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Si se juntan todas las urgencias que llegan al año a Valdecilla, el resultado sería el equivalente a un quinto de la población de Cantabria ... entera. Como si uno de cada cinco habitantes pasara en algún momento por el servicio, aunque está claro que la comparativa no es real, puesto que hay un porcentaje de pacientes que acude de forma reiterada –se les llama 'frecuentadores'–. Ese volumen de demanda, que se traduce en una cifra cercana a las 120.000 urgencias anuales (una media de 340 diarias, sin contar las pediátricas), desencadena muchas veces una situación de embudo que hace que las salas de espera llenas, las demoras y las quejas eclipsen el trabajo que hay detrás, donde lo mismo se atiende una gastroenteritis, un esguince o una fractura de cadera, que se activa un código ictus, se responde ante una neumonía severa o se reanima una parada cardiorrespiratoria.
Samuel Gómez | Jefe de Urgencias de Valdecilla
«Las colas forman parte de la historia de los grandes hospitales», admite Samuel Gómez, jefe de servicio de Urgencias de Valdecilla, donde el tapón resulta inevitable cuando la afluencia se acerca al pico de los 400 pacientes en 24 horas. No obstante, sólo un 20% son «graves e indemorables» porque la vida corre peligro. Ahí el tiempo juega en su contra, por lo que la respuesta tiene que ser inmediata, concentrando gran parte de los efectivos de guardia. «Puede parecer un porcentaje pequeño, pero en un día complicado hablamos de 80 pacientes, que es un grupo enorme», señala. El jefe de Urgencias recuerda que «la prioridad va en función de la gravedad, no del orden de llegada», de lo que se deduce quiénes son los que más esperan, que «casi siempre son los que más protestan».
Nivel 1 Son los pacientes que tienen prioridad y entran directamente porque corre peligro su vida.
Nivel 2 Es este grupo se incluyen los casos que se pueden agravar si no se atienden de forma rápida.
Nivel 3 Patologías potencialmente graves, pero la demora no compromete la vida ni modifica el pronóstico.
Nivel 4 Se incluyen pacientes con patologías menos graves o enfermos crónicos que se agudizan.
Nivel 5 Urgencias de baja intensidad, susceptibles de ser atendidas en Atención Primaria.
El análisis de esa demanda permite identificar y cifrar el volumen de la urgencia vital, de los casos de gravedad y de las urgencias de baja intensidad, que «son la mayoría». Esa clasificación se realiza, nada más entrar, en el triaje, donde un médico asigna a cada paciente su nivel de urgencia, que va del 1 al 5. «Los del grado de emergencia entran inmediatamente, sin espera alguna, porque son pacientes en los que se ve comprometida su vida (parada cardiorrespiratoria, disnea, politraumatismo, coma súbito...)», explica Gómez. Y estos representan «menos del 5% del total. Concretamente, en torno al 3%». En el siguiente nivel (2) se encuadra «entre un 11% y un 15% del total», y son aquellos que también requieren una atención urgente, «porque si hay demora se puede ver agravado su estado».
En este grupo se incluyen las sospechas de ictus, los inmunodeprimidos o los que padecen procesos hemorrágicos, por citar algunos de los ejemplos más frecuentes. «Por detrás del nivel 1, tienen prioridad sobre el resto, y en esos casos la demora depende de la patología, pero oscila entre los 15 y los 45 minutos».Sin embargo, el grueso de la asistencia que llena los boxes de Urgencias se cataloga como nivel 3 (35%-40%), que son «patologías potencialmente graves». «Se refiere a enfermos que requieren analíticas, pruebas radiológicas... que llegan con fiebre, vómitos, malestar... pero en los que la demora no compromete su vida ni modifica el pronóstico». Y, «aunque a todos se les intenta ver en un tiempo razonable», apunta el médico, dependiendo de la actividad acumulada en el día, pueden soportar demoras de tres horas. Menos de los que salen de la sala de triaje con el número 4, que son el otro gran grupo –suman otro 30%-35%–, que engloba a pacientes con patologías menos graves o enfermos crónicos, que sufren recaídas y requieren también de radiología y análisis de laboratorio, así como urgencias reumatológicas, de otorrino o de traumatología. Se entiende que son casos que precisan de observación y tratamiento, pero que no corren tanta prisa como los anteriores. «Es cierto que en días malos, de mucha presión asistencial, este perfil de paciente puede tener hasta siete horas de retraso», admite el jefe de servicio.
