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Un surfista es sorprendido por un tiburón cuando se dispone a coger una ola.

Drones contra tiburones

Australia destinará once millones de euros para poner en marcha un programa pionero en el que se vigilará la llegada de los escualos a las playas mediante aeronaves teledirigidas. En los últimos once años, 16 personas han muerto en la isla por los ataques de este depredador del mar

ÓSCAR B. DE OTÁLORA

Martes, 15 de diciembre 2015, 20:17

«Le dije al tiburón: jódete. Lucharé sucio yo también». Craig Ilson, un australiano de 50 años que fue atacado por un gran blanco en agosto de este año, guarda ese recuerdo del momento en el que se dio cuenta de que iba a morir devorado por el monstruo marino, que ya le estaba destrozando una pierna. Este antiguo boxeador comenzó a golpear el hocico del escualo con las fuerzas que le quedaban. Al cuarto puñetazo el tiburón soltó su presa y se marchó. Los médicos le explicaron más tarde a Ilson, después de que varios surfistas consiguieron rescatarle, que estaba vivo de milagro. El mordisco del tiburón se había quedado a un milímetro de su femoral. Si le hubiera alcanzado esta arteria, la muerte hubiese sido casi inmediata. «Al operarme encontraron un diente del gran blanco dentro de mi pierna. Les dije a los médicos que lo tirasen. Quiero olvidar esta historia...y nunca volveré al mar. No regresaré al agua», confesaba Craig Ilson este verano desde el hospital.

Australia va a gastar 11 millones de euros en un proyecto piloto para prevenir estos ataques mediante la utilización de drones, lo que supone una aplicación más de esta tecnología que se está convirtiendo en una especie de solución para todo en esta década del siglo XXI. La iniciativa pretende que las aeronaves teledirigidas sobrevuelen las principales olas -equipadas con cámaras y GPS- de tal forma que se puedan emitir alertas inmediatas ante la hipotética llegada de estos depredadores a la orilla. El anuncio ha sido realizado por el ministro de Aguas y Tierras de Nueva Gales del Sur, Niall Blair, quien ya ha explicado que los dispositivos han comenzado a volar en las zonas más peligrosas para estudiar su funcionamiento. «No hay ningún medio simple para reducir los riesgos para los nadadores y los surfistas. Vamos a probar la mejor tecnología disponible en busca de alguna solución efectiva a largo plaza para mantener nuestras playas seguras», indicó el dirigente australiano.

La decisión del Gobierno de Nueva Gales no es ningún capricho. Desde el año 2004, dieciséis personas han fallecido en aguas australianas por ataques de tiburón, cifra con la que la isla se convierte en el lugar más peligroso del mundo con respecto a los ataques de escualos. Le sigue Sudáfrica, con trece muertos en el mismo periodo de tiempo, según datos de la universidad de Florida, donde existe un departamento especializado en contabilizar las agresiones a seres humanos de estos animales marinos a lo largo del mundo y de la historia. El número total de ataques en Australia -tanto con víctimas mortales como con heridos- desde 1700, cuando se empiezan a documentar estos ataques, ha sido de 572, de los que 153 han sido mortales.

Polémica con ecologistas

Los drones van a comenzar a probarse en una zona turística de Nuevo Gales del Sur, Coffs Harbor, un lugar en el que ya se han producido ataques letales de estos escualos. La última muerte en la zona se produjo en 2013, cuando un tiburón tigre de tres metros atacó a un joven surfista, Zac Young, de 19 años. El joven murió en la playa a consecuencia de la hemorragia que le provocaron las heridas abiertas en las piernas por las mordeduras del depredador.

No es la única medida que adoptará el Gobierno de Nueva Gales del Sur. El Gobierno también desplazará a la zona helicópteros que recorrerán de forma regular la costa en busca de las inconfundibles siluetas oscuras de estos animales. Pero también utilizarán una tecnología más avanzada, en la que se controla por satélite a tiburones a los que previamente se les ha colocado una baliza especial de seguimiento.

Desde hace años se está probando un nuevo sistema que consiste en colocar una barrera de boyas con anzuelos cebados para el tiburón -las 'smart drum lines'-. En principio, se trata de que los escualos mueran al morder este señuelo y que desde la orilla se pueda ver su llegada a la playa por los movimientos de la boya. Curiosamente, esta medida ha sido puesta en duda por grupos ecologistas de la zona -que denuncian que en las líneas también mueren delfines o tortugas- pero los surfistas, tradicionalmente partidarios del medio ambiente, han apoyado que se coloquen trampas mortales para los depredadores. Para ellos, después de todo, es una cuestión de supervivencia.

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