Dos turistas caminan por el sendero que conduce a la playa de Covachos, en el municipio de Santa Cruz de Bezana.Juanjo Santamaría
Costa Quebrada saluda al turismo desde la balconada de la Unesco
Reconocimiento. ·
El tramo costero recibirá el día 17 de abril el distintivo otorgado por la organización internacional que le incluye como parte de su Red Mundial de Geoparques
El distintivo no es insustancial. Autoriza a este espacio el acceso a uno de los catálogos paisajísticos más relevantes del mundo, algo que incrementará la visibilidad de esta zona de la región, donde los expertos están analizando cuál es la mejor estrategia para impedir que la creciente actividad turística en este núcleo, donde se concentran algunas de las mejores playas de Cantabria, desvíe la atención sobre los objetivos señalados como vitales, que son la conservación y protección de este entorno natural, elevado a categoría de geoparque, y la mejor calidad de vida de sus habitantes.
Llamado a ser una de las mejores aulas naturales para comprender la formación de la Tierra, el Geoparque de Costa Quebrada, que abarca el tramo de litoral que va de Santander a Santillana del Mar, muestra en apenas una veintena de kilómetros –los que van desde la capital cántabra hasta Cuchía, en Miengo– una impresionante colección de procesos morfológicos difíciles de reunir en tan poco espacio. Acantilados, playas, calas, dunas, istmos, tómbolos, ensenadas, agujas, cuevas, arcos, sifones, embudos, islotes... Una estructura geológica sinigual conocida como el Sinclinal de San Román-Santillana que causa a la vista un verdadero impacto no solo entre los amantes de la naturaleza sino incluso entre quienes no tienen un interés particular por las formaciones rocosas.
«Muestra eso y mucho más», dice y repite la coordinadora del Geoparque de Costa Quebrada, Lucía Dirube, que precisa que este espectacular entorno natural discurre no solo por el litoral sino que lo hace también por el interior pisando suelo de ocho municipios –Santander, Bezana, Piélagos, Camargo, Miengo, Polanco, Santillana del Mar y Suances–, cada uno de ellos vestido con su propia identidad.
«El geoparque está habitado, luego está vivo», afirma Dirube, que recuerda que el territorio, que cuenta con una población próxima a los 252.000 habitantes, cubre una extensión global de 345 kilómetros cuadrados (269 son áreas terrestres y los 75 restantes corresponden a zonas marinas adyacentes) en los que se abre un muy extenso abanico de experiencias por hacer sin llegar a traspasar la frontera que separa al turismo sostenible del turismo descontrolado.
Un grupo de personas se asoma al Cantábrico desde el Faro de Cabo Mayor, en el municipio de Santander.
Juanjo Santamaría
Los planes
Y ese, precisamente, es uno de los grandes objetivos a cumplir, «la puesta en valor este espacio sin que ese propósito nos desvíe de una premisa fundamental, que pasa por conservar y proteger a este territorio y a sus habitantes trabajando con una estrategia que evite la masificación», aclara Dirube, que, al respecto, asegura que ella y su equipo están «muy alejados» de la meta meramente turística.
Mucho más interesados en un futuro observado a largo plazo, «ahora mismo estamos conociendo cuáles son las urgencias tanto del territorio como de su gente», necesidades que van averiguando a través de las llamadas mesas de participación.
«En este momento hay cinco», indica la coordinadora del geoparque. «Están la mesa de conservación, la mesa de turismo, la mesa de productores locales, la mesa de participación social y la mesa de propietarios y ganaderos», mecanismos, todos ellos, «que nos aportan abundante información en relación a las necesidades que tiene cada sector», lo cual supone una excelente base sobre la que asentar la táctica que se quiere seguir.
«Digamos que estamos trabajando en una estrategia que articule el espacio tratando de destensionar la zona de la costa valiéndonos de la oportunidad que nos da tener productores y empresas locales que saben interpretar el territorio», dice Dirube, que cree que, para lograr esto, una necesaria armonía entre el paraje, sus moradores y la actividad turística, resulta necesario «escuchar a la sociedad», que es en lo que ella y su equipo están en la actualidad.
«Lo primero es saber qué necesita la comunidad», insiste. Una tarea que a su finalización abrirá nuevas etapas en el territorio, que, por lo pronto, se prepara estos días para darse a una celebración contenida coincidiendo con la llegada del turismo por Semana Santa.
El próximo día 17, Jueves Santo, Costa Quebrada recibirá durante un acto previsto en París el distintivo que le acreditará como Geoparque Mundial de la Unesco, un reconocimiento que le otorgó el pasado mes de septiembre el Consejo Mundial de esta organización internacional después de que la candidatura concurriera por segunda vez tras haber corregido determinados aspectos indicados por los expertos evaluadores en la primera como fueron, por ejemplo, contar con un órgano de gestión o mejorar la visibilidad y señalización del parque.
Para la consecución de este objetivo, su incorporación a la Red, ha sido imprescindible el trabajo de la Asociación Costa Quebrada, a través del Comité de Gobernanza, en el que están representadas las Consejerías de Fomento, Educación, Cultura, y Desarrollo Rural, los ayuntamientos de Santander, Bezana, Piélagos, Camargo, Miengo, Polanco, Santillana del Mar y Suances y la Universidad de Cantabria, cuya contribución ha resultado decisiva para que Costa Quebrada sea integrada la semana próxima en tan honorable catálogo.
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