La trucha anima los ríos
La apertura de la temporada devuelve a los pescadores cántabros a las riberas
José María Gutiérrez
Sábado, 2 de abril 2016, 16:07
Caudaloso, enérgico y menos turbio de lo esperado. El Saja mostraba ayer toda su fortaleza en la jornada de apertura de la temporada de trucha. El discurrir del agua no daba tregua en su camino hacia Cabezón de la Sal. Ni siquiera en los remansos. Las intensas lluvias de esta semana han dado fuerza a los ríos cántabros y el tono del agua denotaba que el deshielo de la nieve de las montañas aún no ha impuesto del todo su ley. Todavía queda mucho monte blanco tras los copos caídos en los últimos días que enturbiarán más las aguas en las próximas semanas. Volvamos al Saja, que, como decíamos, baja con las aguas altas y demasiado frías, condiciones desfavorables que dificultaron las capturas durante el primer día porque muchas truchas se duermen en el fondo y ni amagan con subir a cebarse a la superficie. Todo ello al margen de la propia viveza de la especie, que obliga a multiplicar el cuidado y la paciencia en la pesca. Pero los aficionados tenían ganas de coger de nuevo la caña, sin esperar al fin de semana, por lo que varios puñados de pescadores se repartieron ayer por las orillas de los ríos en busca de las primeras capturas de la temporada. Las ganas eran más fuertes que las condiciones del río. Además, el triunfo del sol sobre las nubes que habían encapotado el cielo las primeras horas de la mañana, incluidas intermitentes lluvias, animaba a buscar el contacto con la naturaleza y con una afición que se hereda de generación en generación.
Gran expectación para el fin de semana
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se prevén muchos pescadores
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Tras la apertura ayer de la temporada de trucha, este fin de semana se espera que se multiplique el número de pescadores que acudan a las riberas de los ríos cántabros. Además, las previsiones metereológicas son buenas, especialmente para la jornada de hoy, con predominio del sol y los cielos despejados. El aumento de los tramos vedados y el hecho de que en los ríos salmoneros no se pueda pescar trucha todavía, limita mucho las zonas en las que los aficionados van a poder echar las cañas. Así, los pescadores tienen que repartirse en los tramos disponibles del Miera (Liérganes-San Roque); del Saja; del Besaya (Las Fraguas), del Pisueña (Villafufre) y en la parte alta del Nansa. Mientras, el Pas, el Deva y el Asón están cerrados hasta el 15 de mayo por ser ríos salmoneros.
«Si se pesca algo, bien y si no, pues no pasa nada; lo importante es disfrutar el día, el contacto con la naturaleza, conocer gente y seguir aprendiendo, porque aquí se aprende cada día», expone Alejandro Gómez Casuso. «La pesca va mucho más allá de la captura», comparte este joven, que acudió a pescar sin dormir tras trabajar durante toda la noche. El veneno es el veneno. Lo hizo en una de las zonas más concurridas del Saja, a la altura del parque de Santa Lucía, cerca del puente que une los municipios de Cabezón y Mazcuerras, donde los pescadores se multiplicaron con el paso de las horas. Allí, temprano, capturó a rapala su primera trucha del año. «De más de un kilo», calculaba este apasionado de la pesca, afición a la que lleva enganchado 22 de sus 30 años de vida. Tras dos picadas buenas que se le escaparon, a la tercera el botín fue a parar a sus manos.
La campaña de la trucha se extenderá hasta el 31 de julio, aunque el Pas, el Deva y el Asón están aún cerrados hasta el 15 de mayo por ser ríos salmoneros. Existen 22 cotos de trucha, tres de ellos sin muerte, y además está prohibida la pesca todos los lunes y jueves. La nueva temporada llega con modificaciones en la reglamentación, tal y como recoge el Boletín Oficial de Cantabria (BOC). Las principales son la modificación de algunos cebos; el aumento de los tramos vedados, lo que reduce los kilómetros de río en los que se puede pescar; y la reducción del cupo de truchas por pescador: hasta ahora se permitían ocho ejemplares por caña y día, que a partir de este año se han reducido a seis.
