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J.G. Ballard, autor de 'El mundo sumergido', referente de la ciencia ficción y visionario. En detalle, Alberto Santamaría. EFE

Alberto Santamaría traza su 'guía para usuarios del desastre' en diálogo con la obra de J.G. Ballard

El filósofo, poeta y ensayista cántabro publica una nueva invitación a reflexionar sobre el presente a través de su libro, 'El único planeta verdaderamente alienígena es la Tierra'

Guillermo Balbona

Santander

Domingo, 11 de mayo 2025, 02:00

Una vuelta de tuerca a la hora de reflexionar sobre nuestro presente. Y un interrogante como mantra: «¿De qué forma nos hemos adaptado y nos adaptaremos al desastre?». El filósofo, escritor, poeta y ensayista cántabro Alberto Santamaría publica 'El único planeta verdaderamente alienígena es la Tierra', otra invitación al pensamiento que se suma a la decena de ensayos que viene edificando una de la trayectorias más personales en la construcción de miradas críticas actuales. Como sherpa de este camino abierto asoma la figura de J. G. Ballard, el escritor visionario, a través del que Santamaría propone una 'Guía para usuarios del desastre'. Diez grandes epígrafes vertebran este nuevo ensayo sobre el asfalto literario y las «obsesiones estéticas, morales y políticas» del autor de 'El imperio del sol'. Desde el capítulo que da nombre al libro hasta Matrimonio del cielo y el infierno, más un cierre bajo el epígrafe Donde late la vida incontrolable, su nuevo libro nace de una doble obsesión: El interés desde la adolescencia por la ciencia ficción de Ballard, «esos paisajes abandonados, hangares vacíos, la naturaleza ocupando su lugar después del desastre,...; y por otro lado, la necesidad de observar esta literatura del desastre como una forma de pensar nuestro tiempo». A partir de ahí, confiesa el autor de 'Alta cultura descafeinada' «surge este libro, que he estado escribiendo durante muchos años porque en realidad es como un relato personal de mis propias obsesiones».

Al inicio de la obra el propio autor matiza que «no es un libro autobiográfico ni un recorrido emocional» por la huella de uno de sus autores favoritos. Tampoco es un libro académico , «sea eso lo que sea». «Está escrito -describe- desde la cercanía al texto y a la realidad ballardiana. Hay mucho de flujo o de movimiento musical». Y Santamaría subraya que Ballard aparece en la obra en diálogo consigo mismo, también conversa con otros autores y dialoga con el desastre mismo. El libro del pensador cántabro, docente y premiado poeta, está precedido de una significativa cita del autor de 'Hola, América' (1981): «Convencer a la gente requiere de mucho tiempo. Muchas de la cosas que he escrito hace veinte o treinta años están empezando a hacerse realidad: el calentamiento global, la desertificación. Muchas de mis predicciones sobre el paisaje mediático».

El libro de Santamaría induce al lector a transitar por esos tiempos y espacios habitados por el desastre y a pensarnos así a nosotros mismos y nuestra realidad. Para ello sigue las huellas y obsesiones de Ballard, autor que se propuso desde muy pronto estudiar las formas trágicas que subyacen al avance tecnológico, económico, moral, así como las lógicas de redención, el paisaje desolado, las visiones de un mundo en descomposición o la estética de lo raro. Su notable influencia en el pensamiento contemporáneo, pero sobre todo en los diferentes movimientos contraculturales, «ha provocado que su obra sea considerada imprescindible a la hora de reflexionar sobre nuestro presente». «La Máquina se para; el reino por venir del código de barras; 'máscaras y miserias: después del desastre; el objetivo es la vida cotidiana: un hombre subliminal; hasta ahora nadie ha determinado lo que puede una piscina vacía; principios antipsiquiátricos y arquitecturas violentas, o Robinson Crusoe al revés son algunos de los epígrafes que estructuran el discurso.

J. G. Ballard (1930-2009) -destaca Santamaría- «pensó en las formas diversas que tendría el desastre futuro y cómo nos afectaría». Así hablará en sus libros de desastres climáticos (El mundo sumergido (1962), 'La sequía' (1964), 'El mundo de cristal' (1966), etc; ); de desastres bélicos 'Playa terminal' (1964), 'El imperio del sol' (1984), 'Fiebre de guerra' (1990), etc.); de desastres generados por el capitalismo 'El hombre subliminal (1963), 'Noches de cocaína' (1996), 'Super-Cannes' (2000), 'Milenio Negro' (2003) o 'Bienvenido a Metro-Centre' (2008); o de desastres psicológicos 'Exhibición de atrocidades' (1969), 'Crash' (1973), 'Isla de cemento' (1974), 'Rascacielos' (1975), etc.).

Sin embargo, «más allá de esto, más allá de sus descripciones y análisis, más allá de un catálogo de desastres, lo fascinante de su obra no es tanto el desastre en sí mismo como sus consecuencias». Y la pregunta clave es: ¿Cómo nos adaptaremos al desastre? «Ballard estudia precisamente eso: por un lado, la absoluta fragilidad del presente, y, por otro lado, el modo en el que el desastre nos transforma psicológicamente más allá de lo medible y pensable».

Lo que nos descubre el autor británico, asegura el catedrático de arte de la Universidad de Salamanca, es que «el desastre forma parte de nuestra propia estructura humana, y que nos adaptamos perfectamente a él. En muchos sentidos nuestro presente es ballardiano, esa sensación de que a pesar de la calma en cualquier momento puede irrumpir el desastre es el sentido de buena parte de su obra».

Alberto Santamaría aclara que el título del libro hace referencia a una idea que Ballard comenzó a defender en los años 60: «Para él la literatura de ciencia ficción es la literatura más importante del siglo XX, en cuanto es el termómetro del desastre. Ahora bien, a Ballard no le interesa nada la ciencia ficción de marcianos..., su verdadero interés está en lo que llama 'espacio interior' en lugar de 'espacio exterior'. Así que su ciencia ficción es más psicológica, y menos de aventuras espaciales. Le interesan los paisajes del desastre, cómo nos modifican y cómo modifican la realidad».

Santamaría, autor de 'Paradojas de lo cool', recuerda la influencia de Ballard en la música: Joy Division, The Clash, David Bowie y muchos otros que expresaron públicamente su pasión por las novelas de Ballard.

Y dos curiosidades en el tiempo: la gala Met de hace un año tuvo como tema a Ballard: y la gira de Madonna del año 2001 se basó en la novela de Ballard 'El mundo sumergido'. El poeta y ensayista se muestra convencido de que a través de la obra del escritor «podemos acceder a determinados límites referentes a nuestra relación con el planeta y nuestros vecinos. Una obra que es un lugar privilegiado desde donde pensar el desastre y su relación con el pasado», apunta.

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