-krAI-U23014706645724FC-1200x672@Diario%20Montanes.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Marco G. Vidart
Soba
Jueves, 17 de abril 2025, 19:07
Paisajes de impresión, una gran variedad de terrenos, algún animal salvaje que se deja ver, una buena 'kilometrada' sin pendientes imposibles... La Ruta del Glaciar de Bustalveinte-Hondojón, o también llamada Sendero de Hondojón, lo tiene todo para convertirse en un plan inmejorable en la naturaleza. Una ruta de lo más completa en el Parque Natural de los Collados del Asón y que deja con unas sensaciones inmejorables tras algo más de 13 kilómetros de recorrido.
En el municipio de Soba, el aparcamiento que hay en el parque, no muy lejos de la famosísima cascada del nacimiento del río Asón, es el punto de inicio del recorrido. Comienza ahí un leve ascenso. Algún buitre a media mañana añade más espectacularidad aún al paisaje. Las imponentes moles de roca de la zona conforman unas vistas de cuento. La pista es en esos primeros metros perfecta, muy ancha y de piedra compactada. Al poco, aparece uno de los elementos que se repetirá a lo largo de todo el camino. Señales y más señales, que hacen imposible perder la referencia de por dónde hay que ir.
Localización: Soba.
Duración total: 4.30 horas.
Longitud total: 13,2 kilómetros.
Nivel: Fácil.
Una de esas señales, acompañadas de un cartel explicativo, informa de que el camino se adentra en el paraje denominado poljé de Brenavinto. «Un poljé es una depresión kárstica cerrada, de planta no circular y notables dimensiones», reza el cartel. Y tanto que lo es. Una gran llanura encerrada entre imponentes montañas hechas de piedra y que muestra lo hecho por ese antiguo glaciar que da nombre a la ruta. A partir del pequeño descenso que lleva al terreno llano, la pista ya se rompe para pasar a ser un camino de monte. Y ahí también empieza un pequeño juego para el caminante. Las lluvias de la primavera han hecho que algún arroyo se desboque un poco más de la cuenta, así que por el camino fluye un riachuelo de apenas unos centímetros de profundidad. Durante unos cuantos metros, hay que poner un poco de atención para saltar de roca en roca o arrimarse a la orilla.
La senda vuelve a subir, vuelve a bajar... Más señales y más carteles indican por dónde hay que ir. Al lado de una cabaña, unas vacas pastan tranquilamente , indiferentes a todos los senderistas. Ahí parece que el camino se pierde, pero otra señal indica. Hacia la izquierda. Un sendero pedregoso, en ascenso, conduce hacia la que es la parte más dura del recorrido. Un tramo entre un hayedo, con suelo pedregoso, y en algún momento con buena pendiente. Pero nada que luzca como imposible.
Consulta la ruta en Wikiloc:
Otra señal en una bifurcación indica que hay que seguir a la izquierda. En un suave ascenso, se afronta el tramo final de la subida. Al llegar al punto más alto, molinos eólicos de la provincia de Burgos aparecen muy cerca. Y si se gira la vista arriba y a la derecha, se ve la cima del Picón del Fraile, con sus instalaciones militares en ella.
Es ya en el primer tramo del descenso donde aparecen las primeras de las pocas precauciones a tener en la ruta. Al llegar a una cabaña, hay que seguir hacia la derecha, para localizar otra de las habituales señales de madera que indican el camino. A partir de ahí el descenso es más pronunciado hasta llegar a un bosque. Parece que el camino sigue por él, pero siempre hay que ir cerca del murallón de roca que queda a la izquierda, donde más señales ratifican que se va en la dirección correcta.
Otro cartel, más alto, indica por dónde hay que seguir. Y ahí sí que no hay camino en el suelo, aunque su ausencia no es más que en unos cuantos metros. Se transita por un piso salpicado de rocas incrustadas. Pero al poco, otra señal de madera, como si fuese un faro, sale en ayuda del caminante. Otra indica ya que se recobra el camino. Empieza un abrupto descenso, en el que habrá que tener cuidado si llueve o ha llovido.
1 / 5
Una vez terminada la bajada, el paisaje se abre. Entre suaves laderas y vistas amplias. Más señales llevan a caminar paralelo a cabañas en desuso. En una braña entre sol y sombra, a primera hora de la tarde, un buen número de rebecos pasta tranquilo. No se inmutan demasiado al ver a los caminantes. Otro tramo de bosque precede ya a la última parte, ya con la carretera a la vista, de descenso por la montaña para enlazar con la pista a pocos metros del aparcamiento y dejar al senderista con una sensación inmejorable. Porque la Ruta del Glaciar de Bulstalveinte-Hondojón no puede ser más variada, entretenida y bonita. Una de esas rutas perfectas para pasar un día en plena naturaleza.
Publicidad
José A. González, Sara I. Belled y Cristina Cándido
Álvaro Machín | Santander
Cristina Cándido y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.