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EFE
Sábado, 26 de abril 2014, 19:31
Una vez más, los viandantes que transitaban por las calles de Santander se han topado con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que ha firmado, en la sede del Ejecutivo cántabro de Peña Herbosa, el convenio para financiar con 28 millones las obras del Hospital de Valdecilla.
Y es que el paseo por las calles de Santander es ya casi tradicional dentro de la agenda de Rajoy en sus visitas a la capital de Cantabria.
Hoy el presidente del Gobierno no iba solo, ya que el jefe del Gobierno regional, Ignacio Diego, lo guió hasta el Club Marítimo, en cuyo restaurante han degustado una comida acompañados por la ministra de Sanidad, Ana Mato, casi todos los consejeros cántabros, y el delegado del Gobierno, Samuel Ruiz.
El tráfico y el trasiego de vecinos por la calle Peña Herbosa, donde está la sede del Gobierno de Cantabria , se cortó momentáneamente y, pasadas las dos de la tarde, Rajoy, Diego y el resto del grupo abandonaron el edificio ante la atónita mirada de los transeúntes.
En los extremos de la calle hubo protestas de algunas personas que querían pasar justo entonces por Peña Herbosa, pero la mayoría de la gente se conformó con las explicaciones de los efectivos policiales, que les aconsejaban tomar cualquiera de los viales paralelos.
Enseguida, en cuanto Rajoy fue reconocido al salir del Gobierno, comenzaron a sonar aplausos desde el bar que está justo enfrente del edificio.
Eso motivó que el presidente se acercara a saludar para recibir numerosos parabienes, besos, abrazos e, incluso, algún piropo, que también compartió Diego, que lo acompañaba junto al resto, más rezagados.
Pero, tras dejar ese local, Rajoy también escuchó un comentario de alguien que le dijo que "en Galicia no te quieren". Y es que parecía que entre quienes en ese momento se encontraban en Peña Herbosa había mucho paisano del presidente: una señora que dijo ser de Lugo también se acercó a saludarlo.
En el trayecto, Rajoy, Diego, sus acompañantes y los reporteros y miembros de la Seguridad pasaron por la plaza de Puerto Chico, donde numerosas cabezas se volvieron a mirar y hubo dedos que señalaban y teléfonos móviles sacando fotografías.
"Mira hijo, el presidente", se oyó decir a un hombre que iba con un niño de corta edad de la mano.
Y, al pasar por delante de un bar de pinchos, la cristalera se llenó de golpe por los parroquianos que querían contemplar la comitiva que se desplazaba hasta la Bahía de Santander, donde se encuentra el Club Marítimo.
Aunque se interrumpió el tráfico en el Paseo Pereda a la altura del paso de peatones que lleva precisamente hasta el Club, los ocupantes de un coche rojo tuvieron tiempo de pitar al presidente y de pedirle a gritos que saque a España "de esta ruina".
Pero aún cuando cruzaba la calzada Rajoy dio la mano y sonrió a a alguna vecina, e incluso ya en la otra parte de la carretera y a escasos metros de la entrada del Club se detuvo un momento para que le sacaran una foto con el teléfono móvil de una joven.
Fue el presidente Diego quien hizo de fotógrafo, mientras Rajoy y la joven se instaban mutuamente a mantener los ojos abiertos y no estropear así la instantánea.
A la entrada del Club Marítimo -donde ya ha tenido ocasión de comer la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en alguna visita que ha hecho a Cantabria -, Rajoy, Diego y el resto del grupo fueron recibidos por un responsable de esta instalación, que no perdió la ocasión para hacer una alusión a la Ley de Costas ante el presidente.
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Nacho González Ucelay
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