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Las modestas instalaciones del refugio canino de Torres van a verse mejoradas en los próximos días con una nueva parcela de más de 6.000 metros cuadrados que el Ministerio de Fomento ha cedido al Gobierno de Cantabria para beneficio de este centro protector de animales. El Ministerio de Fomento, a través de la Dirección General de Carreteras, ha comunicado al Ayuntamiento de Torrelavega la cesión al Gobierno de Cantabria –concretamente a la Consejería de Medio Rural, Pesca y Alimentación– de los terrenos ocupados por las instalaciones destinadas al fomento y protección de los animales de compañía en la localidad de Torres. Para ello, el Ministerio apunta que es necesaria la segregación de una parcela de 6.301 metros cuadrados, por lo que solicita al Consistorio licencia de separación o certificado municipal.
Desde el refugio canino de Torres, la voluntaria Paula Abascal explica que en estos días han tenido conocimiento de la cesión de la parcela de la que señala «ya estábamos disfrutando», pero «teníamos el problema de que no podíamos dar de alta la luz hasta que se formalizara la cesión definitiva por parte del Ministerio de Fomento al Gobierno cántabro». La voluntaria del refugio canino indica que se trata de una parcela «muy grande» que en la actualidad se utiliza como área de esparcimiento y de juegos para los perros. «Para nosotros es una gran noticia porque nos permite la ampliación de esta zona para el disfrute de los perros», dice.
El Ministerio de Fomento inició hace más de dos años los trámites para ceder al Gobierno de Cantabria la finca que ocupa el refugio canino de Torrelavega, ubicado en Torres Arriba, atendiendo así la petición formulada por la Consejería de Medio Rural.
El consejero de Medio Rural, Jesús Oria, remitió un escrito a Fomento en el que explicaba que, tras una resolución del Director General de Ganadería fechada el 13 de octubre de 2010, se procedió a la confiscación de cerca de 300 perros ubicados en la finca de Torres Arriba, debido a las «pésimas condiciones de salubridad y bienestar» en las que se encontraban los canes. Según Oria, una vez regularizada la situación, las instalaciones reúnen ahora los requisitos necesarios para el desarrollo de «actividades para el fomento y la protección de los animales de compañía».
La protectora dice que otra forma de ayudar es que los ciudadanos esterilicen a sus mascotas, ya que «hay demasiados perros en las carreteras, en las perreras, bajo la lluvia, solos y sin protección». En la actualidad, el refugio canino en el que trabajan 25 voluntarios cuenta con un centenar de perros que esperan una adopción. La asociación que se encarga de las instalaciones no tiene ánimo de lucro y está compuesta por voluntarios que desarrollan su trabajo movidos por el amor a los perros. En el refugio de Torres todos los canes son atendidos en cualquiera de sus necesidades, ya sean de salud, alimentación o afectivas. Eso sí, la capacidad del recinto es limitada y según explica la voluntaria Paula Abascal, sobrepasando el volumen de 100 ejemplares es complicado mantener el espacio y a los perros en unas condiciones dignas.
Dado que la referida parcela es de titularidad estatal (está situada cerca de la Autovía del Cantábrico) y que la Consejería tiene entre sus competencias el fomento de la protección animal, Oria solicitó la cesión de la finca que ocupa el refugio canino, con el fin de desarrollar en la misma actividades destinadas a «fomentar la protección animal». La protectora de animales Aspacán logró en 2011, en apenas diez meses, que la perrera de Torres Arriba tuviese unas condiciones dignas. Cuando el 1 de marzo de aquel año se hizo cargo de la misma, se encontró a 350 perros sobreviviendo en unas condiciones lamentables (sucios, enfermos, sin desparasitar, apenas alimentados, sin atención veterinaria, con plaga de ratas, atados con cadenas, etc.).
El colectivo, integrado por voluntarios, consiguió dar en adopción a 200 canes y esperaban seguir reduciendo el número hasta un centenar, para que todos estén en jaulas y bien atendidos. El objetivo era obtener la licencia de núcleo zoológico para empezar a recoger perros abandonados.
El principal problema se centra en la supervivencia económica. El refugio canino, en el que son atendidos cientos de perros abandonados o entregados por sus dueños, realiza un llamamiento para que nuevos voluntarios se unan al proyecto o bien se hagan socios, donen material o difundan la labor que se realiza.
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