Este era uno de los principales temas de conversación entre los protagonistas. «Me parece bien, creo que es una buena medida para las ríos. Aunque yo solo me llevo para casa las truchas de 25 o 26 centímetros, las de 20, 21 o 22 las devuelvo todas, aunque sean más grandes que la talla mínima permitida, fijada en 19 cm», comenta Gómez Casuso.
Sin muerte
A su lado, Antonio García, natural de Santibáñez y residente en Cabezón, asegura «sin dudas» que el futuro es la pesca sin muerte, porque la trucha «se está acabando». «La cadena es muy larga y hay muchos enemigos: las aguas contaminadas, los patos, las nutrias, los cormoranes, los pescadores... La trucha cada vez cría menos y el único futuro posible es fomentar la pesca sin muerte, la gente se tiene que concienciar de ello», razona apoyado en la experiencia que le otorgan sus 50 años de afición. «Antes esto era un criadero señala el cauce del Saja a su paso por el puente de Santa Lucía, en media hora pescaba cuarenta truchas, las llevaba para casa, las vendía... Pero ahora las devuelvo al río, como he hecho ya tres veces esta mañana. Al que la le gusta la pesca en sí, disfruta de la sensación de la captura, más allá de si te llevas los ejemplares para casa», continúa García. «La solución es esa, regular muchos más tramos del río sin muerte, o incluso en su totalidad, como se ha hecho en otras comunidades autónomas. Es mucho mejor que quitar de pescar a la gente», reflexiona García.
«Habrá que tener paciencia», decía por su parte Axel Varona, cuando todavía no se había estrenado. «Las condiciones son buenas para los pescadores de gusana y rapala, se podrá coger algo a cucharilla y a ver si se ceba alguna trucha al mediodía», relataba este joven de 25 años, que pescaba a mosca con boya. La paciencia es, precisamente, una de las virtudes imprescindibles que no debe faltar a ningún pescador. «No nos aburrimos, disfrutamos de la tranquilidad y de la relajación que te proporciona el río y su entorno y de conocer gente nueva cada día. Y si pescas bien y si no, a probar suerte otro día», relata sin quitar ojo al Saja.
Varona se muestra «de acuerdo» con la reducción del cupo, porque «yo no vengo al río a hacer negocio»; y con la ampliación de los tramos vedados. «Cada año hay más pescadores y menos río, pero no hay problema, tenemos espacio para todos». afirma.
A Varona le transmitió la afición por la pesca su abuelo, algo parecido a lo que pretende Fernando Fidalgo, de 40 años, con su pequeña hija Ana, con quien compartió ayer unas horas de pesca en el idílico paraje de Santa Lucía. «El tiempo que pasas aquí te evades de todo, es una maravilla». Este leonés afincado en Cabezón desde hace cinco años prevé un «complicado» inicio de temporada, «pero lo que se pille será grande», y considera «lógica» la reducción del cupo de ocho a seis truchas por persona «en base a la caída en picado de las capturas».
La contaminación
No fue una jornada especialmente positiva en cuanto a número de capturas... pero no para todos. Que se lo digan a Raúl Anuarbe y Christian Rivas, que al mediodía ya habían pescado en el Saja siete truchas, a cucharilla y a mosca. Cuatro uno y tres el otro. «Hay trucha, hay trucha», exclamaba feliz Anuarbe, de 43 años, natural de Renedo de Piélagos y ribereño del Pas, donde aprendió a vivir una afición convertida en pasión. «Tenía muchas ganas de que empezara a la temporada», asegura este trabajador de Cabárceno. Caña en mano, considera «normal» la disminución de la cota por pescador, pero advierte de que, «si quieren restringir tanto, en vez de ampliar los tramos vedados que lo pongan todo sin muerte, y así se verá si los responsables de la reducción de la especie somos los pescadores u otros factores que hay en el río, sobre todo la contaminación, como así pienso».
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