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Originaria de América del Norte, la trucha arcoíris, de escamas pequeñitas y tornasoladas, es una especie muy poco habitual en los ríos de Cantabria. Hay ... poblaciones identificadas en los embalses de Alsa y del Ebro, pero encontrarse ejemplares en el río Saja es del todo «anecdótico», según aclara la Dirección General de Montes y Biodiversidad después de que algún pescador se haya topado con ella, entre otros puntos, a la altura del coto de Caranceja. «Puede haber alguna, pero no es, en ningún caso, un asunto preocupante», subraya Ángel Serdio, director general en la Consejería de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente.
¿Y qué podría explicar este hallazgo? Serdio entiende que hay dos causas posibles: o el «escape» de ejemplares de alguna piscifactoría –porque es el tipo de trucha que más se cría, se vende y se consume– o la «suelta» ilegal a manos de algún pescador (su introducción en el medio natural está prohibida).
No obstante, «cada vez hay menos» truchas arcoíris en los ríos cántabros, según puntualiza el director general, y lo «deseable», añade, es que «acaben desapareciendo» totalmente. «No hay ninguna preocupación en este sentido, ni tenemos constancia de ningún incremento» de ejemplares, avanza Serdio, toda vez que los pescadores tienen asumida la presencia de una especie que «se introdujo en España» entre las décadas de 1960 y 1970.
A diferencia de otras especies exóticas invasoras, el «principal problema» que presenta la trucha arcoíris es que «compite» por los lugares de freza, es decir, por los lugares en los que la trucha autóctona o el salmón depositan sus huevos, precisa el director general. Como se reproduce unos meses después, la arcoíris «perjudica» la continuidad de los otros alevines, pero, al margen de esto, Serdio asegura que no trae aparejados «problemas de enfermedades», como ocurre, por ejemplo, con el cangrejo rojo.
También apunta Serdio que la trucha arcoíris puede resultar menos atractiva para los pescadores que la común. Y recuerda que, atendiendo a la normativa vigente, si se pesca está prohibido «devolverla» al río con independencia de su tamaño.
En cuanto a la trucha autóctona, el Gobierno de Cantabria apuesta por su repoblación. Hace apenas un par de semanas, se procedía a la suelta de 10.000 alevines en el Gándara, una de las principales cuencas junto al Saja, Nansa, Besaya, Pas y Miera, que se repueblan con estos ejemplares y con los de salmón.
Según señaló en ese momento la consejera María Jesús Susinos la meta es «impulsar» la presencia de la trucha y el salmón en todas las cuencas fluviales de la autonomía. A lo largo de este año, la Consejería tiene «previsto llegar a los 35.000 alevines» de trucha en Cantabria. En 2024 se soltaron 124.000, y desde 2008 el total asciende a 1.300.000 ejemplares.
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