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Primero llegó una propuesta del Colegio de Arquitectos de Cantabria, en 2010, de la mano del Ayuntamiento. Después hubo un movimiento vecinal. Acto seguido, los jueces rechazaron declararlo Bien de Interés Local, al tiempo que iban confirmando que había que derribarlo. Y en última instancia se buscó un uso compatible con la Ley de Costas, sin éxito, para salvarlo de la piqueta.
El derribo del Hotel Miramar de Castro ha herido la sensibilidad de muchos castreños para los que este edificio suponía algo más que una parte de la inigualable estampa marítima del municipio. El Miramar, para muchos, era un emblema, un símbolo, un edificio histórico que formaba parte de esa playa de Brazomar, donde generaciones de castreños disfrutaron cada verano.
Una vez derribado el inmueble y a la espera de que la empresa pública Tragsa retire todos los escombros y limpie los restos que han quedado depositados sobre la explanada donde se levantaba el hotel, el siguiente paso será urbanizar esa zona, que quedará integrada dentro del paseo marítimo. Es decir, dará continuidad al paseo y ya no quedará vestigio alguno del inmueble.
No conforme con esta actuación, el exconcejal de Obras Pedro Olano pensó en la idea de dar un uso a esa explanada y muro sobre el que se levantaba el Miramar. «Ya que no supimos o pudimos salvar el edificio para utilizarlo como equipamiento de una actividad que fuese compatible con la ley, ahora estamos a tiempo de ganar el solar donde se ubicó el Miramar para darle una solución respetuosa con la Ley de Costas».
Olano recuerda que el Miramar fue construido en 1945 y desde entonces se convirtió en un referente para todos los vecinos de Castro. «Allí se celebraron bautizos, comuniones y bodas. Con una situación envidiable, el edificio se proyectó en un estilo racionalista, con una arquitectura impecable, fue diseñado por uno de los arquitectos más reconocidos de Cantabria, Riancho. Todo este patrimonio no se pudo salvar por la aplicación implacable de la Ley de Costas. Pero no tiene por qué parecer que nunca existió».
El exconcejal de Obras asegura que la propia forma del edificio ya sugiere la colocación de un mirador, de un espacio libre de uso público, que respetando escrupulosamente la ley, «permita contemplar la playa, hacer una parada en el paseo marítimo, o simplemente sentarse a sentir la vida dejando fluir recuerdos».
Olano cree que manteniendo el solar tal y como está, con un saliente a la playa, se crea una barrera, «si no el mar se va a meter hasta las cafeterías de la zona. Estos días con el fuerte temporal he observado que servía de barrera para parar el mar, la forma curva del muro hace que al chocar las olas se vayan para los costados y no invada la zona». El exedil considera que el nombre más adecuado para este nuevo espacio sería 'Mirador Miramar', manteniendo así la denominación. «Sería un mirador del mar excepcional, además de homenajear al edificio que allí existió».
Olano entiende que, una vez que se ha llegado al convencimiento de que merece la pena conservar el sitio y convertirlo en un mirador, el Ayuntamiento debe solicitar la concesión administrativa para lograr hacer este espacio público de indudable interés social. De hecho, ya ha trasladado su idea al equipo de gobierno (PSOE-Cs), que tiene que hablar con la Demarcación de Costas y después «mandaremos la propuesta», según informaron desde el gabinete de prensa de Alcaldía.
Lo cierto es que las obras de urbanización de la zona son inminentes, y más teniendo en cuenta que las tareas de derribo se han retrasado varios meses.
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Óscar Beltrán de Otálora, Gonzalo de las Heras e Isabel Toledo
Daniel Martínez | Santander
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