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Ejemplo de cabaña-hogar del XIX en La Mies (Selaya), rehabilitada
Nueva vida para la cabaña pasiega

Nueva vida para la cabaña pasiega

El Ejecutivo ha dado ya luz verde a la legalización de 13 cabañas como alojamiento turístico desde 2014, pero los alcaldes elevan el número y hablan de muchas más

Elena Tresgallo

Domingo, 2 de abril 2017, 11:59

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Cantabria cuenta con un catálogo de más de 10.000 cabañas de tipología pasiega situadas en los valles del Pas, el Pisueña, el Asón o el Miera. Un tipo de construcción ganadera que, desde la Edad Media, compaginaba la cuadra y el pajar con el hogar, típica de la trashumancia o la muda del ganado.

En 2014, el Ejecutivo regional dio respuesta a la reivindicación de muchos propietarios de cabañas en desuso y aprobó el decreto para dotar de una nueva vida a estos edificios singulares enfermos de abandono. Lo hizo permitiendo una rehabilitación acorde a su tipología para uso turístico. Tres años más tarde, Turismo habla de que se han regularizado 13 cabañas y habilitado 90 plazas de alojamiento, pero los alcaldes duplican la cifra.

Se trata de los datos oficiales que figuran en la Consejería de Turismo, aunque a ediles y empresarios turísticos de los valles pasiegos no les cuadran del todo y hablan de muchas más cabañas en regla y ya en marcha. A la par, explican que se está produciendo un lento pero "progresivo" repunte de solicitudes de licencia para el arreglo de este tipo de edificaciones bajo esa normativa.

Paradójicamente, en Vega de Pas, el icono por excelencia de la cabaña pasiega, y donde hay censadas más de 3.000 edificaciones de este tipo, sólo se ha legalizado una para uso turístico, aunque hay varias peticiones en marcha. En opinión de su alcalde, Juan Carlos García Diego, la medida ha sido "un acierto" porque anteriormente no se podía hacer nada y "muchas cabañas se han caído", explicó. Al tiempo insistió en que la crisis económica ha influido en que el número de cabañas adquiridas para rehabilitar y reconvertir a uso turístico sea lento. No obstante, apunta que ahora "hay un goteo constante de peticiones y gente que se va adhiriendo al decreto y se empieza a notar el resurgir".

En otro de los valles pasiegos por excelencia, San Roque de Riomiera, hay 1.594 cabañas catalogadas y allí presumen de ser los primeros en estrenar el decreto. Lo hizo posible Agustín ValentínGamazo, un vallisoletano enamorado de esa tierra que, en la actualidad, copa la mitad de la oferta hotelera de estas construcciones. En 2014 montó su empresa, Cabañas con encanto, rehabilitando y poniendo en el mercado hotelero tres cabañas. Tres años después ya cuenta con otras tres legalizadas y dos más que están en proyecto, una de ellas en Vega de Pas. "Para nosotros ha sido un éxito total habilitar este decreto, porque defiende bien los valores propios de la cabaña pasiega", insiste. En su caso, la familia entera vive de este proyecto y se ha podido contratar a dos personas más porque el grado de ocupación de las cabañas "está por encima de la media".

Para este empresario, la clave de mantener "el encanto" de estos lugares es rehabilitar la cabaña "como estaban los pasiegos, solo que ahora donde estaba la cuadra hay una cama confortable". En su opinión "hacer las cosas bien" tiene un retorno. "Y nosotros le estamos viendo", explica al referirse a una buena rehabilitación acorde con la tipología, además de la legalización del negocio frente a la clandestinidad. En su opinión, de esta forma se ha "revivido la cabaña pasiega", frente a la desaparición de este patrimonio arquitectónico por el abandono de la práctica ganadera. El alcalde de San Roque de Riomiera, Juan Antonio Fernández, también hace un balance positivo de la reutilización de la cabaña. "Se ha notado mucho lo del decreto, sobre todo en la zona alta del pueblo, allí ya hay 17 arregladas y por la noche las ves iluminadas, porque allí no tenemos alumbrado ". Los tres bares y el pueblo también han tenido su pequeño retorno, según el regidor.

Cambiando de valle, en el nacimiento del Pisueña, en Selaya, Fidel Sainz, cuenta con cinco cabañas de herencia familiar ya remodeladas. En su municipio están catalogadas más de 2.000. Además de empresario del sector, Fidel es el presidente de la Asociación de Propietarios de las Cabañas Pasiegas. En su caso, echando la vista atrás hasta 2008, cuando surgió el colectivo, la cosa no tiene color. "Formamos la asociación para poder rehabilitar las cabañas, porque era muy complicado hacerlo. Ahora ya prácticamente no tenemos actividad como colectivo porque lo hemos conseguido".

Fuera inconvenientes

Defiende el decreto porque, a su juicio, sirve para mantener este patrimonio local vivo y a salvo. "Antes todo eran inconvenientes para poder legalizar, porque la normativa era estricta por el tamaño de las ventanas o las puertas, sin contemplar que había muchos tipos de cabañas, incluso con puertas de poco más de metro y medio", explica. En su caso, la rehabilitación se hizo a la vieja usanza, tal y como la construyeron sus antepasados. Por fuera el aspecto es el típico, pero por dentro es una acogedora estancia que conserva la estructura de dos plantas y pajar, pero con cocina, salón, baño o televisión, donde antes había vacas, y "a veinte minutos en coche desde Santander", insiste.

Al igual que Agustín en San Roque, a Fidel su apuesta empresarial le ha ido bastante bien. "Yo vivo de ello", afirma. Junto a Cándido Manuel Cobo, alcalde de Selaya, coincide en señalar que la adaptación de la ley está sirviendo para rescatar patrimonio, al menos en las cabañas que tienen accesos. "Hay muchas cabañas a las que es difícil acceder porque no se puede hacer una carretera que llegue hasta allí", indica el regidor. En ese caso, según Fidel, se podrían tomar otras opciones como la construcción de "refugios de montaña", opina.

A Cándido Manuel Cobo tampoco le coinciden sus números con los que baraja la administración. En el caso de Selaya ya se han tramitado "seis o siete", mediante ese decreto que ha sido "positivo", afirma. "Trece sólo se me hacen pocas, pero puede ser que haya muchas más en tramitación y se confundan los números", explica.

Un poco más cerca de todas partes, en Villacarriedo, su alcalde, Ángel Sainz, también defiende el patrimonio de sus cabañas. Según sus datos, "aquí tenemos listas 8 para uso turístico de las 750 que están en catálogo, y cinco o seis en tramitación. Es una buena medida para que la cabaña no se caiga y se mantenga", opina, a la par que coincide con el resto de alcaldes de la comarca en el hecho de que hay un repunte de peticiones para dar una nueva vida a las cabañas.

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