

Secciones
Servicios
Destacamos
Fue lo contrario del 'Bienvenido míster Marshall'. En medio del apagón, la pequeña población de L'Albi, en la provincia de Lleida, duplicó su población. Sobre las 21 horas del lunes pasado, un tren de alta velocidad de AVLO (Renfe) se quedó literalmente tirado en medio de la nada, cuando cubría el trayecto Madrid-Barcelona. Los 600 pasajeros descendieron del tren y se pusieron a andar, hasta que transcurridos dos kilómetros llegaron a L'Albi, una localidad de la comarca leridana de las Garrigas de apenas 700 habitantes. La alcaldesa, Anna Feliu, abrió el pabellón y les dio cobijo para pasar la noche. En el pueblo, todo el que pudo ayudó. Los comerciantes abrieron las tiendas que ya hacía horas que habían cerrado para abastecer de agua y algo que comer a los accidentados visitantes. Las camas y los colchones de un hospital de campaña los puso la Cruz Roja
Los vecinos de la localidad pusieron sus coches a disposición de los viajeros que más urgencia tenían. Es el caso de una chica de Badalona que tenía prisa por llegar a casa por el delicado estado de salud de un familiar. Quería pasar las últimas horas con él y un vecino le llevó hasta Barcelona, a una hora y media en coche. En el tren viajaba también gente mayor, algunos en sillas de ruedas, como un chico ciego, y había una mujer, embarazada de 35 semanas. El pabellón deportivo del pueblo sirvió de improvisado alojamiento para todos ellos. Mossos, bomberos, agentes rurales y vecinos ayudaron para trasladar a los que tenían más problemas de movilidad. Algunos de ellos turistas norteamericanos que iban a embarcar en un crucero en el puerto de Barcelona. «Alucinaban, no sabían dónde estaban», ni que pasaba, según relató la alcaldesa.
Todo el pueblo se volcó. Quien no ayudaba con el coche, lo hacía llevando mantas, comida, termos de café, agua o lo que tuviera a mano que pudiera servir. La mayoría de los viajeros llegaron agotados, tras dos kilómetros caminando por terreno semimontañoso, con piedras y arrastrando maletas. Familias enteras. Todos querían avisar a sus allegados que estaban bien, que no les pasaba nada, pero la cobertura en el pueblo tardó horas en llegar. Sí pudieron comunicarse con algún teléfono fijo. Los que pudieron contactar con sus familiares pudieron irse antes. Al chico ciego fueron a buscarle desde Barcelona. Pero la mayor parte del pasaje se quedó a dormir a la espera de que llegaran los autobuses que les llevaran a la estación de destino, Sants-Barcelona.
La alcaldesa, Anna Feliu, denunció este martes, en redes sociales, que 15 horas después del siniestro, los viajeros aún esperaban los autobuses y aguardaban que alguien fuera a recogerles. «Nos hemos sentido muy desamparados», afirmó en Rac1. Los que no tenían problemas de dinero, a primera hora de la mañana pidieron un taxi, que les llevó hasta la capital catalana. Los demás esperaron a los autobuses.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El Cachorro entrega a Roma la procesión de todos los tiempos
ABC de Sevilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.