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Al grito de 'Gobierno dimisión', cerca de cien personas se han manifestado este viernes por la tarde en Santander contra el Ejecutivo central. Fue la segunda jornada consecutiva. Ataviados con banderas de España a modo de capa, algunos vecinos de la calle Hernán Cortés y alrededores aprovecharon la franja horaria de los paseos –a partir de las nueve de la tarde– para salir con ollas y sartenes y golpearlas a modo de protesta. Esta cacerolada, que en las últimas semanas se había desarrollado desde algunos balcones, salió este jueves al exterior y se repitió este viernes, con la intención de alargarla también durante los próximos días.
El barrio de Salamanca, de Madrid, fue el miércoles el precursor de este movimiento contra el Gobierno central. Un descontento que se manifiesta desde el jueves en otros puntos de España, como en esta zona de Santander. Un coche descapotable fue ayer el encargado de iniciar la comitiva. Con el himno de España a todo volumen y ondeando una bandera rojigualda, los dos hombres que iban a bordo dieron varias vueltas a la manzana mientras la gente salía de sus portales o se acercaba de calles cercanas. «Recorremos la calle todo el rato y no paramos porque queremos mantener las distancias», apuntó un hombre que portaba un altavoz para corear algunos cánticos.
'Gobierno dimisión', 'Sánchez fuera' y 'Libertad'. Estos han sido algunas de las expresiones que más se escucharon este viernes en la céntrica vía santanderina. Aunque la cacerolada no ha sido multitudinaria, no era fácil mantener la distancia de dos metros entre los manifestantes ya que las aceras de la calle no son especialmente anchas y la carretera estaba abierta al tráfico. Para evitar corrillos o colapsar el paso del resto de transeúntes, recorrieron la calle hacia arriba y hacia abajo sin detenerse mientras golpeaban sus utensilios de cocina. Cuatro agentes de la Policía Nacional se personaron allí para asegurarse de que se cumplían las medidas de distancia y evitar que se produjeran aglomeraciones de gente.
«Continúe, no puede detenerse», decían a cada persona que se quedaba rezagada. Además de los manifestantes que se movían a pie, otros optaron por protestar desde el coche, una alternativa que facilitó que se mantuviera la distancia social recomendada para evitar contagios. Con sus pitidos apoyaron la comitiva, Además, desde los balcones de Hernán Cortés algunos vecinos también se han unido a la cacerolada sin bajar a la calle.
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