Las residencias universitarias reorganizan las zonas comunes y reservan 'habitaciones de aislamiento'

En cualquier caso, las residencias están abiertas y preparadas, cuentan sus responsables, para alojar a los residentes en condiciones seguras. Son espacios que cobran mayor relevancia este año ante la docencia semipresencial. El Colegio Mayor Torres Quevedo, público, perteneciente a la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), y la Residencia Uneatlántico, privada, ligada a la universidad homónima y ubicada en el Parque Científico y Tecnológico, ambas en Santander, así lo corroboran. Siguen protocolos para prevenir el contagio y para actuar en caso de detectarse un positivo. La reserva de salas y habitaciones para aislar a quien muestre síntomas de la enfermedad, o compatibles con ella, es una de las medidas que comparten.

«Hemos tenido que reorganizar totalmente la Residencia». Alicia Huidobro, directora del complejo residencial de Uneatlántico, lo recorre mostrando las huellas que el protocolo de actuación ha dejado. En el suelo, las flechas indican que es preciso circular por la derecha, y la cartelería, abundante, recuerda la importancia de guardar la distancia de seguridad, la obligación de usar mascarilla y la posibilidad de contactar con la dirección a través de un teléfono, activo las 24 horas.

Se han colocado mamparas de metacrilato en la recepción. El personal de la residencia se toma la temperatura a diario, y los residentes, en el momento de ingresar en el centro. El gimnasio, cerrado desde el 13 de marzo, se mantendrá así. En las zonas de estudio las mesas se han organizado en zigzag para ensanchar la distancia entre residentes. En las salas de informática, se aplican productos virucidas periódicamente. «Hemos incrementado la limpieza, sobre todo, en zonas comunes», señala Huidobro. El interior de los ascensores y las superficies metálicas se limpian unas seis veces al día.

Con capacidad para 308 personas, en la Residencia Uneatlántico sólo queda un apartamento múltiple libre. Sus residentes son salvadoreños, españoles, mexicanos, angoleños o malienses, entre otras procedencias. «Este año hemos notado que vienen un poco más tarde, en octubre o noviembre, o en el segundo semestre», comenta Huidobro.

Cada apartamento que ocupen, individual o compartido, la dirección lo considera una unidad de convivencia con la que trabajar si se revela un caso positivo. Se han reservado 30 estudios en las planta superiores para trasladar a los compañeros de la persona que enferme. Además, disponen de dos habitaciones completas de aislamiento -cama, aseo, etc.- donde los alumnos que se sientan mal aguardarán al médico.

¿Ha sido difícil la reorganización? Huidobro recuerda los meses de confinamiento -80 residentes se quedaron en el centro ante la imposibilidad de regresar a sus casas- y cree que le sirvieron como ensayo: «El 13 de marzo fue el choque, pero después ya hemos interiorizado las rutinas».

Andrés Hoyo, vicerrector de Extensión Universitaria y Campus de Las Llamas de la UIMP, reflexiona sobre la provisionalidad que ha impuesto el covid en nuestras vidas. La flexibilidad y la capacidad de reacción son ahora cruciales, también para los protocolos de actuación.

El Colegio Mayor Torres Quevedo dispone de más de 200 plazas. Este curso se han habilitado 180 para manejar de forma segura la cotidianidad y los imprevistos. Además, se han reservado habitaciones donde aislar al residente que tenga síntomas y, a partir de ahí, notificar el caso al servicio de salud y activar el protocolo. Hasta la fecha hay confirmadas 135 plazas en el Colegio, y el resto se irán cubriendo en los próximos días, señala Hoyo, a medida que se vayan matriculando nuevos alumnos de la Universidad de Cantabria. Los residentes de la UC -que no dispone de residencia propia- son más del 90% del total.

El Colegio Mayor ha fijado medidas para evitar aglomeraciones en las zonas comunes, ha redistribuido accesos y salidas, ha instalado señalización y dispensadores de hidrogel en las entradas y en las habitaciones... Por otro lado, se limita el aforo de la biblioteca, donde se guardará ese metro y medio de distancia segura, y las instalaciones deportivas al aire libre están abiertas.

Más allá de eso, el Colegio no puede ofrecer ahora el servicio de restauración. Ninguna empresa ha optado a cubrirlo tras finalizar, justo ahora, la anterior concesión. Las circunstancias, entiende el vicerrector, han inflamado la incertidumbre, pero confía en retomar el servicio en enero. Ya tienen los pliegos del concurso a punto. Los residentes contarán con microondas, neveras y precios ajustados a la situación.