas urbanísticas apretaran las ciudades hasta asfixiarlas, falta espacio no sólo para convivir en ellas sino para aparcar los coches de los que allí residen. Paliar esta carencia ha estado precisa -y paradójicamente- en el abandono, ya que ese nuevo aparcamiento nace sobre un terreno privado su propietario no lo utiliza, al menos no por ahora. Así, Con esta cesión,

  • el propietario se ahorra el IBI y el Ayuntamiento ganará 85 plazas gratuitas

  • para los ciudadanos, un ejemplo de simbiosis urbana que invita a seguir engrasando la ingeniería legal y la imaginación cívica para cubrir las carencias de una ciudad.

En ese sentido, el terreno de lo privado es un espacio cada vez más permeable. Y la intervención pública, si de lo que se trata es de hacer una ciudad "vivible", está encauzando mecanismos para logarlo. Que se lo digan si no a los vecinos de Santander que han visto cómo las fachadas ciegas de sus casa son ahora soportes de obras de arte urbano. Zonas de paso, muros grises o colonias residenciales de edificios miméticos y avejentados han encontrado en la cultura la herramienta infalible para su mejora: "Recuperar urbanística o ambientalmente cualquier espacio deteriorado ya supone una acción de enriquecimiento para la ciudad, pero si además se actúa con un componente artístico, el beneficio social se multiplica", dice la concejal de Cultura del Ayuntamiento de Santander, Miriam Díaz. No es raro que de unos años a esta parte la ciudad se haya llenado de murales urbanos, carteles de artista y hasta baldosas con leyenda: "Este tipo de acciones trasladan una imagen de apertura hacia modelos de expresión que refuerza la idea de que cualquier espacio es posible para la acción cultural".

Con este fin lleva celebrándose en la ciudad Desvelarte, festival de arte público gracias al cual las fachadas de los edificios ya no son lo que era. "Al principio costaba convencer a los vecinos para que cedieran espacios en los que intervenir y ahora es al revés", afirma Laura Irizabal, del colectivo ACAI, responsable del festival que canaliza estas actuaciones a través de la Fundación Santander Creativa. "Las obras se convierten en un bien común que valorar y respetar, una forma de incrementar el apego de los vecinos hacia algo que sienten suyo", afirma Miriam Díaz. ¿Y por qué limitar la reutilización a solares y a murales, si la economía deja un rastro de lugares vacíos que paralizan (y no solo afean) el vínculo con la ciudad? A partir del 18 de noviembre comienzan cinco intervenciones a través del programa 'Lla Ves', también de la FSC, que reinventa el espacio de locales comerciales cerrados para darles nuevos usos: darles vida, en realidad, frenar su deterioro y, por tanto, la decadencia que contagian a su alrededor.

En Torrelavega también intervinieron en los locales cerrados. "Hicimos una exposición de fotografía pegando las imágenes en los escaparates para evitar que se viera la suciedad que había dentro", dice Pérez Noriega. Los locales eran privados, como los edificios de Santander donde colectivos como Boa Mistura o el cántabro Okuda han dejado su 'Huella', como lo es de la calle Argumosa mientras el auto del juez lo permita.

No son hechos aislados unos de otros, y si la crisis ha dejado tras de sí ciudades entreveradas de solares sucios, locales vacíos y fachadas a medio edificar, también ha generado una nueva actitud cívica con la que hacer política de otra manera: el interés individual se puede convertir en un hecho colectivo, tal y como evidencia la proliferación de plataformas cívicas y asambleas en los ayuntamientos de toda España tras las últimas elecciones. El debate está ahora en la forma de convertir lo aciago en oportunidad, y cómo canalizar el empuje ciudadano para que todo derecho fundamental se mantenga intacto en una convivencia que recuerda más a una simbiosis.

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