Samuel Gómez | Jefe de Urgencias de Valdecilla
El 25% de la asistencia restante se dedica a las patologías de baja intensidad –nivel 5–, donde se encuadran los traumatismos leves por accidentes de tráfico o caídas en domicilio; aquellos que acuden a urgencias «confiando en adelantar su lista de espera de consulta especializada, cuando no es así en ningún caso»; los que buscan «resolver algún problema con su medicación (receta) o incluso consultan patología bucal, dermatológica, ocular o de otorrino». Cuestiones todas ellas «susceptibles de ser resueltas por los equipos de Atención Primaria» y que, concentradas en los pasillos de Urgencias, pueden conllevar «demoras importantes». Y ese es el principal motivo de queja en las reclamaciones presentadas por los usuarios, que en 2017 fueron cerca de 400, aunque en los dos últimos años ese dato se ha ido reduciendo «casi un 30%», añade.
Como dato curioso, que invita a reflexionar, «los lunes y los martes son los peores días en el servicio de Urgencias», y «aunque el hospital se esfuerza por dar la mejor respuesta, es difícil de manejar cuando hay momentos en los que te pueden llegar tres pacientes por minuto. Eso supone ¡30 pacientes más en diez minutos! No hay hospital en el mundo que absorba ese volumen», destaca Gómez. Ni siquiera aunque se diera solución «al problema estructural que tiene Valdecilla, que necesita aumentar la dimensión en metros cuadrados del servicio para mejorar la comodidad de los pacientes». Y es que por más que se acuda a sabiendas de que 'se sabe cuándo entras, pero no cuándo sales', los cántabros también tienen claro eso de 'ante la duda, que me vean en Valdecilla'. Una confianza que tiene su reflejo en pacientes de otras comunidades, como destaca Gómez: «Todos los días viene gente de Palencia, Oviedo... que han sido trasplantados u operados aquí y quieren que se les siga viendo en Valdecilla». Y al tiempo, «somos unidad de referencia, con todas las especialidades disponibles, por lo que recibimos los casos complejos de los comarcales (Sierrallana y Laredo)».
Dicho esto, Gómez hace hincapié en la otra cara de la moneda, que es la «satisfacción que expresan los pacientes una vez atendidos.En general, la gente sale encantada. Apenas tenemos reclamaciones por asistencia». Por eso, reivindica que «hay que ser prudentes cuando uno se queje por lo que tiene que esperar», porque el personal de urgencias –el equipo lo conforman 32 médicos, 150 profesionales de enfermería y auxiliares, a los que se suman los 107 residentes que rotan en las guardias– «hace un trabajo enorme bajo presión, intenso y en ocasiones de riesgo. No hacemos esperar a nadie de forma gratuita, pero está claro que cuando llega una urgencia grave, que puede precisar dos, tres o cuatro médicos al tiempo, se interrumpe la fluidez y se generan demoras». Un preaviso de cara al verano, donde la demanda se dispara.
De hecho, ya se está diseñando el plan estival con el que se hará frente a ese previsible aumento de la actividad, que retomará algunas de las medidas que «funcionaron muy bien» este invierno durante la epidemia de gripe. Entonces, además de reorganizar las salas de espera para definir mejor el flujo de pacientes, habilitando tres espacios diferenciados para clasificar los casos en función de la gravedad y del motivo de la urgencia, se restringió el número de acompañantes por paciente, con la posibilidad de turnarse con otro si el tiempo de espera se prolonga en exceso. Asimismo, se abrieron las zonas de boxes C y D en los días de mayor actividad y se reforzó el personal de enfermería y auxiliares, al tiempo que Urgencias incorporó una unidad de corta estancia para ingresos de menos de 48 horas.
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