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Aquí cantamos lo nuestro. «Una ilusión nos persigue...», «como en el 93...». Andamos emocionados porque creemos que puede ser el fin de un trayecto por carreteras parcheadas y nos acordamos de nuestros males. Decimos que esta vez sí, que ya toca. Que es de justicia. Que la historia nos lo debe. Y es verdad. Pero también lo dicen al oeste. Bien cerca. Compartimos muchas cosas con los vecinos asturianos. También en el fútbol. Una es anhelo. Porque en el Principado y en la tierruca se echa de menos la Primera División. Muchísimo. Racing, Sporting y Oviedo –ojo, tres históricos con muchas temporadas en la máxima categoría y que jugaron también partidos en Europa– suman 45 años de destierro. De pura nostalgia.
Cantabria y Asturias son un agujero en el mapa en el fútbol de Primera. Del País Vasco, con tres (Athletic, Real Sociedad y Alavés), a un extremo de la Galicia más atlántica, con el Celta, la autovía del fútbol de la categoría más alta no tiene áreas de descanso. Un triste vacío. Justo lo que sienten tres aficiones con poso y con relaciones pecualiares entre ellas. De amor-odio. Del duelo asturiano poco que decir. Son sus cosas. Ellos juegan la Liga, la Copa y el derbi.
Lo del Sporting y el Racing (más allá de las polémicas por el envío de entradas de este año) ahora va bien. Con Manolo Preciado como maestro de ceremonias llegó a idilio, a hermanamiento (hoy en día tampoco es para tanto, pero queda el cariño y el respeto). En estos años ha habido mareonas en Cañadío y picos de venta de cachopos y culines de sidra con cántabros a la mesa de un chigre (los viajes con buen ambiente son de lo más bonito del fútbol). En general, buenos deseos en dos direcciones y buen rollo. No siempre fue así, que quede claro. No hace tanto (frase de persona ya de cierta edad, porque los más jóvenes no lo han vivido), el viaje entre las dos ciudades con puerto de mar era de esos de madre diciendo al chaval lo de 'vete con cuidado' –una pena tener que ir con cuidado a ver fútbol–.
13 campañas
lleva el Racing alejado de la máxima categoría, con etapas incluidas en el infierno.
8 temporadas
lleva el Sporting de Gijón alejado de Primera, todas ellas en Segunda División.
24 larguísimas
campañas lleva el Oviedo sin tocar el cielo. Ojo, su particular infierno les llevó a Tercera.
Precisamente por ese estado de ánimo de las parejas que se despiden con mensajes de reproche anda ahora la relación con el Oviedo. Hubo amor y buenos tiempos (tampoco lo han vivido los chavales), pero a algunos (y en esto en cada sitio dicen que la culpa es del otro, da igual) les dio por pegarse y por cantar algo feo. No es generalizado, ni mucho menos, pero en los partidos, últimamente, hay atmósfera de ruido.
Más allá de idilios y divorcios, en los Campos de Sport, El Molinón y el Tartiere este año han escuchado el tango de Gardel ('volver...'). El Sporting, rival este fin de semana de los cántabros, anda algo lejos en la tabla y es el que, a día de hoy, menos opciones tiene. El partido con el Racing tiene, de hecho, pinta de último tren, de última llamada para embarcar. El Oviedo, metido de pleno en la lucha con los cántabros por los puestos que dan derecho al sueño, jugará en Miranda (duelo directo entre gallos) con el rabillo del ojo pendiente de su vecino de Principado.
Pero vamos con la nostalgia. Con el viaje por carreteras secundarias. Con lo largo que está siendo para cada uno. El del Sporting va por la octava temporada. Todas en Segunda. Repasando trayectorias, el balance rojiblanco no incluye caídas más allá del segundo escalón. Son 42 campañas en Primera y otras 52 en Segunda. Bajaron en la 2016-2017 (con Abelardo primero y Rubi después en el banquillo) y ahí siguen.
Como su desgracia ha sido algo menor, en estos años han vacilado a sus vecinos. Lo del Oviedo ha sido un drama. No es que hayan tocado el pozo y les costara –como a tantos– salir. Es que llegaron a jugar en la Tercera División. Un desastre. De los tres, es el que menos temporadas acumula en Primera, aunque son muchas (38). La última ya está muy lejos, la 2002-2003.
Y todo eso centrándose solo en la situación deportiva. Sin entrar en escándalos de gestión, polémicas accionariales, riesgos de desaparición, compradores extraños... De eso aquí sabemos mucho. Y de tocar fondo también. Trece temporadas lejos de la cumbre. Seis en Segunda y otras siete aún más abajo. Con el añadido de que tres pasos por el segundo escalón sólo duraron un año. Visto y no visto. Una montaña rusa en la que el equipo asomaba la cabeza, pero volvía al pozo. A partidos con el Leioa, el Coruxo, el Lealtad... (con el máximo respeto y cariño, por supuesto, para todos esos clubes)
Cuidado aquí: de los tres, el Racing es el que más campañas ha jugado en Primera. En total, 44. Es un dato importante. Pero lo más importante es el hambre. En Asturias y Cantabria hay ansia. Nostalgia y ansia. «En el 93 también se llevaba varios años abajo. No tantos como ahora, pero la gente tenía muchas ganas de Primera. Socialmente el equipo estaba muy unido con la grada, como se puede ver ahora también. Lo seguían mucho, estaban ilusionados. Lo que veo se parece mucho a lo del 93», decía José Ceballos en la entrevista reciente que publicó El Diario Montañés dentro de esta sección.
Tal vez sea la clave. De la ilusión que nos persigue y de la fuerza final para lograrlo. Y este fin de semana –otra vez– toca demostrarlo. El hambre. Las ganas inmensas de volver.
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Josemi Benítez
Jon Garay y Gonzalo de las Heras (gráficos)
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